Recapitulando

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Desperté sofocada. Había soñado de nuevo con Adam y su partida. No estaba nada cómoda con que usaran a mi mellizo como carne de cañón en una guerra sin sentido que dejaba más muertes que cosas buenas. Habíamos estado juntos toda la vida, mismas escuelas, mismo internado y misma residencia. El trio increíble, Adam, Bow y yo, los tres con diferentes especialidades, pero muy buen equipo, a fin de cuentas.

Me levanté de la cama desperezándome para entrar directo a la ducha. Comprar esta maldita casa en New Hyde Park no había sido una buena elección. 45 minutos en auto al trabajo dejaban mucho que decir respecto al hogar ideal, después de todo Glimmer quería una casa y no un apartamento por cuestión de los niños. Cumplíamos 2 años viviendo en esta zona y cada mañana era más estresante que la anterior. Ya escuchaba los gritos de los niños en el piso de abajo y el correr de la nana detrás de ellos. Razz siempre al pie del cañón, bendita sea.

Tomé un baño caliente, el invierno se aproximaba y aunado a la sensación por el sueño sobre mi hermano, sabía que hoy no sería un buen día en general. Tenía dos cirugías y nada de ánimo para hacerlas, la culpa no era de los pacientes.

-Vamos, Adora. Eres guapa y la mejor en tu especialidad. Hoy tiene que ser un buen día. –Me decía mientras me veía al espejo de cuerpo completo que tenía en la regadera.

Se me estaba haciendo tarde mientras reflexionaba y me daba palabras de aliento. Salí y me puse un traje sencillo para ir al hospital junto a mis zapatos deportivos favoritos. No era precisamente el look indicado para el jefe de cirugía, pero alguien debía entender que estar de pie casi de 14 horas al día lo justifica.

Bajé y Glimmer leía las novedades de boletines médicos de la asociación donde prestaba servicio como voluntaria.

-¿Crees que podamos salir a cenar hoy? Necesito platicarte algo –Me decía desde su lugar en la mesa mientras devoraba una tostada con mantequilla. –No es nada urgente, vi tus cirugías programadas y creo que los laboratorios de la vespertina no son correctos como para que te arriesgues de esa manera. Habíamos quedado en que le daríamos oportunidad al tratamiento antes de intervenir.

-O lo mata su cardiopatía o lo mato yo. ¿Quieres iatrogenia en mi historial? No mejora y no me quiero arriesgar.

-¿Vas a poder o no?

Este tipo de pláticas eran muy comunes por la mañana y dentro de casa. La relación solo se volvía perfecta cuando alguien más que no era Razz, nos observaba.

-Mándame la ubicación y después de las 5 te digo. No te hagas muchas ilusiones.

Escuché pasos detrás de mí y una voz angelical.

-¡Mamá!

Cargué a mi hija.

-Hola, Luna. Buenos días. ¿Cómo estás?

Recargó su cabeza en mi hombro y me abrazó.

-Estoy bien. La maestra ayer nos preguntó lo que queríamos ser de grandes.

-¿Qué le dijiste?

-Que le quiero sacar el corazón a las personas justo como mis mamás.

Maldita sea. Ese era el punto, pero no era el punto. Difícil de explicar.

-¿Tu hermano?

-Razz lo está vistiendo. ¿Nos llevará a la escuela?

Glimmer seguía enojada por la pelea de la noche anterior.

-Sí, cielo. Mami y yo iremos temprano al hospital. Te veo en la noche –Le dije para evadir el tema.

-¿Me contarás un cuento?

Sugar. Parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora