Chapter Thirteen

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Chapter Thirteen

Doy un paso atrás en cuanto logro soltarme del agarre firme de Drew. Ni siquiera recuerdo en qué estaba pensando antes de que esos ojos se clavaran en los míos. Es la primera vez que los veo: marrones claros, enmarcados por unas cejas muy pobladas. La sonrisa de lado que tanto me provocaba la noche anterior está ahí, como si en ningún momento se hubiera ido. Como si no hubiera pasado toda una noche desde que nos vimos. Como si no hubiera…

- No entiendo la manía de las mujeres con usar tacones si no saben andar con ellos. – definitivamente este Adonis tiene el talento de arruinar cualquier momento. 

Sacudo la cabeza, volviendo a la realidad. Por culpa de este chico he pasado una mañana de infierno, y ahora se burla de mí. Si no fuera terriblemente sexy ya hubiera estrellado mi puño contra su perfecta cara. 

- ¿Qué demonios haces aquí? – pregunto casi escupiendo las palabras. – ¿Cómo rayos me has encontrado?

- Evitar que te quiebres una pierna, al parecer. – dice mientras se mueve a mi rededor. 

Estamos justo frente a mi coche, al cual apenas recuerdo haber llegado con toda la diatriba y monólogo interno. Sin embargo Drew parece muy cómodo cuando se apoya contra el capó de mi vehículo sin ningún miramiento y con mucha confianza. Frunzo los labios intentando no estallar. 

- ¿Cómo me has encontrado? – su sonrisa se amplia. 

- ¿No adivinas? – me quedo mirando fijamente sus ojos sin ninguna demostración de reconocimiento. No pienso caer en su juego… otra vez. – Te has quedado con el móvil equivocado. – dice mientras saca mi hermoso iPhone del bolsillo de su pantalón de jeans. 

¡Mi teléfono! Mi ánimo se recompone de repente en cuanto mis ojos se posan en el pequeño aparato. En un reflejo, me acerco a Drew con el brazo en alza para tomar mi móvil de su mano, pero antes de que pueda detenerlo y detenerme, él levanta el brazo alejando el aparato de mí, haciendo que mi impulso me coloque justo entre sus piernas. 

Mi respiración se vuelve entrecortada. Drew es al menos 30 centímetros más alto que yo, pero en su pose inclinada sobre el capó de mi coche, su rostro está prácticamente al mismo nivel que el mío… el cual está separado del suyo por unos escasos centímetros. 

El tiempo pasa lentamente. Sus ojos atrapan los míos en cuanto nuestros cuerpos hacen contacto, y su brazo libre me rodea por la cintura. Un intenso calor comienza a recorrerme por todo el cuerpo, incluyendo zonas en las cuales no debería. No parpadeo. El simple hecho de parpadear y perderme de sus ojos sería imperdonable. Su aliento golpea suavemente el puente de mi nariz al hablar. 

- No recordaba que fueras tan directa anoche. - y así como así, su voz me trae de vuelta a la realidad. Me aparto de él con las mejillas encendidas por la vergüenza. 

- Tú has sido el capullo que me ha empujado en primer lugar. 

Su risa llena el espacio (muy escaso espacio) que nos separa mientras su mano abandona mi cintura. Y, aunque debería sentirme aliviada de que haya dejado de tocarme, mi cuerpo opina todo lo contrario, lo cual me frustra y, en un patético salto, logro hacerme con mi móvil. ¡Al fin! 

- Deberías de aprender algo de educación. - digo. - No es amable reírse en la cara de las personas. 

Revuelvo mi bolso buscando su propio teléfono; es una suerte que haya decidido tomarlo antes de salir. Aunque sería mejor si mis manos dejaran de temblar y pudieran buscar el maldito aparato. ¿Dónde demonios está?

- Cuando al fin lo encuentro, lo extiendo frente al rostro de Drew, que me mira aún con una sonrisa de lado. Desearía poder borrarla de su rostro, como así también que no me afectara tanto. 

El chico de la bandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora