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Capítulo 04 - Una espina clavada

JiMin estaba todavía dándole vueltas a las palabras de Rui Xue y a la reacción de SiWon.

Comparado con otras personas, la visión de JiMin sobre los sentimientos humanos era bastante simple. Conocía la lealtad, también conocía el cuidado de un gobernante hacia su pueblo. Pero ese tipo de sentimientos, comparados con los afectos entre una persona y otra, eran completamente diferentes.

Cuando SiWon recibió la cítara rota, debía estar muy triste. Pero JiMin simplemente no podía entender por qué, a pesar de lo mucho que obviamente le gustaba Jung Wang, SiWon podía seguir tratando a Jung Wang tan cruelmente.

En la guerra, alguien mataba al otro y era asesinado por otro. Así era, y así lo veía JiMin.

La forma de SiWon y JungKook de hacer las cosas en secreto y de engañar a la gente, no era para nada el estilo de JiMin.

Esa noche, tumbado en la cama con los ojos bien abiertos, JiMin reflexionó mientras miraba al techo. Al final, no se trataba de quién estaba equivocado y quién tenía razón. Incluso para JungKook, JiMin no podía decir que estuviera equivocado. Como rey, JungKook estaba obligado a pensar más allá que los demás. Sin embargo, JiMin todavía no podía aceptarlo.

Recordó los rumores que había oído antes de su muerte, cómo un rey como Jung Wang podía favorecer a SiWon hasta tal punto. Lo que significaba que el sentimiento de Jung Wang hacia él era sincero. Sin embargo, JiMin estaba seguro de que su relación no era algo que el pueblo pudiera tolerar. Ahora que SiWon se había ido, Jung Wang sería el blanco de las críticas.

JiMin se levantó muy temprano a la mañana siguiente porque no había dormido bien. Cuando cerró los ojos, se despertó de nuevo porque se acordó de la cítara rota. La siguiente vez, se acordó de JungKook, que estaba muy lejos, en la capital.

Cuando por fin pudo conciliar el sueño, soñó con aquella vez que la flecha de JungKook le atravesaba el corazón.

Los reyes eran conocidos por actuar despiadadamente de una manera y luego de otra al segundo siguiente. JiMin nunca creyó que fuera a vivir mucho tiempo si volvía a la capital. Si JungKook quería que tuviera una muerte dolorosa, estaba seguro de que podría pensar en mil maneras de hacerlo.

De todas formas, JiMin no podía defenderse. ¿Qué iba a decir? ¿Que él no era el verdadero Park JiYoung? Sería demasiado ridículo, nadie le creería.

JiMin recogió sus cosas y escondió sus dagas. La rendición de SiWon ante Jeon fue un gran golpe para el País Jung. Aunque perder diez mil soldados no fuera gran cosa, la traición de un marqués haría temblar a todo el país.

Si se rompía la confianza del pueblo y de los soldados, ¿cómo iba a luchar el País Jung en una guerra?

Sin duda, Jung Wang retiró inmediatamente a sus soldados de las fronteras y ya no atacó el territorio del País Jeon. El edicto imperial de JungKook no tardó en llegar, declarando que el ejército había conseguido un gran mérito y ordenando que volvieran a la capital

Los treinta mil soldados recién reclutados de JiMin también se trasladarían a la capital. Todo su ejército, marchando desde Park hasta el País Jeon, creaba una vista tan espléndida.

Cuando una gran multitud como esta viajaba, era realmente una gran oportunidad para que JiMin escapara. Pero jiMin no sabía dónde iría después de dejar el ejército.

No quería volver a Park. Había nacido y crecido aquí, sería imposible para él quedarse quieto y olvidarlo todo, especialmente con Park Wang ahora convertido en un simple marqués y estando en prisión.

La emperatriz fea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora