- ᴅᴏs: hurto -

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Intento arrebatarle el pañuelo color escarlata a su madre quien fue más rápida, pues la logró esquivar mientras la mira con gran decepción, sus ojos eran como afiladas dagas que penetraban en Sooyeon quién no sé doblegó en ningún momento, intentando unas dos veces más por quitarle el pañuelo hasta que obtuvo éxito.

— ¡¿Te has vuelto loca?! —. Gritó su madre mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Sooyeon comenzó a doblar el pañuelo para luego guardarlo en un cajón donde hay telas de diversos colores a lo que su mamá se llevó una mano al pecho. Cerró el cajón de manera brusca para luego sentarse en medio de su cama mirando a su madre que parecía estar al borde del colapso.

— Las he tomado prestadas —. Sonrió con inocencia.

Si madre se acerca a ella tomándola por los hombros. La sonrisa en el rostro de su hija solo muestra de su gran cinismo, ganas no le hacen falta para querer golpear, pero aún así resiste, su pequeña hija, la esperanza de la familia; respira profundamente para calmarse, su cabello lleno de canas lo tiene atado en una trenza larga.

— Sabes bien que por nuestra posición no podemos usar colores, ¿Cómo has sido capaz de robar estas cosas? ¿Sabes si quiera el castigo por esto?

Sooyeon mira por encima del hombro de su madre hacia el cajón de sus pequeños tesoros, pañuelos, abanicos, anillos y demás objetos pequeños coloridos que ha hurtado desde hacía años atrás manteniéndolos en secreto. Nunca ha sido atrapada en los robos hechos, siempre ha deseado por pertenecer a esa clase alta en dónde si puede vestir el color que se le plazca y no solo es horrible gris rata del que ya está harta, todas esos objetos robados los ha hecho suyos, que alguna vez usaría públicamente.

Se dejó caer sobre el viejo colchón, ocasionando el rechinar de algunos resortes. Su sonrisa se borró debido al sonido, hacía años que ese colchón rechina, y aún no estaban cerca si quiera de que pudieran hacer cambio de esos anticuados muebles. Su mirada se volvió vacía; su madre camina de lado a lado por la habitación con desesperación, su mano se restriega por su rostro arrugado. 

— Eres una...

— ¿Ratera? ¿Pordiosera? ¿Arrastrada? ¿Puta? —. Interrumpió — ¿Ahora que más soy madre? ¿Qué más va agregar a la lista de lo que soy?

La mujer dejó de hablar mirando a su hija con gran desaprobación, hasta que en su dedo anular notó de algo brillante que le hizo alarmarse aún más, no dudó en quitarle el anillo aprovechando que estaba distraída, a lo que ella se sentó de inmediato en la cama con gran ira en sus ojos intentando por quitarle la pequeña joyería de sus manos.

— Dámelo —. Ordenó.

Sus ojos se tornaron rojizos, su mandíbula estaba apretada y sus labios dibujan de una línea recta esperando a que su madre cediera.

— No. Ya veo que no me equivocaba al decir que tu y ese bueno parada nada se traían algo, ¿Fue con él con quién robaste todo esto?

— Sabes bien que ese anillo es importante, ahora dámelo —. Pidió con poca paciencia evitando responder.

Su madre alzó ambas brazos con las palmas abiertas, las dejó caer a la vez que soltaba el aire contenido, estaba incrédula, su mano derecha comienza a temblar. 

— ¿Importante? Eres increíble, Sooyeon, te he educado para algo mejor que está... Porquería, no sabes cuan decepcionada me sentí de ti cuando supe que estabas junto a ese... A ese pordiosero de Soobin. Toda la vida te he educado para ir por algo mejor, y ahora hasta ratera has salido todo por querer estar junto a un muerto de hambre. ¡Toda la maldita cuadra murmuraba de ustedes! Sabían todos que ese bastardo no era solo un esclavo, ¡Que vergüenza!

No Regrets |•Choi Soobin, Choi Beomgyu•|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora