Evolución jurásica

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Existía por allí una teoría que decía que las aves eran descendientes de los dinosaurios. Armin nunca le dió mucho crédito a esta idea hasta que se vió parado en medio de cientos de pollos que parecían verlo con feroz voracidad.

— Solo tienes que tomar un poco y lo esparces a una distancia segura— le explicaba Francis mientras introducía su mano en una bolsa de trigo pulverizado para luego tomar un puñado y arrojarlo a un metro de distancia aproximadamente.

Las aves se abalanzaron sobre este cual si fueran hormigas a un terrón de azúcar. Devorando todo en un santiamén.

— Entendido— respondió él viendo aún con recelo a los pollos.

— ¡Bien querido! Ayúdame entonces a bajar ese saco de alimento de allí— pidió ella señalando el dichoso saco que se encontraba sobre una repisa del corral. Solicitud que el citadino atendió de inmediato comenzando a bajarlo— solo ten cuidado de no...

Su advertencia, sin embargo, llegó tarde. Armin había abierto el saco por accidente y ahora estaba cubierto completamente de alimento de pollo.

Dos cosas sucedieron al mismo tiempo. Francis mostró una expresión entre divertida y preocupada. Armin por su parte sintió cientos de pequeños y brillantes ojos mirarlo con gula. Las bestias estaban hambrientas y él era el plato principal del buffet de la tarde.

_A unos cuentos metros de allí_

— Necesito que sigas supervisando el crecimiento de la tercera hectárea de siembra, tenemos que verificar que el abono este funcionando de manera correcta— comentó Lysandro mientras revisaba los apuntes que le había pasado Robert, todo parecía estar en orden pero le gustaba mantenerse atento ante los cambios.

— ¡Sí patrón!— respondió el hombre mayor con entusiasmo, haciendo que el menor dejará salir un suspiro resignado. Jamás lograría que dejara de llamarlo de aquella manera.

— Bueno, si eso es todo creo que ahora podríamos...— intentó pasar a la siguiente actividad del día pero el contrario le interrumpió.

— Patrón, esto, disculpe mi impertinencia pero...— Robert parecía algo apenado por el tema del que quería hablar, lo que causó extrañeza en su jefe ya que el hombre solía ser muy directo al tratar con él.

— ¿Ocurre algo?

— Bueno, es sobre su amigo, el citadino. Francis me dijo que se quedaría aquí ayudando por un tiempo— el de cabello canoso se sonrojó un poco con la palabra amigo pero el menor no se percató del hecho por lo que no lo interrumpió.— No quiero ser indiscreto, patrón pero ¿Cree que esa es una buena idea?

— Comprendo tu punto— admitió el albino dándole razón al otro— pero puedes estar tranquilo, no creo que resista más que un par de días antes de rendirse y marcharse de aquí.

— Si usted lo dice— aceptó el mayor no muy convencido del asunto pero sin atreverse a contradecir a su jefe.

— Además ¿Qué tanto desastre puede causar?— sentenció el capataz para enterrar allí la conversación. Sin embargo, como si el universo quisiera demostrarle que no hay que dar nada por hecho, en ese momento se escuchó un grito.

Ambos hombres voltearon a la vez sus rostros solo para ver a la distancia al citadino cubierto de lo que parecía ser alimento de pollo en polvo corriendo a toda velocidad mientras era perseguido por una bandada de gallinas feroces y hambrientas.

— Espero que realmente sepa lo que hace, patrón— comentó Robert mientras veía el espectáculo mientras Lysandro se llevaba una mano al rostro para ocultar su sonrojo por la vergüenza ajena.

_Un par de horas más tarde_

Armin se quejaba mientras el albino colocaba una vendita adhesiva en su brazo, el corte era pequeño así que no estaba físicamente lastimado. Aunque su orgullo, por otro lado, si estaba muy herido.

— ¿Cómo es que un adulto puede ser tan torpe?— se quejó Lysandro una vez que terminó de checar su brazo.

— ¡No es mi culpa!— se defendió el ojiazul haciendo un puchero mientras notaba la falta de la calidez de los dedos contrarios sobre él, aunque no iba a pensar mucho en ese asunto por el momento.— Viste esas cosas, corrían como pequeños t-rex asesinos detrás de mí ¡Casi muero devorado!

— ¡Son solo gallinas! ¿Cómo te van a matar? No exageres— el más alto sacudió la cabeza ligeramente indignado— Además te lastimaste por intentar subirte a un árbol ¿Quién se sube a un árbol para huir de las gallinas?

— ¡Creí que no volaban!

— Son aves ¿Qué esperabas?

Armin dejó salir un puchero resentido ante los regaños del otro. Era un adulto de 27 años, la última vez que alguien le había hablado así fue su madre en su primer año de universidad y de eso ya había transcurrido mucho tiempo. Bien era cierto que Alexy aún le armaba una cantaleta de vez en cuando pero su hermano gemelo no contaba. Después de todo él no le hacía caso a sus reclamos.

Guardaron un incomodo silencio por unos momentos hasta que un sonido extraño inundó los oídos de Armin. Era melódico, como el baile sincrónico de cientos de haditas vistiendo campanas, o el producto de un río cantando al alba. Quizás era similar al sonido que hacían estrellas para llamarse unas a otras a través del firmamento. Pero era más simple, y a la vez no, que todo aquello. Era el sonido de alguien riendo.

La risa de Lysandro era hermosa. Tanto que sorprendió a Armin quien solo se le quedó observando por un instante sin saber que hacer. El albino estaba sonrojado mientras intentaba controlarse sin lograrlo. Una de sus manos se encontraba sobre su estómago talvez mitigando el dolor que le producía el esfuerzo de reír tanto mientras la otra mano se encontraba apoyada sobre la mesa evitando que se cayera por la debilidad del cuerpo ante el subidón de endorfinas. Los mechones blancos de su cabello se balanceaban con él siguiendo los movimientos constantes de su cabeza mientras ésta se agitaba con las carcajadas y sus ojos estaban vidriosos del júbilo.

El programador tuvo que admitir que no solo su risa era hermosa. Lysandro se veía completamente hermoso riendo, aunque fuera a su costa. Por lo que se dejó contagiar por aquel chispeante sonido y termino riéndose él también de su desgracia.

EL JUEGO (LysMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora