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EPÍLOGO 1

Parte 1

Sam

Odiaba mucho la ciudad de Nueva York, todas las luces siempre son demasiado brillantes, los edificios eran muchos, no había una sola calle sin ser habitada, y había millones de personas en la calle.

Todos están viviendo sus propias vidas, corren de un lado a otro, atienden llamadas y yo solo soy una extraña, alguien que nunca conocerían, alguien sin importancia en esta jungla.

Pero debía estar aquí, ya que aquí era mi trabajo, aquí era la única gran oportunidad que tenía para poder construir un futuro.

Y supongo que lo están logrando, ya que tenía un buen puesto en una empresa, y aunque el empleo no le gustará demasiado, al menos podía pagar mi renta.

Odiaba ser una adulta.

De nuevo suspiré cuando mi teléfono comenzó a sonar, pero este dejo de hacerlo al tercer timbre, por lo que ni siquiera tuve el descaro de ver quién había sido.

Decidí hoy salirme antes de mi horario laboral ya que había terminado todos mis pendientes, y lo hablé con mi jefe, entonces esperaba que en todo el día no me molestaran.

Cruce una calle, junto con miles de personas más, así que no supe en que momento, alguien termino tirando su café en mi blusa.

- ¡Mierda! - dije

- Lo siento - hablo una chica - no fue mi intención, pero con toda esta bola de gente, no supe cuando fue que termino mi café en ti - hablo nerviosa

- no te preocupes, lo mismo me hubiera pasado si hubiera traído un café - dije - las calles de New York son una jungla

- Nunca te terminarás acostumbrando a las calles de New York - me dijo

- Nunca - sonreí

- bien, iré a comparar otro Dalgona Coffee proque si no terminaré explotando, adiós - dijo y mi sonrisa desapareció recordando a Conan.

Seguí mi camino, y me senté en una banca en el parque, para limpiarme la blusa.

Con suerte ese día, llevaba una playera abajo de la blusa, y aunque hiciera frío, preferí eso a estar sucia.

Los ojos de Conan aparecieron en mi mente otra vez y recuerdos de aquel día llenaban este momento de nostalgia.

Recordé como pensé que ese día sería mi oportunidad.

Regrese a cuando estaba sentada con mis amigos, me pare por un libro, para al menos tener un pretexto para hablarle, sin darme cuenta que el también lo había hecho.

El destino coincidió a nuestro favor, y ambos tomamos el mismo libro haciéndonos reír.

- Ese es mi favorito - me dijo

- El mío también - rei

- Soy Conan - me dijo

- Samantha - sonreí y ambos tomamos nuestra mano.

Quería decirle que si quería venir a mi mesa, pero las palabras de Noah me golpearon.

¿Era amor o miedo a estar sola?

Lo pensé, Noah tenía razón, no quiero a alguien que me quiera, quiero a alguien que esté conmigo, no quería a alguien que me amara, si no alguien que me acompañará.

- ¿Estás bien? - me preguntó - te quedaste callada

- No - dije yéndome, incluso los gritos de mis amigos no me detuvieron, no quería confundirme ni confundirlo a el.