9. Fin

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Lan Xichen y Lan Wangji rápidamente comenzaron a tocar en un intento de calmar la energía de resentimiento. Jiang Cheng le gritaba a su hermano  para saber que necesitaba sin respuesta, no quedándole más que protegerlo de los espíritus que se acercaban demasiado a él.

Wuxian sintió la luz, no podía dejarse tragar por la oscuridad, tenía una razón para no hacerlo. Abrió los ojos con fuerza, empleo todo su poder para suprimir el sello, algo parecido una explosión negra sucedió, la mitad del sello cayó al suelo. Wuxian apenas podía mantenerse en pie, pero aún debía destruir la mitad, fingiendo fortaleza se dispuso a hacerlo ante la atenta mirada de los otros.

Yanli quería detenerlo pero sabía que no podía hacerlo, ella se lo pidió, él ni siquiera dijo que no aunque seguramente sabía el riesgo. Así que se levantó, se secó las lágrimas, y lo observó, el otro le regaló una sonrisa cansada, y se dispuso a destruir la segunda mitad.

Jin Guangshan solo observaba mientras se echaba aire con su abanico, como esto pudo terminar así estando tan cerca de obtener el poder que deseaba. Quien diría que el poder que terminaría con el sello sería esa pequeña mujer que ahora veía al frente llena de confianza. 

La oscuridad de nuevo salió, Wuxian esta vez estaba consiente, con ayuda de los otros tres pudo destruir la segunda mitad del sello de forma más rápida. Cuando el viento se llevó el polvo del sello su corazón se sintió tranquilo, su control sobre Yiling finalizaba, y la oscuridad volvía a tomar ese lugar. Wei Ying cayó de rodillas y escupió sangre. 

-Traigan a Qing- dijo Jiang Cheng, unos discípulos llevaron a Wen Qing con sus manos inmovilizadas y sin su ropas del clan, y comenzó a tratar a Wuxian en ese momento, pronto quedó dormido. 

-Es momento que regresemos a Jummeng- dijo Jiang Cheng por fin.

Al llegar vieron donde estarían los Wen, sería un encierro un lugar sin lujos apenas lo suficiente para vivir, Jin Guangshan no pudo inventar nada más para estar en contra de la idea que ya habían aprobado MIngjue y Xichen. 

Wuxian pasó unos días inconsciente, con Yanli sin separase de su lado sin dejarlo de atender un momento. 

Al despertar, Wuxian le sonrió como aquella vez que regresó de la tortuga ancestal. -Cada día eres más bella-

Yanli besó al otro cariñosamente y lo abrazó. -Gracias-

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Tras algunos días Wuxian decidió hablar con Jiang Cheng

-No puedo seguir cultivando- le dijo simplemente Wuxian.

-¿De que hablas? solo destruiste el sello, ya hablamos de esto, ya eras bueno antes- dijo el otro viéndolo confundido. 

-Yo... yo perdí mi nucleo dorado- le dijo tras pensarlo profundamente. 

-.... ¡¿Como?!-

-Al ... al destruir el sello, requería mucha energía y se colapsó- dijo simplemente.

El otro lo vio con extrañeza -Vayamos a la montaña, ella te sanará- le dijo 

-No puede haber dos Wei Wuxian, esta bien, ya no lo necesito. Yo quiero vivir una vida tranquila con shijie. Aún puedo hacer el cultivo demoniaco aunque no tan fuerte como antes, te podré ayudar de vez en cuando.- 

Jiang Cheng lo vio fijamente -Esta bien-

-Gracias, aunque no por eso dejare de apoyarte- dijo Wuxian con una sonrisa -Después de todo es una promesa.

Jiang Cheng sabía que ese rostro era el que ponía Wuxian cuando mentía, pero tendría alguna razón para hacerlo.

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La boda de Wuxian se anunció poco después de que despertara, y se organizó en poco tiempo ya que Yanli estaba preñada. 

Si bien no fue una enorme boda, acudieron los líderes de las principales sectas. Tras dar las tres reverencias un enorme barco de boda adornado hermosamente llegó.

-Te prometí un barco enorme para tu boda- dijo Wuxian sonriendo. Ambos subieron, vestidos de rojo uniéndose en un beso. 

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Los días pasaron, los días volvían a la normalidad en el muelle de loto, la tranquilidad siempre lo había desesperado, pero esta vez la disfrutaba demasiado. A su lado estaba Yanli, cuyo vientre se abultaba cada vez más, cuando no estaba con ella iba atrás de Jiang Cheng apoyándolo en los asuntos de la secta, aún sin la posibilidad de cultivar era muy habilidoso en las cinco artes. 

Asimismo, aunque en apariencia los Wen vivían básicamente como esclavos, en la realidad, cada uno de ellos tenían hogares, y se les proveía todo para que fueran autosustentables con la condición de que esto estuviera oculto por si algún curioso viera. Wuxian convivía cada vez que podía con ellos, igual que Yanli, encariñándose ambos con un pequeño niño que quedó huérfano de nombre A-Yuan, tras hablarlo con su familia sabían que lo mejor para él es que Wuxian se lo llevara y se criara como un cultivador de los Jiang.

Un día de noviembre nació Wei RuLan, siendo su felicidad. Wuxian cada día empezó a tomar un puesto secundario en el mundo de cultivación, y los ojos del mundo se apartaron de él. La tranquilidad y paz reinaban su vida. Por fin, luego de tan largo camino tenía una familia.

Jiang Yanli siempre fue la única que mantenerse controlado, y ahora a su lado, quizá podría dejar de ser tan problemático, aunque eso no aplicase a Jiang Cheng. No sabía que habría sido de su vida sin haber estado ella, pero ahora podía sumirse en esta felicidad.

Fin. 

Amor fraternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora