𝚂𝙸𝙴𝚃𝙴 𝚈 𝙼𝙴𝙳𝙸𝙾

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No sé cómo mantuve la fuerza suficiente en mis piernas para caminar del estacionamiento al ascensor y del ascensor al penthause, pero lo hice.

Crucé el pasillo del recibidor caminando despacio, y apoyando una mano sobre la pared y la otra sobre mi pecho.

— ¡Miki! Gracias a Dios que estás bien. —Koko caminó rápidamente hacia mí, y me tomó de los hombros. — ¿Qué fue lo que pasó? Está en las noticias.

—Le-le dispararon a Ran.

— ¿Quién fue?

—Y-yo no lo sé... Ya-yakuzas, creo... —mi corazón se estremeció, y no pude aguantar las lágrimas. —Raan... Se murió frente a mis ojos.

Mis piernas se sintieron como si fueran de gelatina y por más que intenté aferrarme al kimono de Koko para mantenerme de pie, sólo pude caer al suelo. Kokonoi también cayó conmigo y me abrazó por los hombros.

—Está bien... Está bien... —murmuraba mientras acariciaba mi espalda.

Sentí como poco a poco fue despojándome de las llaves de la moto, de mi celular, de mi pistola y de la navaja de Baji, y terminamos por quedarnos así durante un rato.

Mi mente se fue aclarando poco a poco con sus caricias hasta que por fin pude procesar lo que había pasado. Cuando empecé a asimilarlo, logré dejar de llorar; la presión en mi pecho continuó, pero al menos dejé de temblar.

—Voy a bañarme. —murmuré señalando mi ropa sucia por la sangre de Ran.

Él asintió y besó mi cabeza para luego ayudarme a levantar.

—Resolveremos esto. —tomó su celular y tecleó en él para luego ponerlo en su oreja. —Quiero saber si Rindo y los demás están a salvo.

Caminé despacio al baño y cerré la puerta detrás de mí, colocando el cerrojo. Cuando estuve frente al espejo del tocador, empezó a faltarme la respiración.

No pude evitar llorar de nuevo por la presión que aplastaba mi pecho y asfixiaba mi corazón.

La sangre de Ran cubría mi estómago desnudo, había bañado mi ropa, mi cara también estaba manchada e incluso podía notar la sangre en mi brazo izquierdo, que era el que estaba completamente tatuado desde el hombro hasta la muñeca.

Solté la coleta de mi cabello y sentí como acariciaba la piel desnuda de mi espalda, caricia que me hizo recordar al delicado toque de los dedos de Ran que me escoltaban fuera del club una hora atrás.

La opresión en mi pecho fue cada vez más asfixiante, dolía como una mierda y no sabía cómo manejar este sentimiento de nuevo.

Había tocado fondo, eso estaba claro, pero me costaba mucho acostumbrarme a la sensación. Se sentía como si intentaran arrancarne el corazón.

Todo se había salido de control, las cosas estaban cada vez peor y sólo quería...

El recuerdo de este año nuevo llegó a mi mente repentinamente, interrumpiendo mi idea inicial.

Fue como si las cosas se aclararan para mí, respecto a las palabras que me dijo Mikey esa noche vieja.

Estábamos en el club Zeus celebrando, supuestamente. Mikey estaba aburrido y noté que quería irse pronto, o se dormiría ahí mismo, así que tomé la iniciativa.

Agarré la mano de Mikey y corrí con él hacia afuera del antro.

¡Mira, Mikey! ¡Compré mi primera moto! ¡Vayamos a dar un paseo!

Él miró la moto dudoso y medio adormilado.

¿Por qué...?

¡Qué importa! —bramé montándola. — ¡Sube, Mikey!

𝐁𝐎𝐍𝐓𝐄𝐍 | Tokyo Revengers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora