-"Lo qué será, será"-

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-Saliendo del edificio donde vivía Candy, Albert tomó su móvil qué estaba sonando sin parar, lo revisó y se dio cuenta qué era George, y le contestó la llamada.

-¡Hola!, Villers, Buenas noches. ¿Qué cuentas?. Inquirió El Patriarca.

-George Villers, respondió felizmente, sólo contarte tenemos buenas noticias, ya encontramos a Candy.

-¡Ah!, mira qué bien, yo también, contestaba secamente El Empresario .

-Señor, ¿usted también qué? Preguntó su Asistente visiblemente sorprendido.

-Yo también, la encontré  y lo más interesante es qué ambos nos encontramos de casualidad, en el Hospital de Alexander Fischer, por cierto tengo una semana, así qué despide a esos inútiles.

-¡Pero Señor!, replicaba su Asistente Corporativo.

-Pero nada, respondió el Empresario. Por cierto, voy a trasladar mis oficinas en Alemania, a la ciudad de Berlín, hasta nuevo aviso.

-¿Eso quiere decir qué?, preguntaba su interlocutor.

-El Magnate le contestó, -¡Sí, ella ganó!, pero, no te preocupes estoy bien, estoy feliz, ¿Sabes, por qué?, por qué quiero dedicarme totalmente a mí, a mis negocios personales, a centrarme en tener una relación estable, formalizar y casarme, también quiero dedicarme a los negocios de la familia, dejar de llevar la carga de los demás socios a cuesta, se qué para eso fui diseñado, pero si lo pienso bien, necesito un descanso.
-Ahora la pregunta del millón, ¿Sabes donde puedo localizar a mi Tía Elroy?.

-La Matriarca, esta en Grecia, gozando de unas merecidas vacaciones, Señor. Contestaba solemnemente George Villers.

-Ok, entonces te toca organizar todo lo qué llegue a la Ciudad de México,  y a la cadena de hospitales, estamos observando qué hay una nueva enfermedad de la qué ni se tiene muchos datos, es una versión del Ebola, según está encapsulado en Marruecos, es muy poco lo qué se sabe, te pido qué te mantengas conectado siempre, mencionaba El Magnate.

Su Mano Derecha del Magnate, continuó hablando con la camaradería habitual entre ellos. -Ahora si, dejando lo profesional Albert, ¿ya le dijiste a Candy lo que sientes por ella?.

-Si, George, ya le dije pero no me creyó, estoy conciente de qué la fama de mujeriego, me lo he ganado a pulsó, solo me queda esperar, -Lo qué será, será-.

-A George, sólo le quedo desearle la mejor de las suertes y pedía en pensamientos qué ojalá su amigo fuera muy feliz.

-Mientras tanto la vecina del Departamento de Candy, la Señora Ponny Krauss, tocaba al departamento de la joven, para poder preguntarle algo qué le carcomia las entrañas, sí, era una romántica incorregible, y amante de las historias de amor, estaba segura qué estaba metida en medio de una de ellas y no se la quería perder, así qué ni tarda ni perezosa le preguntó  a Candy  -¿Ese joven qué vino hace rato y qué trajo serenata ayer ¿es tú novio?.

-La rubia se puso roja cuál tomate y le respondió  -No, ¿cómo se le ocurre? Señora Ponny, él es mi ex jefe.

-Pues, no parece como si fuera tu ex jefe, para mi qué ustedes son almas gemelas, solo hay qué ver la similitud  de sus rostros, ¡Por favor! date y dale una oportunidad al amor, no te arrepentirás, vívelo, gozálo, sufrelo, pero no te quedes con las ganas de nada, nunca.

-Tranquila señora, le  contestó Candy, con una de sus sonrisas características en ella, si él me ama luchará por mi, y será lo qué tenga qué ser, ¿no le parece? Y ambas sonrieron se abrazaron algunos  instantes después La viejita, dejaba a Candy, en su departamento para qué se arreglará para él.

Albert, llegó en dos horas al departamento y la observó absolutamente bella, con su rostro limpio y su mirada diáfana absolutamente transparente, él decidió comportarse como un caballero con ella, y le dío su brazo para qué la joven se agarrara a él, Candy aceptó ese gesto y ambos salieron a hacer las compras, el había pagado todo, ayudo a subir las compras a su departamento  y procedió a acomodarlo.

-El Empresario, al terminar aquella tarea,  decidió romper el hielo, mientras ella le ofrecía un agua de frutas, y le preguntó.
-Doctora, ¿cuánto me cobraría por ser su Romming?, le soy sincero, puedo yo hacer uso de mí Mansión en Berlín, pero no es lo mismo sí no estás tú conmigo, y cómo yo quiero conocerte  y estar junto a ti, convivir juntos te pido qué me hagas el favor  de rentarme tu otro cuarto, o compartamos gastos, ¿qué tal?, ¿Qué dices?.

-El corazón de Candy latía cómo un potro desbocado, si Jimmy, le hubiera dicho qué eso pasaría, jamás lo creería, se quedó en silencio.

-Albert, al mirarla paralizada y muda, pensó qué había sido muy atrevido de su parte esa petición y se retracto enseguida. -¡Perdón!, si te incómodo, no pretendía hacerte sentir mal con mi presencia, se levantó de su asiento y fue hacia la puerta del departamento para salir del lugar, al momento de  querer abrirla, sintió la mano de la joven tocando su espalda y escuchó salir de sus labios un susurró:

-¡Por favor!, Príncipe, quédate conmigo.

-No sesupo, en que momento el rubio de ojos celestes, se volteó hacia ella, y la abrazó fuertemente y beso su frente, no sé supo cuantos minutos, horas o tan sólo segundos estuvieron así entrelazados, él no quería dejar de abrazarla, y ella.... y ella, no quería dejarlo ir.

(Continuará)

ENCUENTROS ACCIDENTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora