Oᴄʜᴏ

43 5 4
                                    

Rechacé la única oportunidad que tendría de ser libre. Y allí tirada, con mi sangre corriendo por todas partes y perdida para siempre entre banalidades carnales dejé poco a poco que mi alma se escapara frente a mis ojos sin oponer resistencia.

En ese momento perdí la vida y también mi última esperanza. El Reino de los cielos ya no era para mi, después de todo yo me había empeñado en rehusar aceptarlo aún cuando toda yo pendía de un hilo. Ahora me tocaba un lugar más profundo y siniestro que a la imaginación se le quedaba corto.

De nada me valió satisfacer mi cuerpo y olvidar mi espíritu.
De nada me sirvió gozar de los placeres carnales y desechar los espirituales.

El tormento de un alma [Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora