꧁S E I S: CONSECUENCIAS꧂

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Hades

Si yo no me hubiera enamorado de Evie, nada esto habría pasado.

Ella estaría bien.

Ella no...

—Papá.

El frío de aquella noche era terrible, quizás, reflejando el frío en mi pecho que no me dejaba respirar con normalidad. Apenas podía pensar, apenas podía sentir. Quería desaparecer todos estos sentimientos, ahogarlos.

Miré a Mal, quién con ojos llorosos, me llamaba para, quizás, ir a terminar con el asunto que Perséfone dejó inconcluso en la tierra.

Ella sufría. Mi hija sufría... Por mi culpa. Por culpa de mis impulsos. Por culpa de haberme fijado en su mejor amiga en primer lugar.

—Es hora.

Lentamente me muevo. Triste, abatido, destrozado. Fui egoísta. Fui estúpido.

—¿Evie...?

—Todavía no, pero sucederá pronto.

Aunque Evie no murió luego del castigo corporal impuesto por mi ex mujer, pero sí sufrió bastante, y aunque su cuerpo resistió, ya no resistiría una noche más.

Ella morirá.

Y yo no puedo hacer nada.

Tardé en encontrarla, fui engañado por Perséfone una vez más. Y cuando me di cuenta, ella ya había ido a mi guarida en busca de la única persona que avivó el fuego en mi interior como nunca nadie.

Si quería herirme, lo logró.

Ni siquiera la mató. Me dejó encontrarla, sangrante, apenas respirando, sin color en el rostro. Sufriendo, agonizando. Me dejó sentir aquel sufrimiento como propio, incluso mucho peor.

Yo nunca quise nada de esto.

No fue mi intención...

Vuelvo al inframundo en un parpadeo. Miro donde encontré a Evie, sintiendo nuevamente una ola de desesperación.

—¡Perséfone!

De las sombras emerge. Ella siempre me estuvo vigilando. Siempre estuvo ahí siendo testigo de mi dolor.

Cuando se acerca, expulso todo el dolor dentro de mí transformado en ira. Ella ni siquiera se inmuta cuando la encadeno de las manos, con cadenas anclada al suelo, sus manos estiradas para evitar que se mueva.

—No volverás a ver la luz del día en toda tu existencia—sentencio. Aquello la hace sonreír—. Jamás te perdonaré. Ella no era culpable.

—Pero tú sí— escupe, con tanto odio que me pregunto donde quedó aquella chica de que me enamoré por su brillo—. Tú, Hades, mereces sufrir esto. Tú mataste a mi verdadero amor, lo torturaste e incluso todavía se lo diste a tus perros de comer.

—¡Eso no fue así!

Su grito rompió la quietud del lugar. A lo lejos, las almas en penas lloraron aún con más fuerza.

—¡Eso nunca pasó de esa forma y lo sabes!

Perséfone ocultó su rostro girando la cabeza.

—Nunca me dejaste ser feliz.

—Yo siempre te di opciones.

Hades la manda al Tártaro. No quiere seguir viéndola.

Ojalá Evie tuviera más opciones.

De poder cambiar su lugar por ella, él lo haría.

—Si tan sólo eso fuera posible...

(...)

Evie

Cuando desperté, lo primero que pensé fue que estaba muerta ya. No había dolor, ni malestar. Y la verdad lo prefería. Aquella mujer me torturó hasta que se cansó.

Al ver a Mal a mi lado, sosteniendo mi mano, me di cuenta de que seguía viva.

—M.

Mi voz apenas salió en un susurro.

Volví a repetirlo, un poco más fuerte, pero ella seguía sin escucharme.

Comenzaba a pensar en que, quizás, yo ya no estuviera tan viva como creí.

Me levanté. O bueno, eso creí, porque vi mi cuerpo en una cama de hospital pero yo no estaba en él. Al ponerme de pie, noté que ya era un ser incorporeo.

—No te escucha, Evie— dijo Hades, tras mis espaldas. Reconocí su voz, y no me asusté. Después de todo, él era el dios del inframundo y probablemente me había ido a recoger o algo así.

—¿Estoy muerta?

—Casi.

Asentí.

No tenía miedo. Estaba en paz.

—Escucha, entiendo que será difícil de aceptar, pero yo nunca quise que todo esto sucediera así. Yo te amo.

—No me amas— dije sin moverme. No podía sentir nada. El vacío me estaba consumiento—. Te atraigo, sí. Disfrutas de mi compañía, sí. Pero no me amas.

—Sí te-

—Era sólo sexo, Hades. Siempre fue sólo eso.

Fui dura tanto como pude. Él suspiró, lo escuché. No podía creer que tuviera sentimientos genuinos.

—La aventura se salió de control. Jamás debimos comenzar esto. Mírame, estoy muriendo por una venganza donde yo jamás tuve nada que ver— di media vuelta para enfrentarlo, sonriendo con hipocresía—. Es injusto, pero supongo que esto me merezco por no haber medido las consecuencias de acostarme contigo.

Hades intentó tomar mi mano pero no lo dejé. De pronto me sentía muy molesta con él.

—Es tu culpa— continué—. Y no esperes más, termina con mi vida.

Hades negó. Lo vi apretar firmemente sus puños.

—Tu hilo de la vida no se puede romper— su aspecto comenzó a deteriorarse, mientras yo me sentía con más fuerza conforme los segundos pasaban—. Una divinidad no puede morir.

Mi color de piel poco a poco regresaba a la normalidad. Aspiré una gran bocanada de aire y, luego, un fuego abrasador recorrer la sangre en mis venas. Un aura dorada estaba sobre mí.

—Vine a despedirme— confesó—. Hace tiempo tú dejaste todo por mi culpa. Amigos, familia, y eso no puedo permitirlo otra vez. Vive tu vida, sé feliz.

—Hades.

—Evie.

Negué. No quería esto. No quería dejar a Mal sin su padre.

De pronto, él se desvaneció, y mi alma volvió a mí cuerpo.

—¡Hades— grité, despertando a Mal. Yo lloraba, estaba destrozada.

Mal me abrazó. Yo seguí llorando sin entender exactamente lo que había pasado.

¿Hades realmente murió?

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2021 ⏰

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