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Ambos se sentaron en el bordillo de la calle. Vivi algo nerviosa por lo que le iba a decir el muchacho y Draken, algo preocupado por cómo se podría llegar a tomar la noticia, la muchacha.

–¿Qué me quieres decir Kenny?– preguntó ante la máxima seriedad del muchacho.

–Te contaré acerca de mi familia.– le trató de sonreír para calmarla pero no era muy sincera, cosa que se dió cuenta Vivi. –Cuando nací mis padres me abandonaron. Mi madre era una prostituta y mi padre un cualquiera.– suspiró al decir lo más difícil. La joven abrió los ojos sorprendida ante la nueva información. –Las personas que trabajan en el prostíbulo me criaron, ellos me dieron mi nombre, me alimentaron, me dieron un lugar donde vivir y me protegieron hasta ahora.– sonrió agradecido. –Soy parte de su extraña familia, si se podría decir. A pesar de que la gente en ese lugar va y viene, les estaré eternamente agradecido.– Tomó una pausa. –No voy a negar que de vez en cuando, me siento celoso por las personas que tienen una familia "normal", pero es lo que me tocó pasar y no puedo esconderlo contigo.– finalizó con una sonrisa melancólica que fue acompañado por un sincero abrazo de la más baja que lo tomó desprevenido.

–Gracias Ken por compartir esto conmigo.– sonrió en su pecho. –Perdón por a veces hacer preguntas que por ahí, fueron dolorosas para ti.– dijo con la voz baja mientras que pensaba que pudo haber herido los sentimientos del joven.

–Está bien Vivi. No sabías nada de esto y no te sientas mal.– besó su cabeza mientras rodeaba la espalda de la chica. –Ademas, tu hermano y tú me dieron más cariño del que pude haber tenido de mi familia. Te quiero mucho nena.– se apretaron más fuerte mientras algunas lágrimas caían de los ojos de la muchacha y el alto sentía un nudo en la garganta por lo agradecido que se sentía con ellos.

Se quedaron abrazados por unos minutos, ambos sin querer despegarse del otro. Compartiendo todo el cariño del momento y disfrutando la compañía del otro. Se separaron cuando la chica dejó de llorar, con su rostro rojo como un tomate y un puchero que rápidamente fue besado por el alto.

–Te quiero mucho Kenny.– soltó, con más lágrimas en medio que rápidamente fueron secadas por el mencionado. Ya se había acostumbrado a secar el rostro de la más baja, calmando la con todos los mimos que se le ocurría en el momento. Frotó su nariz con la de ella con sus ojos cerrados mientras acariciaba sus mejillas con sus pulgares.

–¿Cómo puedes producir tantas lágrimas?– rió Ken con aún sus narices juntas. La chica copió su acción moviendo su nariz creando una fricción suave que llenaba los corazones de ambos.

–Tú me las produces.– le robó un beso al alto sin separarse.

–¿Me hechas la culpa a mi?– Vivi asintió  y Ken solo rió irónico. –Tú eres una llorona.– dejó otro beso en sus labios para luego separarse suavente y abrazarla escondiendo su rostro en el cuello de la chica.

–Pero así me quieres, tonto.– se burló y él asintió causándole cosquillas a la más baja.

–¡Les dije que volvieran antes de que oscurezca!– ambos jóvenes se separaron para ver la figura de un hombre que les gritaba a lo lejos. Ya sabían de quién se trataba.

–Perdoneme Cristian, fuimos a comprar pecesitos de pan y había una fila enorme. Usted sabe lo caprichosa que puede llegar a ser su hermana menor.– sorpresivamente Ken culpó a Vivi provocando una gran ofensa hacia ella.

–¡Mentira! ¡Ken se puso celoso con el que vendía los pecesitos y se peleó con él!– también lo culpó logrando un sonrojo en este.

–¡Una vez que les pido que vuelvan temprano y no lo hacen!– gritó enfurecido Cristian cortando la discusión de los chicos.

–Es toda mi responsabilidad Cristian. Discúlpeme.– hizo una reverencia a la cual los hermanos quedaron sorprendidos.

–Si tan solo mi hermana tuviera la mitad de la educación que tienes.– suspiró y golpeó la espalda suavemente del joven. –Ven a casa a cenar. Nuestra madre cocinará, de paso, la conoces.– le sonrió el muchacho a Ken.

–Gracias por la invitación, pero estoy retrasado con algunas tareas y las quiero finalizar para estar libre para estudiar para el examen que rindo con Vivi.– se excusó rápidamente. Obvio que no quería dar a conocer que estaba en una pandilla de delincuentes, y menos quería que, el hermano sobreprotector de su chica, lo supiera.

–Esta bien Ken. Mañana ven a cenar o cuando puedas, ya sabes que eres bienvenido.– respondió dándole palmaditas en la espalda. –Ve a casa tranquilo, yo me haré cargo de esta niña.– finalizó dedicándole una sonrisa.

–Muchas gracias Cristian. Mañana con gusto vendré a comer. Adiós Cristian.–  le devolvió la sonrisa para luego dirigirsela a la muchacha. –Adios Vivi.– se subió a la moto para luego ponerse el casco y nuevamente, mediante gestos, saludar a ambos hermanos. Después, solo se pudo ver a Ken y su moto, desaparecer entre las calles de la ciudad.

–Bueno, vamos a casa.– indicó el hermano de la chica.

–Vamos hermanito.– le sonrió.

En el pequeño trayecto, ambos hablaron sobre lo vivido ese día y cómo seguirían. Sobre cómo debían afrontar su situación familiar y cómo sería el perder a alguien tan valioso para ellos.

Al llegar, Vivi se fue a su habitación para programar una alarma que sonaría enseguida solo para simular una llamada frente a su hermano.

–¿Hola? ¿Emma? Si,– empezó a actuar de maravilla, ante la expectante mirada de Cristian. –Si, me dijo Yuzuha. No sé, ahora le preguntaré a mi hermano.– simuló tapar el altavoz. –Cris, Emma y Yuzuha me invitaron a una piyamada en su casa, ¿Puedo ir?– preguntó entre susurros.

–Si va Yuzuha seguro te deja mamá. Luego pregúntale a ella.– respondió en susurro. Destapó el altavoz.

–Me dijo que si pero le preguntaré a mi madre de igual manera. Dale a eso de la diez de la noche iré. Adiós Emma.– Simuló cortar la llamada.

–Si quieres yo te llevo pero, ve a preguntarle a mamá. No quiero problemas.– avisó el muchacho mientras pelaba una naranja. La chica saltó de felicidad internamente para luego asentir e ir hasta el cuarto de su progenitora.

Mientras subía las escaleras para dirigirse a la habitación de la mujer, escribió algunos mensajes avisándole la situación a Ken y este le avise a Emma. Entró al cuarto de la señora que se encontraba viendo la televisión recostada en su cama.

–Volviste.– dijo sin sorpresa.

–Si, ma.– suspiró. –Me invitaron a una piyamada entre mis amigas.– la mujer asintió buscando más información.

–¿Quiénes irán?– preguntó para luego volver la mirada la pantalla del televisor.

–Emma y Yuzuha.– hizo énfasis en el segundo nombre. Sus madres se conocían hace tiempo.

–Yuzuha es una buena chica, deberías aprender de ella.– lamentablemente su madre era de esas que comparaba a sus hijos con otros. –Si va ella está bien. Mañana irán al colegio de igual manera.– dijo sin mucho interés. No era una madre presente y se notaba a lo lejos.

–Gracias ma. Me llevará Cristian.– le contó para que sepa. Ella solo respondió con un asentimiento para tomar el control remoto y cambiar de canal.

Vivi se fue de la habitación algo triste por el frío trato de su madre pero feliz al saber que no estaría cerca de ella está noche.

Kenny, dile a Emma que iré a las diez de la noche.
¿Me irás a buscar o iré con ella a la reunión?

Envío el mensaje a Ken, recibiendo una respuesta rápida.

Iremos juntos, bebé.
Nos encontraremos en la casa de Mikey y Emma.

Ante el mensaje sonrió y contestó rápidamente un "Nos vemos Kenny.", para luego chillar emocionada por la noche que iba a vivir.

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