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-¿Soy Voldemort?

-Eras. ¿No te dejó enseñanza todo lo que te platiqué?

Seguía impactada por la historia. Era complicado de entender.

-¿Entonces me amas y soy la mujer de tu vida?

Sonrió de lado y me tocó la mano con ternura.

-¿Tú qué crees?

Haría lo posible para que esta vez funcionara y claro que iba a funcionar. Debía regresar a Boston y yo no podía dejar que me vieran saliendo de su cuarto de hotel. Aunque Adam claramente sabía dónde me encontraba.

Llegué a casa de Mara y Hope, solo estaba Hope.

-Los niños duermen, deberías ser menos imprudente.

-Debería. Hope, tú también eres mi amiga, ¿cierto?

-Odio a tu esposa, eso me convierte en tu alidada en este momento.

-¿Crees que se quede a los niños?

Dudó un momento y luego comenzó a reírse. Su risa era incómoda. Daba miedo que Hope emitiera algún sonido ajeno a un gruñido o un suspiro.

-Sinceramente no. Tienes muchas cosas a favor, aunque la corte a veces juega en tu contra y te da la espalda.

Eso no me servía de mucho. Entré a la habitación donde se quedaban los niños y trabajé en mi portátil un rato revisando presupuestos del hospital y asignando tareas a algunos titulares. Nada novedoso.

Adam creyó que sería buena idea hacer aparición buscándome en el hospital al día siguiente. Mara, Kyle y yo estábamos en la sala de residentes. Algunos entraban y salían, otros se quedaban a preparar café.

-Clon, que bueno verte. Tenía una duda, ¿vas a seguir pagando la habitación del hotel?

Ya les había platicado todo a ambos.

-No, puedes volver a casa. ¿O volverás a Bristol?

-Quisiera hablar contigo en privado, de ser posible.

Merecía que le diera el beneficio de la duda. Caminamos para afuera del hospital, terminamos en la explanada. Adam había jugado lacrosse durante la secundaria y era buen golpeador, yo solo había jugado futbol así que, si la plática terminaba en golpes, al menos no estaríamos dentro del hospital.

-¿Es sobre lo que creo?

-Me dijo todo y si, perdiste la mitad de tu vida con una mujer que te engañaba conmigo. No hay manera de negarlo, incluso aunque me termines odiando. Adora, nunca quisimos hacerte daño, llevamos la mentira y el secreto más allá de lo que debíamos. Nunca fue mi intención, sabes cómo es Glimmer y como le gusta tomar el control de las cosas en estas situaciones. No la amo, pero acostarme con ella es genial y siempre lo fue. Tiene problemas mentales, creo y no es alguien que se pueda tomar en serio. No entiendo cómo te castaste con ella y como soportaste su mierda por tanto tiempo.

Había perdido la capacidad del habla. Tenía demasiadas ganas de golpearlo. Me mordía el labio intentando pensar qué decirle.

-Adam, solo dile que firme el divorcio y que me dé la custodia completa de los niños. Lo demás ya no me importa y en este momento, tu tampoco. Adam, en este momento dejas de ser mi hermano. Eres un perro malagradecido –Me inundaba la ira. -¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Eres mi maldito hermano, mi mellizo, mi jodido clon!

-Solo no pude parar.

-¿Así como no pudiste parar de meterte con una menor de edad? Ahora entiendo por qué te preocupaba tanto lo que hiciste en Medio Oriente. Por eso fingir tu pérdida de memoria.

-Pagaré por mis crímenes No ahora, pero lo haré. Mira, ya te perdí.

-En efecto, ya me perdiste y también a tus sobrinos.

Intenté retirarme y me tomó muy fuerte de la muñeca. Si yo medía 1.80, Adam medía unos 10 centímetros extra.

-Son mis hijos.

-Eres el donante, hay documentos que avalan el proceso que hicimos y son legales. No importan los por menores, son mis hijos y tu solo eres su tío. Déjame en paz o el ejército se entera de la mentira, recuerda que los crímenes en tiempos de guerra pesan extra. ¿O debería buscar a Teela?

Sacudí mi mano para soltar el agarre.

-No te atreverías.

-Rétame. Si es necesario, mataría por mis hijos.

Un día antes de la última audiencia de divorcio, me llamó el abogado con las buenas noticias. Glimmer había accedido a firmar el divorcio sin pelear nada y había cedido a un acuerdo de custodia mismo que vimos el día de la audiencia directamente con el juez.

Accedió a disolver el matrimonio sin pelear nada, todo quedaría por mitades y yo elegiría lo que quería quedarme. Opté por ser justa y cada quien salió con lo que le correspondía, pagué lo que debía y la custodia total quedó conmigo. Ella solo vería a los niños los fines de semana y dos semanas en vacaciones. Turnaríamos las festividades con los años hasta la mayoría de edad y le tocaba dar una pensión que iría directo a su fondo universitario hasta que pudiera necesitarse.

Al fin me sentía aliviada. Festejamos entre Mara y yo nada más, Hope tenía cirugías gracias a la inteligente mención de mi parte sobre una guardia tranquila. Le llamé a Catra y no contestó. Solo recibí el mensaje de: Se encuentra en quirófano.

Al fin era libre de reconquistarla. ¿Cómo lo haría? Ahí empieza el trayecto final de esta historia.

Sugar. Parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora