Capitulo 27.

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Apenas paso una semana desde que Hipo y yo nos besamos y desde entonces, debo admitir, que había seguido pasando tal acción, principalmente cuando estábamos solos en los atardeceres de Berk después del día de trabajo el cual ambos retomamos sin problemas como cualquier otro día sin desastre, nuestras salidas se hicieron mas frecuentes lo cual no fue ignorado por el resto de la isla, sin embargo, aun no se decía o rumoreaba nada, o al menos no lo había notado.

Tras darle sus cuidados a Liv en los establos, inicie con el siguiente paso del proceso del entrenamiento de los dragones que habíamos rescatado hacia un mes, estábamos en los últimos pasos donde se retocaban algunos detalles de cada dragón, algunos tenían mas problemas para adaptarse a ciertas circunstancias como el no escupir fuego cada que se enojan, a pesar de que la isla ya contaba con ese problema como una posibilidad diaria, y había un par de dragones que aun no se sentían seguros estando en la aldea, por lo que permanecían en los rincones hasta que algún vikingo se les acercaba o ellos decidían acercarse para agarrar comida pero no para permanecer.

Suponía que al igual que nosotros a ellos se les venia el mismo pensamiento de que "esto parece demasiado bueno para ser verdad", pero era cuestión de tiempo a que se acostumbraran, lo bueno era que no nos consideraban una amenaza y no se ponían a la defensiva, según Hipo y Astrid era de gran ayuda en estas situaciones ya que antes tenían mas problemas en adaptar a los dragones que se encontraban en la misma situación.

Logré un avance en cada dragón al punto en que pude instalarlos en los bordes de la aldea donde los berkianos habían colocado algunos de los nuevos soportes para los dragones, de esa forma estarían y a la vez no en la aldea en un lugar cómodo.

❄️

Era pasada la hora de la comida cuando termine con el primer grupo de dragones y pretendía repetir el proceso con otro grupo después de tomar algo de comer del Gran Salón, pero Valka se ofreció a cumplir con ese grupo de dragones para tener un respiro, algo de lo que estaba segura Astrid estaba detrás. 

Sin problemas subí las escaleras al Gran Salón, pero fue cuando me encontraba pasando por la entrada que tuve que agacharme tras escuchar el aleteo detrás de mi, resulto ser un Terror Terrible, a quien pude ver tenia algo en una de sus patas, supuse que era lo que Hipo me conto una vez, un "Correo Aéreo" de esa forma se mantiene en contacto con sus amigos y aliados cuando se encuentran en islas separadas.

Me acerqué a donde vi a Hipo y Patapez sentados en una mesa, el mismo lugar donde el Terror Terrible descendió y espero.

Fue notado por ambos jinetes y fue Hipo quien tomo el pergamino atado a su pierna mientras que Patapez fue quien le dio algo de comida por su arduro vuelo desde quien sabe donde.

-Con que correo aéreo ¿eh?- pregunte sentándome a un lado de Hipo captando su atención.

-Si así es- respondió.

-¿De quien?- pregunte- si se puede saber.

-Es de la Reina Mala y el Rey Dagur- dijo- es momento de realizar el firmado anual del acuerdo entre la tribu de Berk y de la isla Berserker y los Defensores del Ala.

-Nunca pensé que escucharía el titulo de Rey antes del nombre de Dagur- comento Patapez- en fin, no contaba con que fueran a pedir el firmado del acuerdo, no han firmado el de la isla Berserker en años.

-Si bueno, debemos recordar todo lo que paso en esos años, si nada de eso hubiera pasado, probablemente seguiríamos firmando el acuerdo anualmente mientras escondemos a los dragones, y aunque paso todo lo que paso y nos aliamos sin tanta formalidad, debe haber una razón para que hayan recurrido a esto, además de ser amigos, somos aliados y pensando como jefe, debería quedar registrado, así que tiene sentido- comento Hipo.

The Last Byenerian; H. HaddockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora