CAPÍTULO UNO

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-Kaixo Txema, Kaixo Karmen¿que tal todo?-les pregunté con mucho entusiasmo ya que hacia un tiempo que no les veía.

-¡Kaixo Lucía!¡Que ganas teníamos de verte!-me respondió Karmen al mismo tiempo que Txema subía las maletas al coche.

Mientras tanto Chloe estaba corriendo cuesta arriba y cuesta abajo disfrutando del verde de esas montañas, persiguiendo a todos los caballos que había por ahí ya que nunca había visto a uno de ellos.
Llegamos a la casa rural y conoció a Lai, el perro de los dueños, se llevaron super bien así que les dejé jugar toda la tarde mientras deshacía las maletas y lo ponía todo en su sitio. Llegó la hora de irse a dormir y Chloe ya estaba durmiendo hacía horas de lo cansada que estaba, cerré la luz y avisé a mis padres, amigos y familia de que estaba todo bien.

El día siguiente me levanté temprano, ya que quería llevar a Chloe a hacer un paseo entre mar y montaña cerca de Zumaia, el pueblo donde grabaron una de las escenas de 8 apellidos vascos y que ahora estaba a petar.
Le puse a Chloe su pañuelo rosa, nos despedimos de Karmen y Txema y nos fuimos. Como el trayecto era corto dejé que Chloe fuera a mi lado, verla tan feliz era el sentimiento más bonito del mundo y no quería que acabara nunca. Mientras conducía podía escuchar sus soniditos de felicidad mientras contemplaba todos los pajaritos y animalejos que aparecían al prado que había al lado de la carretera.

Bajamos del coche y empezamos la ruta, íbamos a Sakoneta, mi lugar preferido ya que desde pequeña me llevan todos los años y es un lugar mágico. Chloe andaba a mi lado y me tocaba ayudarle a cruzar algún que otro charco enorme porque le encantaba el agua y sino se ponía perdida; llegamos a la playa y por suerte pillamos marea baja y pudimos ver los flysh que habían al suelo, eran unas rocas que había ido desgastando la marea durante muchos años y que ahora entre roca y roca habitaban cangrejos y gambitas pequeñitas.
Chloe no quería salir del agua y me hacia entrar con ella cada vez para que le salpicara y ella pudiera intentar cojer las gotas al aire con la boca mientras le lanzaba su pelota preferida e íbamos juntas a por ella. En el momento en el que me relajé en una roca y la miré sonriendo alguien me habló por la espalda.

-Tendríais que ir saliendo, la marea va a empezar a subir y las corrientes vendrán fuertes- escuché.

Me giré y me quedé congelada al ver ese chico, por su acento supe que era vasco; rubio, con ojos azules en los que cualquiera podría perderse, un cuerpo tan perfecto que parecía de mentira. Llegué a pensar que estaba soñando hasta que Chloe me pegó un mordisquito porque quería seguir jugando, entonces después de unos segundos ya tenia voz para contestar.

-Perdón, estaba distraída. Gracias por avisarme- dije avergonzada mientras cogía a Chloe y me levantaba de la roca

-De nada, perdón si te he asustado hablándote así de repente-dijo mientras Chloe se acercaba a olerlo.
Entonces cuando me acercaba a coger a Chloe vi que la acariciaba y se reía con ella.

-Tenía una perrita igual hace muchos años.¿Chloe se llama no?- me preguntó y yo me quedé sorprendida al ver que sabia su nombre; como vio que no contestaba siguió hablando.
-Jajaja no te asustes lo he supuesto por tu tatuaje, parece que la quieres mucho- en esos momentos se me olvidó por completo que tenia un tatuaje con la huella y el nombre de Chloe.
Seguidamente contesté:

-Si, la verdad me sorprende lo mucho que se puede llegar a querer a un animal. Este tatuaje me lo hice un verano de hace unos años y recuerdo que me costó muchísimo tiempo conseguir su huella bien marcada con calco al papel pero valió la pena ya que levantarme todas las mañanas y ver su huella marcada en mi piel me hace feliz.

-Te entiendo, hace tiempo me tatué el nombre de mi padre ya que falleció en un concurso nacional de surf y desde ese momento lo siento más cerca; por cierto soy Haize- me dijo enseñándome un tatuaje que llevaba en el tobillo izquierdo.

-Lo siento mucho, supongo que fue muy duro para ti y para todos. Yo soy Lucía- contesté

Entre palabras y montañas nos alejábamos de la playa para volver al coche, donde nos dimos nuestros números y nos despedimos. Ví que Chloe estaba encantada con él y que a él le encantaba estar con ella.

Esa noche Karmen vino a traerme unos trozos de queso y una botella de sidra para cenar juntas mientras le contaba todo lo que me había pasado ese día. Chloe cenaba su ración de pienso como todas las noches y al poco tiempo nos fuimos a dormir.

Eran las 3:00 de la mañana cuando escuché algo que no me gustaba, me levanté corriendo y fui a ver si Chloe estaba bien.

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