tres

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lo único que sé es que dormí como bebé, luego del inconveniente, mis sueños estuvieron rodeados por un mar, el mar de unos ojos azules.

la mañana transcurrió rápidamente lo cual me sorprendió. después desayunar y ordenar mi cama, me duché y luego lo hizo Franco. se pasaba más en esta casa que en la de él, a ninguna le molestaba eso.

--¿vas a trabajar? -preguntó Franco.

--sí, hoy salgo antes.

--¿te llevó?

--si querés -sonreí.

--no tengo nada que hacer.

--mamá, ya tengo chofer -le grité a mi mamá y ya solo río negando con la cabeza.

él abrió su boca.

--¿me usas?

--sí - acepté como si no fuera nada importante.

--y yo que..

--calla, calla, que un rato tengo que entrar a trabajar -seque y él guardó lo último que quedaba.

--la señorita tiene resposabilidades que cumplir -dijo de forma burlona.

lo miré mal y le tiré el repasador.

--sí, y vos tendrías que aprender un poco de eso.

rodó los ojos con diversión y sacó las llaves de su auto.

--dale, petisa -dijo saliendo de la cocina.

era imposible. saludé a mi mamá, agarré mi mochila y salí de casa.

no tardamos más de diez minutos en llegar, me despedí de Franco, ignorando el hecho de que prometió llegar a tiempo para cuándo terminara mi horario.

entré al local y ahí estaba mi jefa, dueña del lugar.

--hola, Daira -su amabilidad al hablar causaba ternura.

para hacerles la descripción corta era un mujer de unos sesenta años, con cabello corto, algunas canas, de estatura media, piel clara y unos ojos verdes amarronados, que si no los mirabas bien ni cuenta te dabas.

--buenas tardes, María ¿cómo está?

--todo bien por suerte, gracias ¿y vos nena? -preguntó acomodando algunas cosas del lugar.

--tranca -sonreí acercandome a ella-. deje, yo lo arreglo.

--gracias nena. cualquier cosa llámame y me alegro que estés bien -dijo yendo hacía el fondo del local.

para el otro lado se encontraba su casa, vivía ella con su marido. él no salía mucho, pero sabía que era igual de amable que ella.

ordene lo que quedaba por organizar y me senté en mi lugar. saqué el celular para boludear un rato, sin llegar hacerlo, porque ya había alguien del otro lado de la ventana.

--buenas tardes -dije después de abrir la ventanita.

--le dije que a mis amigos que sí iba a correr suerte -eleve si vista encontrando con el chico de ayer.

el que tenía en los ojos un mar, el que no sé por qué motivo estuvo en mis sueños.

carraspie y pregunté.

--¿disculpa?

--que sos la chica de ayer, con la que mi amigo quedó pelotudo -sonrió abiertamente, lo pude ver ya no que llevaba barbijo.

rasque mi nuca sin saber que decir.

--si podrías ser tan amable de ponerte el barbijo -su mirada era bastante pesada, carajo.

mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora