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Yuzuha y Vivi, voltearon hacia la puerta viendo cómo ambos chicos las miraban ocultando sus risas. La primera que habló fue la menor.

–¿Qué haces aquí?– se dirigió al más alto.

–Tonta, habíamos quedado en estudiar nosotros dos juntos pero faltaste. Es obvio que te iba a buscar.– respondió volviendo al personaje serio, mintiendo en parte.

–¿Ahora te importo?– se rió la chica pero fue interrumpida por un golpe en su cabeza.

–¡Estamos en medio de una clase, pedazos de idiotas!– gritó la mayor logrando que hasta los dos muchachos se sorprendan.

–Vámonos a casa, hermana.– le sonrió su hermano menor.– Creo que estos dos tienen problemas que atender.

–¡Tienen que atender el problema de que van a tener que estudiar como si no hubiera un mañana!– agarró su mochila y se limitó a saludarlos agitando su mano con enojo. Hakkai solo se inclinó ante la chica con timidez y le susurró un suerte a Draken para correr hacia su hermana.

Vivi se levantó de su asiento dispuesta a irse pero una mano evitó que agarre su mochila. Esta forcejeo un poco y al darse cuenta que no le podía ganar en fuerza se rindió.

–¿Por qué estás enojada conmigo?

–Porque eres un idiota. Ahora suelta mi mochila. Me quiero ir.– este no le hizo caso y levantó lo más alto que pudo la mochila. La chica intentó alcanzarla pero, debido a su estatura, no pudo hasta que le pegó a puño cerrado en su estómago, logrando que se agache un poco logrando sacarle el objeto. Se colgó su mochila en la espalda y salió corriendo tan rápido como pudo pero de lejos se podían escuchar los pasos agigantados del gran Draken.

Al salir de la institución frenó para tomar un poco de aire pero unos brazos la agarraron desprevenida sacándole un grito.

–¡Cállate mocosa!– le tapó la boca el más grande.

–¡Me asustaste idiota! ¡¿Cómo quieres que no grite?!– el rubio no se dió cuenta que estaba técnicamente "abrazando" a la chica. No era un abrazo como tal pero se podía confundir tranquilamente con uno.

–¡Sueltame! quiero irme a casa.– los ojos de Viví se volvieron cristalinos cosa que debilitó al más alto. Soltó su agarre para poder ponerse frente a ella y acariciar su mejilla, notando como varias lágrimas se acumulaban en sus pequeños ojos.

–Perdon, soy un idiota. No llores.– le rogó secando las gotas que empezaban a caer.

–Soy muy sensible, perdón.– se disculpó con la voz entrecortada cosa que rompió más algo dentro de Ken.

–No, Vivi. Es por mi culpa, está bien.– la hizo sentar en una banca al frente de la institución y busco dentro de su mochila lo que había comprado para la noche. –Uno para ti...– imitó el típico tarareo que hacía ella mientras le daba el pez de pan y el refresco.– y uno para mi.– dejo su mochila a su lado para darle atención a la chica que seguía lagrimeando.

–Gracias Kenny, no, perdón Draken.– se corrigió secándose las lágrimas mientras miraba su pancito. El mayor no sabía que hacer en situaciones así. Se arriesgó y posó su mano en el hombro de ella abrazándola de lado. La más baja se puso a llorar peor, dejando su comida de lado abrazándolo más fuerte, llenandole de lágrimas su camiseta.

–Me puedes decir Kenny si quieres.– le susurró a la chica que tenía entre sus brazos. No era que le gustaba el apodo en sí pero le gustaba como lo decía la dulce voz de su compañera.

–¿Por qué ahora estás siendo bueno conmigo?– siguió llorando e insultandolo de vez en cuando mientras refregaba su carita en el pecho del más alto.

Pasaron los minutos y ellos seguian en esa postura. Ninguno de los dos estaban incómodos solo compartirán de una u otra manera sus sentimientos. Draken, por un lado, se sentía culpable por haber ignorado los pesares de la chica por un decir estúpido, y en cambio, ella logrando por fin ver un lugar blando de su amigo.

La chica se separó del cuerpo del más alto, con los ojos hinchados buscando su pescadito de pan, porque de tanto llorar le dió hambre. Kenny se lo alcanzó abriendo por ella el envoltorio.

–Hoy no estudiamos.

–Yo si. Después te explico lo que aprendí.–le sonrió mordiendo su bocadillo.– Aunque no lo parezca Yuzuha explica muy bien.

–¿Me vas a cambiar por Yuzuha?– la miro con los ojos entrecerrados.

–No, Draken.– respondió mordiendo nuevamente su comida. –Solo te aviso para que luego le preguntemos a ella si entendimos bien o no.

–Nos terminará golpeando tonta.– río el más alto.–¿Dónde quedó el apodo estúpido que me pusiste?

–Me dijiste que no te gustaba.– respondió mientras observaba el tatuaje que este tenía en su cabeza, en verdad se preguntaba si le había dolido y más en ese lugar del cuerpo.

–Pero hace un rato te dije que no me importaba.– miró hacia otro lado tratando de no cruzar mirada con la chica.

–¡Me alegra escuchar eso, Kenny!– la chica golpeó su hombro en broma.– voy a cambiarme el uniforme y vamos a comer algo.

–¿Quien dijo que yo iría?– la vio escabullirse nuevamente en la institución y él quedó solo en la banca pensando en que cálido era tener a Vivi entre sus brazos.

><><

La chica se cambió rápidamente en el baño de niñas. Cambió su camisa por el buzo que le devolvió su amigo ese mismo día y se dejó la pollera del uniforme ya que la prenda superior la tapaba. Se lavó su rostro para sacar todo rastro de lágrimas y acomodo sus cabellos ya que los tenía todos parados.

Cuando acabó, corrió hacia la salida encontrándose con su compañero
a cual le regaló una sonrisa. El chico al verla dirigirse a él posó sus manos dentro de sus bolsillos tratando de ignorarla mirando para otro lado.

–¡Vamos Kenny! Hay un lugar donde venden pizza súper buena.– con entusiasmo la chica saltaba alrededor del más alto. Este solo acomodó su mochila y se dedicó a seguir a la más baja, que le contaba con exageraciones que tan buena era la comida del lugar. Así se enteró que su hermano mayor de vez en cuando la llevaba a ese lugar y jugaban a piedra, pepel o tijeras para ganar la última porción. Cosa que hizo morir internamente de ternura al duro vice capitán.

Al llegar al lugar, Vivi se sintió mal ya que este estaba cerrado. La chica sin entender el porque ingresó al local de al lado para preguntar qué había pasado recibiendo la noticia de que estaban haciendo mantenimiento. Enojada salió del lugar arrastrando a Draken detrás de ella.

–Hey, ¿no te gustan las hamburguesas?– sugirió el chico viendo como su amiga cambiaba su expresión de molestia por una llena de esperanza. –Hay un lugar cerca donde íbamos con Mikey de vez en cuando.

–¡Vamos!¿Por dónde es?– respondió una Vivi con los ojos súper brillosos y con una sonrisa de oreja a oreja, cosa que causó efecto en el chico.

–Ven, sígueme.– el alto ignorando la calidez en su corazón.

La chica obedeció preguntándole que tan deliciosas eran las hamburguesas y si venían con papitas. Draken le contestaba cada pregunta con toda la paciencia del mundo. Hacía frío en la ciudad de Tokyo, a pesar de estar en plena primavera las noches eran como si estuvieran en invierno. El chico observó de reojo como la muchacha refregaba sus piernas con sus manos tratando de calentarlas, se acercó a ella y estiró el buzo que llevaba puesto hacia abajo tratando de cubrir lo mas posible. Luego, como si nada, volvió a caminar bajo la mirada sonrojada de la chica. Las siguientes calles fueron silenciosas ya que ninguno de los dos entendía que había pasado. Draken no entendía porqué sintió el impulso de hacerlo y Viví por la atención recibida.

El ExamenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora