🧡 Quizá algún día, será.

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Rooney no habló de regreso a Ferndale, ni siquiera para darme la dirección de Leandro, ya que necesito un sitio donde pueda guardar mi auto

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Rooney no habló de regreso a Ferndale, ni siquiera para darme la dirección de Leandro, ya que necesito un sitio donde pueda guardar mi auto. En lugar de eso, ella me mostró la dirección en la pantalla de su teléfono, que había recuperado después de todo.

Mi cabeza en sí, está hecha un lío desde el beso. Sé que una parte de mí lo deseaba con fuerza, no obstante, la otra parte quiere golpearse contra el piso por ello ¿Qué cosa me había pasado? Tenía planes y gustar de Rooney no cuadra en la lista.

Creí que la atracción que sentía por ella se había esfumado en cuanto me enteré que salía con Leandro. Debí imaginar que esto pasaría. Y me hago el tonto sabiendo que no iba al bar precisamente por tragos y buenos nachos, yo iba porque quería verla a ella, escucharla cantar a ella, hablar con ella. Es la misma razón por la que antes desayunaba en la cafetería o saco la basura cuando ella se va a trabajar.

Y comienzo a creer que solo pongo a Diana de pretexto. Ella odiaría ver lo que estoy haciendo, me golpearía el brazo sin duda, como solía hacerlo. No quiero tener que hacer esto de nuevo, las citas, las llamadas, las peleas, los besos, las noches sin dormir, las conversaciones largas... ¿A quién engaño? Me gustaría tener todo eso con Rooney, sin embargo, son cosas que experimente por primera vez con Diana y no tengo idea de si eso es correcto.

Aparco en la casa de Leandro, tiene un portón, por lo cual no debo preocuparme. Rooney no espera más y sale del auto. Max se agita en el asiento de atrás. De inmediato apagó el motor y salgo tras ella:

—Rooney —la llamo. Ella le pasa de largo a su exnovio y continúa hasta la salida de la casa.

Leandro me mira con una ceja levantada:

—¿Pasó algo?

Niego sin mirarlo. Ayudo a Max a salir del auto y me apresuro para alcanzar a la rubia.

—Gracias, vengo mañana —me despido.

Por suerte Rooney no camina tan rápido.

Max ladra tras ella, yo opto por no decir nada, no creo que pueda decir algo para arreglar lo que hice, no de momento.

—No quiero que me sigas —dice sin parar el paso.

—Vamos a donde mismo —le recuerdo.

Ella comienza a cruzar la calle para no tener que ir cerca de mí.

—¿En serio? ¿Podemos hablar de esto?

—No —responde tajante.

—Lo siento.

—¡Qué bonito! —suelta con sarcasmo.

Cierro los ojos por un segundo. No va a escucharme, está molesta y con justa razón, ni yo supe qué fue lo que ocurrió.

Me dejé llevar por mis impulsos, como hace mucho no lo hacía. Quería besarla, ella me correspondió. Estábamos pasando un gran día y ahora tal vez ya arruiné todo lo que habíamos construido en estos meses.

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