Efímero - [+18] ©

Capítulo II

Poder y Venganza
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—¿Dónde está ella?—dijo Nathaniel.

—¿Quién?—Preguntó Erik.

—¿Quién va a ser? La bragas negras—dijo sarcásticamente Nathaniel.

—Ella no vendrá—respondió Erik.

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Corría por mi casa mientras lloraba lágrimas caían por mis mejillas.
Mi corazón se acelera mientras busco mi teléfono.

Mando un mensaje al jefe Logan de lo que había pasado y que no iría a trabajar hoy.

Conducía por la carretera hasta el FBI.

—Señorita Romans—me dijo una mujer al entrar.

Había mucha gente conocida llorando, algo había pasado y no creo que sea bueno.

—Acompáñeme—me dijo la mujer.

La acompañé hasta un tipo de sala, había muchas personas.

—Encontraron esto en el cuerpo de su padre.

Si lees esto Anissa te significa que he muerto te quiero, recuérdalo por siempre.

Me he metido en unos sucios trabajos y no creo que quieras saberlos, porque Anissa tienes que vengarte.

Porque Elisa, mamá, no murió por cáncer, la mataron los mismos que me mataran a mi.

Papá utilizó un alfabeto que inventé de pequeña.

No digas nada sobre esto. Te dejé pistas. Tienes que vengarte. En el FBI  hay un topo.

—¿Entiende lo que pone allí?—me dijo él hombre.

—No...—mentí.

El hombre se sentó.

—¿Sabe algo más?—me dijo.

—Nada.

—Ellos mataron a 24 personas que los descubrieron junto tu padre—me dijo mientras apuntaba.

Seguía llorando.

—¿Qué están buscando?

—No tenemos ninguna pista de donde pueden estar.

—¿Entonces no haréis nada?

—Se lo dejaremos al CNI.

—Entonces vosotros no hacéis nada—dije.

—Retírese si no tiene más información por favor—dijo señalando la puerta.

La mujer me acompañó hasta fuera.

Agarré mi coche y compré unos cigarros, iba por la carretera mientras mis ojos se nublaban.

Paré de pronto al ver que no podía conducir, limpié mis ojos y seguí conduciendo hasta el psiquiátrico.

Iba a entrar a los vestidores hasta que...

—¿Por qué no ha venido a trabajar?—oí a Alice decir.

—Porque han matado a su padre Alice—le respondió Erik.

—Ya estará acostumbrada ya que su madre estaba muerta ahora lo están los dos—dijo en una pequeña risa Alice.

—No digas eso—le dijo Erik.

Las lágrimas nublaban mi vista.

Entre y le di una bofetada a Alice, Alice se quedó en el suelo mientras yo la miraba.