Capítulo 19 | Salto de fé

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— Entonces haré los honores. — Tomé mi bebida y degusté como todo un profesional amateur, sin embargo aquella bebida era tan fuerte y enternecedora a la vez, mi paladar nunca había presenciado algo así, era como si aquello me quemara suavemente y luego me abrazara con dulzura, sin duda alguna el mundo de las bebidas era algo que totalmente desconocía.

— ¿Qué tal te pareció?— Preguntó con interés la Noroeste, frunciendo el ceño con curiosidad mientras esperaba una respuesta de mi parte.

— Bien, ¿Cuánto cuesta esta botella? — Pregunté inocentemente lo que quería saber.

—10 veces más que lo que cuesta quedarse en una habitación Vip todo un mes. — Expresó mientras tomaba un shot de su copa.

— ¿¡QUE!? — Me ahogué con el trago y lo escupí por consecuencia, mi reacción fue debido a mi sorpresa, ¿Por qué es tan cara esta jodida bebida?

— Y allí van unos cuantos miles de dólares desperdiciados. — Suspiró con preocupación la joven, colocando su mano en su frente como gesto de incomodidad, mientras miraba el trago desparramado por la mesa.

—Perdón. — Lamenté con toda mi alma.

— No te lamentes Dipper, aún falta una botella y unos cuantos tragos. — Dijo ella mientras servía de nuevo en las copas.

— ¿Me quieres embriagar Pacífica?

— No, bueno, no sé, solo no escupas por favor. — Sonrió con algo en mente, mientras hacía breves pausas mientras hablaba.

— Tramposa, al menos deberíamos cenar primero, esperemos que ese tipo se dé prisa. — Recriminé mientras cruzaba los brazos, realmente sí que tenía hambre.

— En ese caso dejaremos nuestro juego para después, cenemos primero y luego me ayudaras con esto. — Ella acarició la textura de la botella mientras hablaba, estoy seguro al mil por cierto que está preparando algo, ella es así.

— Estoy de acuerdo.

— Más vale, porque es una orden mía.

— No recuerdo firmar algún contrato contigo.

— No, de momento estas a salvo de mí.

Quedamos en silencio por un momento para luego reír como dos idiotas, rápidamente el mesero regresó con nuestros platos que eran el especial de la noche, el cual trataba de una mezcla de comida italiana con otras cosas que ni sabría explicar, pero, sin duda alguna podría compararse con una lasaña especial con ensalada de frutas y unos recortes de carne de primera, estuvo rica la cena pero de verdad que estos hoteles tienen un menú fuera de órbita, sobre todo los que solo las personas desgraciadamente ricas puedes disfrutar, de una comida extraña al cual le colocan un precio demasiado elevado, solo por ser "extravagantes."

— Estuvo deliciosa la comida, aunque creo que comí más de lo que debía. — Comentó Pacífica preocupada, mientras limpiaba sus labios con un pañuelo de seda que traía consigo.

—¿Estás preocupada por eso?— Pregunté mientras comía las últimas rebanadas de frutas tropicales, lo último que quedaba era unos trozos de piña, que no me gusta mucho.

— Es algo obvio, yo siempre mantengo mi peso perfecto, y si me descuido comiendo podría ser algo catastrófico.

— ¿Ah sí?

— Claro, no lo entenderías Dipper, los hombres se descuidan y no les importa. — Ella se acercó más a mí y con sus dedos removió un pedacito de comida que me había quedado entre los labios, mientras me sonreía.

— Seguro.

— ¿Nos vamos? Se me ha ocurrido una gran idea para terminar nuestro día, y tiene que ver con esta maravilla. — Pacífica se levantó del asiento, y tomó con mucho recelo la botella que había pedido, no era por exagerar pero ella la miraba como si fuese la propia escalera al cielo.

Dipcifica | La maldición de Pacifica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora