ALMAS VIAJERAS

CAPÍTULO CINCO.

— Lo... lo siento, me he dejado llevar yo... no querí...— empezó a decir Haize, pero antes de que acabara la frase le volví a besar, agarrándolo del cuello, demostrándole que no me importaba. Lo deseaba. Él podría convertirse en mi adicción.

Sin darme cuenta Haize ya está encima de mi. Su mano baja por debajo de la camiseta que llevo puesta sin parar de besarme. En un momento, él se despega de mis labios para quitármela por completo.

Y yo aprovecho para observar lo guapo que es. Él cierra los ojos y yo me levanto un poco para besarle el cuello. Lo oigo suspirar. Coge mi mano hasta que estoy de pie en frente de él, en ese momento aprovecho y le quito la camisa que lleva puesta. Mis ojos escanean su cuerpo desnudo, a él poco le cuesta tomarme de la cintura y besarme de nuevo, su lengua tentando y experimentando me hace soltar un gemido. Él me empuja al sofá hasta que caigo sobre mi espalda, se sube encima de mí aun besándome y tocándome. Sus labios inquietos empiezan a bajar por mi cuello hasta llegar a la parte interna de mis muslos.

Nunca nada se ha sentido tan bien, tan perfecto, sobretodo porque es con él. Haize se vuelve mas agresivo con su lengua moviéndola en círculos. Siento que voy a explotar, que no puedo más. Tapo mi boca con mi mano para callar mis gemidos.

Me estremezco y él sigue hasta que voy a explotar —¡Haize!—
El orgasmo me invade, arqueo mi espalda, todo se vuelve muy sensible.

Acabamos acostados el uno al lado del otro, él me acaricia la mejilla.

—Ha sido increíble— me dice.
Como no me salen las palabras me giro hacia él, viendo como sus ojos brillan de deseo, y le doy un beso.

— Buenas noches Haize —digo a la vez que él me coge de la cintura apretando mi espalda sobre él, y así nos dormimos.

Me levanto sobre las 10:00 de la mañana y lo primero que veo es una nota de Haize diciendo que se había ido. Entro en pánico, probablemente no le gustó porque desaparecer sin más no era normal y más sin dar razón alguna. Lo llamo, pero en vano. 

De pronto, Chloe empieza a vomitar otra vez. ¡No me podía estar pasando esto! Empiezo a llorar y llamar a Haize, pero seguía sin contestar. No me quedó más remedio que llamar al veterinario para que viniera rápido a llevar a Chloe a la clínica.
En el coche no paro de besarla diciéndome que todo saldrá bien.

Llegamos a la clínica y antes de que el veterinario se la llevara dentro la besé y le dije:
— Te quiero gordi —
Estaba sola en la sala de espera, llorando, así que llamé a Alba, mi mejor amiga.

— Que pasa Lulu— me dijo asustada. Le contesté como pude.

— No te preocupes todo saldrá bien, de todas formas cojo lo necesario y voy para allá, mándame ubi —

Alba, tan fantástica como siempre, la adoraba, siempre me hacia reír y estaba a mi lado para todo. Si pasaba algo siempre dejaba lo que estaba haciendo para venir a mi lado.

Después de 30 minutos salió el veterinario, desilusionado.

— NO, NO, NO — grité llorando mientras él me daba un abrazo.

Chloe ya no estaba, así de la nada se había ido.

Te quiero gordi

Esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez. No podía creer que se hubiera ido, sin más.
Un sentimiento de vacío atravesó mi cuerpo, dejándome vacía. Había pensado muchas veces en que haría sin ella y siempre dije que saldría adelante, pero estaba equivocada. Este sentimiento, tan extraño y desagradable, no se lo deseaba a nadie.
Me sentía fuerte, capaz de superarlo y seguir la vida sin mi persona favorita. Pero al irse, tan solo me tomó un segundo en destruirme.