CAPÍTULO TRES.

28 3 26
                                    

-Lo siento Lucía, estaré aquí para lo que necesites, llámame todos los días y infórmame de todo. - me dijo Karmen mientras me daba un abrazo enorme.

-Gracias Karmen, de verdad. Voy a descansar un rato y luego haré las maletas y me iré a casa de Haize en Zumaia- le dije mientras ella i Txema me miraban con cara de pena.

Me fui lentamente hacia mi habitación y me encontré a Haize y Chloe acostados a un lado de la cama durmiendo. No podía dejar de observarlos, uno al lado de otro; Haize con su brazo rodeaba a Chloe y no podía dejar de pensar en lo feliz que me haría ver esa imagen todos los días.
Me acosté al sofá que había en la misma habitación y me costó un buen rato dormirme ya que estaba intentando asimilar todas las emociones.

Me levanté a las dos horas con espíritu positivo, si eran mis últimos momentos con Chloe quería ser feliz pero por encima de todo, hacerla feliz. Así que me levante y preparé algo para comer ya que supuse que Haize tendría hambre, después me senté desprendiendo felicidad al lado de Haize y Chloe que seguían durmiendo.

-Buenas tardes chicosss-dije felizmente. Chloe rápidamente empezó a estirarse y me lamió toda la cara y empezamos a revolcarnos una encima de la otra jugando con delicadeza ya que no quería que se hiciera daño. De repente escuché la risita de Haize y mientras le daba las buenas tardes seguía jugando con Chloe.

-Buenas tardes Lucía, me alegra verte así- me dijo mientras se le asomaba una risa juguetona.

-Supongo que tendréis hambre, así que os he preparado algo- dije sintiéndome orgullosa. Ojalá ese momento pudiera ser eterno, adoraba tener a Chloe a mi lado y aunque me costara aceptarlo Haize me hacía feliz.

Luego de comer pasamos un rato viendo una película con Chloe, de la noche a la mañana ya formaba parte de mi vida y ahí fui consciente de lo loca que es esta vida; como un mal momento puede crear uno mejor, como de un caos pueden aparecer mil momentos mejores pese que la sensación de dolor siga dominándote el cuerpo.

Se hizo de noche y ya estábamos acabando de cargar las maletas en el coche para ir hacia su casa. Estábamos en el coche, Chloe estaba bien y yo intentaba ser feliz, hablábamos de nuestros gustos y hobbies hasta que de la nada apareció el tema "música" el tema del que más me gustaba hablar con la gente ya que yo soy música, le hablé de mi primer concierto con piano y voz en una bodega y finalmente le acabé hablando de una canción que le compuse a Chloe hacía unos años y que en unos segundos empezó a sonar en el coche ya que la subí a Spotify.

Se me hizo corto el trayecto y cuando llegamos me enseño su casa, muy acogedora por cierto, descargamos las maletas y lo puse todo en su sitio. Luego procedí a ducharme y arreglarme mientras Chloe dormía en el salón.
Era muy duro ver como en tan poco tiempo había perdido tanta energía, ver como poco a poco iba desapareciendo era demasiado triste porque después de tantos años compartiendo momentos con ella la idea de perderla me asustaba muchísimo; de tantas vueltas que daba mi cabeza pensando lo mismo volví a llorar.
Bajé las escaleras con los ojos rojos, me senté al lado del sofá en un sillón color beige muy bonito y observé a Chloe, mi cosita preferida, la que sin hablarme conseguía hacerme feliz.
Haize me vio mirándola y llorando así que se acercó por detrás y me cogió del hombro y sin pensarlo ya estaba entre sus brazos otra vez. Susurrándome al oido me dijo:

-Venga Lucía vamos a cenar, he preparado pasta- me alegró escuchar la palabra pasta aunque, bueno, la idea de cenar con él me apetecía bastante; no sé si era por la idea de evadirme de todos mis pensamientos o porque realmente me estaba empezando a gustar.
Nos sentamos a la mesa, en silencio.

-Oye Haize, no sé si debería preguntarte esto pero ¿como se siente perder a alguien?- pregunté con nerviosismo.
Él no contestó y siguió comiendo porque sabia como acabaría esa conversación. Entonces seguí hablando.

ALMAS VIAJERASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora