Corre, corre, corre, corazón, que las vacas suelen ser las más veloces.

127 42 22
                                    

Tenía una buena vida. Una vida cómoda. Las mañanas en la granja eran ruidosas y estaban llenas de acción. Al contrario de por las tardes, donde todo parecía tornarse quieto, casi como si el tiempo se detuviera bajo el sol rojizo que moría poco a poco en la monotonía.

Tenía una buena vida, sí, pero no una perfecta. La tranquilidad de aquel sitio se sentía como una burbuja de calma que lo protegía pero a la vez le aprisionaba. Por ello más de una vez se encontró mirando con nostalgia el horizonte, esperando algo sin saber realmente qué. Algo que no había llegado esa tarde, ni en ninguna de las tardes de los 10 años que llevaba haciéndose cargo de aquel lugar.

Aún así, como cada tarde dirigió su mirada al horizonte. Al precioso y aburrido horizonte adornado por montañas, sembradíos y ese chico siendo perseguido por una vaca.

Un momento, un chico siendo perseguido por una vaca, eso no era parte del paisaje cotidiano.

- ¡Espera! ¡Margarita! ¡Detente!- gritó corriendo en dirreción al chico que era perseguido por el animal.

- ¡Ayuda!- clamó el hombre de cabello negro mientras corría con la cara pálida como si la muerte misma viniera tras él.

Finalmente Lysandro llegó hasta el sujeto, o mejor dicho el chico se lanzó sobre él mientras gritaba algo sobre vacas asesinas.

El de cabello blanco logró girar al hombre hasta ponerlo a salvo tras su espalda y luego hizo un gesto con las manos a la vaca para que se calmara.

- !Eah, eah! Vamos pequeña, nada está pasando, buena Margarita- instruyó al animal que aunque bufó y miró con molestia al hombre detrás de su amo, pareció entender la orden y se dió media vuelta para luego marcharse de malhumor.

- ¡Dios mío! Creí que me moría- exhaló el chico detrás de él haciendo que Lysandro finalmente se volteara a verlo.

El chico era alto, no tan alto como él pero tenía una altura considerable. Sus azules ojos se destacaban junto a su cabello negro que estaba desordenado por obvias razones. Debido a lo mismo sus pálidas mejillas estaban sonrojadas al extremo. Mientras que los labios rosados que poseía, se encontraban entreabiertos a consecuencia de la lucha por respirar, era evidente que no acostumbraba hacer deporte. Su ropa por otra parte ¿Quién utilizaba un suéter de Mario Bros para andar por el campo?

Este sujeto, cada fibra de su ser gritaba: ¡Citadino!

- Primero que todo ¿Quién eres y por qué estabas molestando a Margarita?- indagó el de ojos desiguales mientras se cruzaba de brazos.

- ¿Disculpa? ¿Yo molestando a la vaca? ¿No viste quien de los dos era el que estaba siendo perseguido? ¡Esa cosa me iba a comer! Además ¿Quién le pone Margarita a una vaca?- se quejó el de ojos azules indignado.

- Este es el territorio de Margarita, ella es inofensiva y herbívora, tuviste que molestarla primero.

- Solo la observé ¡¿Es pecado observar a una vaca?!

- Margarita es tímida, no le gusta ser observada.

- ¡Lysandro! ¡Es una vaca! ¿Cómo puede ser una vaca tímida?- se quejó incrédulo el pelinegro mientras verificaba que la mochila que traía no hubiera sufrido algún daño.

El albino estaba por responder cuando se percató de que aquella persona lo llamó por su nombre ¿Se conocían de antemano? No lo recordaba de ningún sitio, intentó hacer memoria pero no daba con ese rostro. Aunque se le hizo parecido al chico de las fotos del trabajo de su cuñada, pero ese chico tenía el cabello azulado y diferente color de ojos.

- ¿Disculpa? ¿Nos conocemos?- preguntó al rendirse en su intento por hacer memoria.

El de ojos azules se mostró indignado, bien era cierto que no era muy llamativo pero de eso a ser olvidado tan fácilmente. Era casi un insulto. Aunque bueno, Lysandro era conocido por su mala memoria.

- Soy Armin, fuimos juntos al instituto- al percatarse que el más alto no daba señal de reconocimiento volvió a intentarlo.- Armin, el hermano de Alexy, el chico de los videojuegos. Fuí el sombrerero en la obra de Alicia.

- No, lo siento. No me suena de nada- confesó el contrario algo apenado.

- Estuvimos juntos en la misma banda y todo.

- ¿En la misma banda?

- Sí ¿Recuerdas? Lleve mis instrumentos de Guitar Hero- explicó el pelinegro esperanzado de que el otro le recordara.

- ¿Guitar Hero?- indagó Lysandro ya que aquella marca de instrumentos no le sonaba de nada.

- Ya sabes... la batería de juguete- indicó el más bajo haciendo con sus manos la mímica de utilizar las baquetas.

- ¡Ah! El de los cacharros de plástico que se intentó unir a la banda- finalmente recordó Lysandro ocasionando que el otro se sonrojara, esta vez por la vergüenza y no por el cansancio.

- Sí, ese mismo- contesto en voz baja lamentando el mismo haber traído aquel tema a colación.

Lysandro ahora podía recordar vagamente al chico con una bufanda púrpura revoloteando por allí con su hermano en los pasillos del instituto. Aunque eso no despejaba del todo sus dudas.

- Bueno Armin, no es por ser impertinente pero ¿Qué haces aquí?- cuestionó sin mayor demora, era mejor ir directo al grano. Había aprendido que aquello ahorraba tiempo y disgustos.

- ¡Ah cierto! Vine por esto- respondió el de ojos azules sacando un objeto de su mochila para mostrárselo al otro.

Lysandro, sin embargo, se quedó quieto mirando con asombro aquella vieja libreta. Llevaba años sin ver alguna. Sin escribir en una.

EL JUEGO (LysMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora