Oɴᴄᴇ

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Con el tiempo escuché toda clase de malos planes sobre la destrucción de la humanidad. Fui testigo de las habladurías y de cómo aquel mountros con sonrisa angelical pretendía apoderarse de la creación cruelmente maravillosa que había creado Dios: los humanos.

Que iluso era, pensé. Se creía dueño y señor de todo y todos pero no era más que un simple ángel corrompido por la malicia y la ambición. Nadie podía contra el amor, la paz y la bondad que profesaba su palabra. Ni la oscuridad más absoluta podía aplacar un poquito de su luz.

Y fue en aquel sitio lleno de sueños y deseos putrefactos donde recordé todos las pruebas de amor que Él me había obsequiado y de las que renegué desconsideramente.

El tormento de un alma [Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora