Todo parecía estar en calma, las verdes praderas del día llenas de plantas y hiervas, lagunas de agua cristalina y los cielos celestes completamente despejados con alguna que otra ave. Los habitantes del día, seres de piedra y mármol con cuerpos esbeltos cubiertos por hojas, vivian en los valles y colinas, en sus casas de piedra con mantos de colores o plantas cubriendo sus techos, dedicándose al cultivo en las lagunas. Desde ahí podían ver al imponente templo del sol, una criatura de piedra con algunos árboles en sus hombros y extremidades cuadradas, caminando en cuatro patas y elevando al sol.
El cual era sujetado por cadenas y siendo llevado por ellas. Dentro de este robusto ser de piedra, en su espalda, sr encontraba el templo en si que era de altos muros y paredes rojizas con algunas estatuas de los antiguos guardianes, se encontraba Sohone, el guardián del sol, que tenía un cuerpo esbelto, musculoso y con apariencia de piedra anaranjada y sus piernas rocosas de un tono marrón, de cabello tenía una fina melena blanca que llegaba desde su cabeza hasta su espalda y siempre con una sonrisa retadora; sujetando las cadenas que colgaban de dos columnas, con una increíble fuerza, desde allí podía ver las verdes praderas, y a lo lejos, el cielo crepuscular de la tarde, entre el día y la noche.
Mientras que por el lado nocturno, todo era silencio y calma, tan solo se oía la suave brisa pasar entre las hojas de los árboles acompañado del ruido de algunos insectos, la vegetación por este lado era de colores mas oscuros, verdes, purpuras, azules o blancos, con formas peculiares y hermosas, plantas grandes o diminutas, los que le ayudaban a dar belleza a la noche eran los habitantes de esta, en su mayoría seres con forma de faunos, con los ante brazos y piernas peludos, con pelaje de color azul y extremidades alargadas. Ellos daban una suave sinfonía similar a silbidos o ronroneos, también tocaban con sus manos con delicadeza a las plantas, y estas parecían despertar y brillaban dando luz en la noche.
Ellos eran mas reservados que la gente del día, y a diferencia de ellos, la gente de la noche vivía en madrigueras, por así decirlo; justo iba pasando la criatura de la noche, alta y versátil, patas alargadas y delgadas, con una joroba en la espalda y un largo cuello, de pelaje azul oscuro y negro, de la joroba salía un largo y fino hilo que sujetaba la luna, tan frágil y resplandeciente a la vez.
Y dentro de este ser también había un templo, de paredes de color azul celeste, con algunas figuras de lunas o estrellas y en el medio un pequeño árbol de color claro en el cual permanecían conectados los hilos que formaban uno solo y en el que también vivían los pequeños acompañantes del guardian, las arañas lunares, pequeños seres blancos y peludos. Además, de Mune, el joven fauno de pelaje azul claro, su pelaje en sus brazos y piernas era un poco más oscuro, sus orejas eran similares a las de un cervatillo, él era el que hacia el deber de guardian de la luna, se encontraba ahí, tocando con delicadeza las cuerdas haciendo una dulce sinfonía, con sus ojos cerrados y una pequeña sonrisa.
Todo era tan perfecto y agradable en este mundo.
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MUNE: Algo Nuevo Empieza
Fantasy4 años han pasado después de volver a traer la calma y haber parado a Necross, Mune y Glim viven una vida tranquila y feliz como pareja y Mune continua con su labor como guardián de la luna, al igual que Sohone por parte del sol; pero aunque pensaba...