✨La Ninfa del Poder✨ [Claude de Alger Obelia ]

✨ Capítulo 2✨

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Habían pasado 3 meses desde que reencarné en este mundo y empecé mi trabajo como bailarina. Le había quitado a Diane el puesto de la Mejor Bailarina.

Ella estaba tan enojada que siempre quería competir conmigo para demostrar que era mejor pero yo siempre me superaba.

Hoy era el cumpleaños de el emperador Claude y como se esperaba, yo y Diana estábamos en un carruaje que nos llevaba al palacio imperial.

- Mira Azul más te vale que no intentes llamar la atención de el emperador Claude, él es mío - si esa era la voz irritante de Diane que me miraba con odio.

- Si el emperador se fija en mí y no en tí no es mi problema - dije fría y cortante.

Ella enojada intentó replicar pero le lancé una mirada mortífera haciendo que ella se encoga en su lugar con miedo.

Mi amado Claude ya no estarás solo nunca más.

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Dentro del palacio imperial, justamente en el gran y hermoso salón de baile se encontraban todos los invitados disfrutando de la velada.

El emperador estaba sentado en su trono mientras observaba a todos de manera fría he indiferente. Su prometida Penélope intentaba llamar su atención con el vestido ajustado al cuerpo que llevaba pero conseguía solo la atención de pervertidos y no de Claude.

- Las bailarinas han llegado - le susurró Félix a su amigo en voz bajan.

- Que pasen - responde desinteresadamente Claude. Él solo llamó bailarinas ya que el consejo exigía que siempre en los cumpleaños los emperadores debían tener un entrenamiento femenino a su disposición.

Por la gran puerta entraron dos hermosas mujeres que no aparentaba tener más de 14 años bueno Azul no aparentaba tener más de esa edad pero Diana parecía tener 18 años aunque tenía la misma edad que su compañera.

Diana llevaba un top rosa intenso que le llegaba justo abajo de los pechos, con una falda larga hasta los tobillos del mismo color solo que era algo un poco transparente de más haciéndola parecer vulgar.

En cambio Azul llevaba un top azul rey que dejaba ver solo dos centímetros de su vientre plano, una falda que se ajustada a sus sensuales caderas y le llegaba hasta el tobillo solo que está era solo lo suficientemente transparente. Ella no parecía vulgar, si no parecía una hermosa y elegante dama aristocrática y más con aquella diadema que tenía como adorno en su hermoso pelo plateado.