Traición.

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Y así solucioné el poder verme con Catra. Todo cuadraba. Si Glimmer mandaba seguirme o me tenía vigilada, técnicamente entraría con mi hermano a su hotel, aunque escaparía a la habitación de Catra mas tarde. Llegamos, se registró y entramos a su habitación. Catra me marcó avisando que iba llegando del hospital junto al Dr. Prime.

-Dame 20 minutos y te veo. –Se escuchaba fastidiada.

-Esperaré afuera de tu habitación.

Me despedí de Adam y salí para encontrarla. En efecto, se veía fastidiada.

-Hola.

-Hola, Adora. Pasemos.

Fue una noche muy bonita. Cenamos, hablamos de su cirugía, le expliqué un poco sobre las dudas que le quedaron y me pidió ayuda para el procedimiento del día siguiente.

Reíamos mucho ya que nos burlábamos de la música ridícula que ponía Prime para operar. Siempre se había sentido el rey del universo y a su edad, ya no era opción.

-No se cansa de recordarme que él ya era titular de cardo cuando llegaste de intercambio. Cuenta que eras tonta e ingenua. Que llorabas mucho cuando te regañaba por las malas notas y que vomitaste la primera vez que atendiste un parto.

-No miente, si era muy ingenua. La vida es quien se encarga de curtirte.

Conforme cesaban las risas, nos acercábamos un poquito más hasta que se dio. Nos besamos ahora sobrias y llenas de chocolate. Si Catra amaba algo, era comer chocolates. Sus labios danzaban junto a los míos masajeando para darle un toque dulce. No perdía el toque para besar. Sus manitas presurosas viajaron rápido a mi rostro.

-Te amo tanto, maldita. No mereces que te ame de esta manera.

Y me volvía a besar ahora con más pasión. Como si estuviera enojada o como si su vida dependiera de ello.

-Tu sí mereces que te ame como te amo.

Me separé un poco para tratar un tema serio.

-¿Pasa algo?

-Necesito preguntarte algo muy estúpido. Si llego a perder todo mi dinero y todo mi status, ¿aún me amarías?

Ladeó la cabeza y comenzó a reír con sinceridad. Parecía incrédula. Se levantó y caminó hacia la ventana.

-Creo que nunca entendiste lo que vi en ti, Adora. Nunca fue tu dinero, ni las cosas que me dabas o los lujos, tampoco tu status. Me enamoraste a la manera antigua. Nuestras citas no eran en lugares extravagantes. Íbamos a cafés, comíamos donas y desayunábamos bagels con chocolate abuelita. Adora, nunca fue el dinero, era tu trato. Me tratabas como un ser humano, no como un premio o un trofeo. Siempre tuviste decencia humana, me dabas cariño, atención, apoyo y amor... no podía pedir otra cosa. No eran los regalos caros, mi regalo siempre fuiste tú y lo amorosa que eras conmigo.

Me eché a llorar. Estaba sensible y tenerla cerca me ponía aún peor. Solo pude levantarme y abrazarme a su espalda.

-Todo va a salir bien, ¿verdad?

-Es una promesa que no te puedo cumplir.

Pasamos la noche juntas solo besándonos y mirándonos en silencio hasta que se quedó dormida y la acomodé sobre mi pecho. No pasó nada más, no era necesario.

En la penúltima audiencia, por fin llegamos a un acuerdo. Le pagaría la deuda que teníamos pendiente y todo se dividiría a la mitad. No me volteó a ver ni una sola vez. Firmamos los muchos papeles cada una desde su lado y salimos. Aún estaba pendiente la resolución.

-Necesito hablar contigo, ahora –Era Glimmer tomando mi mano. Se veía extraña.

-¿Aquí?

-Ya no importa. Necesito que me escuches. Sé que lo arruiné y que te hice odiarme Adora, te amo y siempre lo he hecho. Por favor, no me dejes así. No sé qué voy a hacer sin ti, no sé cómo será mi vida ahora. Estoy desesperada y si te pierdo, lo pierdo todo. Lo arruiné, está bien y sé que no merecías nada de lo que te hice. Te humillé dejándote plantada en nuestros aniversarios, te dejé sola cuando ganaste ese premio y claramente me habías mencionado en tu discurso, te abandoné cuando me pediste irme contigo al Presbiteriano y la lista es enorme con mis abandonos. Pensé que eras segura y que esta etapa se pasaría rápido. Me equivoqué y y no sé de qué disculparme. Si me dejas, me muero. No puedes hacerme esto, no sé qué hacer con la soledad.

-Estuviste dos años sola en Medio Oriente.

Se paralizó un momento

-Trabajaba con Teela y con tu hermano. Tu clon es un imbécil que huía por estar junto a una menor de edad. Teela tenía 17 cuando se conocieron, tu hermano siempre ha sido un cerdo depravado. Viene de familia ese gusto por las menores, ¿no, Adora? Tu novia 24 años menor lo confirma. ¿Por qué no hablas con Adam y le preguntas la verdadera razón para que de la noche a la mañana se enlistara en el ejército?

-No vas a jugar conmigo. Me engañaste cuando dijiste que te habías acostado con Bow. No te voy a creer.

-La inseminación de Luna no se dio como creías.

En este punto, ya me daba lástima. El odio se había ido. Sabía que simplemente no podías tenerle lástima a tu pareja. Esto ya no tenía solución.

-Eres muy egoísta. Me orillaste a conocer el desprecio a tu lado y quizá te creería si al menos hubieras sido sincera todo este tiempo. Glimmer, esto no tiene vuelta de hoja. Ya suéltame, por favor. Solo te lastimas y no sé qué decirte. Siento pena por ti en este momento y no es el recuerdo que deseo llevarme. Quiero dejarte ir amándote, pero ya no como mujer y como mi esposa, te quiero dejar amando tu recuerdo y lo genial que eras conmigo al principio de todo. Glimm, ¿qué diablos te pasó? Mandaste todo al carajo en tan poco tiempo.

-¿Quieres la verdad? Culpa. Me acostaba con Adam y contigo a la vez. No fue solo una vez, lo hicimos hasta después de que nos casamos. Luna es hija natural nuestra. Tu hermano nunca ha sido quien crees. Es una bestia traicionera.

Lo mataría después de esto.

-Supongo que la culpa lo hizo huir en caso de que me digas la verdad y no sea otra de tus estafas.

Me mostró muchas de sus conversaciones vía mensaje. Era tan cierto que me hizo terminar sentada sobre la banqueta para asimilar la situación. Eso explicaba el que Glimmer se enterara de todos mis movimientos y sus desapariciones repentinas. Siempre habían sido excelentes amigos.

-Es un idiota. Me prometió miles de cosas, mismas que sabía mentira. Aun así, le creí un millón de veces. El tenerlos a ambos era maravilloso. Tenía tu romanticismo y tus atenciones junto a la bestia sexual que es tu hermano. -Confirmado, mi vida era horrible. –Luego te metiste con Mara. De todas las residentes, tuviste que meterte con la misma perra que odiaba... Me descontrolé. Lo siento. No me gustó que me regresaras lo que te hacía.

Miré mi reloj. Vería a Catra en 1 hora.

-Tengo cirugía, debo irme. Si quieres que las cosas terminen bien, ya firma el divorcio, déjame libre y dame la custodia completa de los niños. Ignoraré lo de Adam si complaces mis deseos.

Tenía que mantener la calma. Me levanté del suelo y caminé hasta mi auto. Ya no la escucharía. Mataría a Adam después de esto.

Corrí a los brazos de Catra llena de coraje y rencor hacia mi futura exesposa y a mi probable exhermano si se podía.

Catra me abrazaba y yo le lloraba con mucho odio encima. Supuse que no sabría cómo reaccionar.

-Te diría que te tranquilices, pero lo mejor es que lo saques. Viviste engañada la mitad de tu vida. ¡Ay Adora, no puede ser! Son unos pendejos –Hablaba poco español, pero le había entendido.

-Si pendejo, Catra –Era malísima y más cuando se trataba del de México. –Adam no sabe que sé, aunque probablemente a esta altura sepa que sé. Eso significaba que iba a desaparecer.

Tomé las manos de Catra entre las mías.

-Catra, tenemos que hablar de algo serio. Estoy a pocos días de la firma del divorcio, por ende, la disolución legal de mi matrimonio. Júrame que no está casada.

-Prime te lo diría. No es algo que puedas ocultar.

-¿Qué hay de la chica del bar?

-Es una bonita historia que no es como la imaginas, ¿quieres oírla?

-Siempre estoy abierta a escuchar lo que me digas.

Levantó una ceja y sonrió.

Sugar. Parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora