Capítulo 1

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Bueno, llegó Beth. Aclaro que es una especie de Spin Off de Las cartas, ya que es la historia de Beth Lawrence la hermana menor de Josephine, no estaba en mis planes pero sucedió.

Y he tardado más en elegir el título  y armar portada que en iniciarla, iba a llamarla Las cartas 2 pero seguro se sentirían estafados cuando no hubiera cartas.

Iré de a poco, pero quería compartirla con ustedes, espero les guste.

Y será una historia mucho más corta que  "Las cartas"

Misma regla de siempre, paciencia con las actualizaciones

Abrazo, cuídense.

PD: quiero saber si Beth les gusta a mi me está encantando y estoy conociéndola mejor

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Inglaterra 1855

Querida Josephine:

Solo te escribo para decirte que eres la hermana más traicionera y astuta que la tierra ha conocido, bueno, quizás no tanto, pero sí sé que deberías estar aquí conmigo y que debiste convencerme de no acompañar a madre en este pequeño viaje para asistir a la boda de la hija de su amiga.

Me repito una y otra vez que solo son un par de días más y luego estaré en Dorsetshire.

Agradece que es probable que llegue antes que esta carta, porque debo decir que mi afecto por ti ha menguado estos días.

¿Qué me ha sucedido?
Te dejaré con la intriga hasta mi regreso, eso, mi querida Jo es mi venganza. Aunque te adelanto que si tú fueras la hija casadera, yo no tendría tantos problemas.

Tu hermana, Beth Lawrence

Beth Lawrence dejó la pluma y suspiró, desde hacía un año la habían presentado en sociedad y su madre se había dedicado a llevarla a cuanto evento social fuera posible en aras de buscarle un buen prometido. Hasta el momento no le había molestado, porque al contrario de su hermana, ella disfrutaba la vida social, le gustaba usar vestidos bonitos , bailar y reír, pero no tenía intención de casarse , no aún. Solo tenía diecisiete años y sentía que aún no era el momento.

Sin embargo, su madre parecía embarcarse cada vez más seriamente en aquella misión y ella empezaba a molestarse. No se oponía al casamiento tan directamente como Jo, pero se negaba a ser un objeto en venta, y empezaba a odiar aquellas miradas que parecían sopesar su valor. Ella era Beth Lawrence y sabía bien lo que valía, no necesitaba que una futura suegra o un posible candidato se lo dijera.

Tras unos días allí, entendía que su madre la hubiese arrastrado con ella bajo la excusa de asistir a la boda, la casa señorial de los Dashwood estaba repleta de invitados y muchos de ellos eran jóvenes nobles. Además tras la boda aún seguían los festejos y el aire parecía colmado del espíritu del dios Cupido, casi que se sentía metida en Sueño de una Noche de Verano mezclada con alguna historia de terror .

Y empezaba a aburrirse, había disfrutado unos días de la actividad pero ya le parecía que todo aquello era exagerado, no había encontrado buenas amigas entre las jóvenes asistentes, y los hombres se dedicaban a prodigar cumplidos vanos y demostrar su poca inteligencia, y ella prefería la gente inteligente.

Su madre la había instado a divertirse y le había presentado tanta gente que ya empezaba a sentirse confundida.

Había salido a porque estaban llevando a cabo actividades al aire libre, pero tras jugar un rato había terminado por perder el interés.

La mayoría de los hombres habían ido de caza, actividad que ella no apreciaba en demasía, no le gustaba aquella veta sádica de matar a quien era más débil solo por diversión.

-Beth, deberías poner más voluntad, me temo que te estás pareciendo cada vez más a tu hermana- le dijo su madre cuando ella se sentó a su lado con una bandeja de pastelillos.

-Yo no traje libros, madre- contestó Beth sagazmente.

-Todos se están divirtiendo.

-Yo ya me divertí lo suficiente, mira – le dijo señalando la ampolla que llevaba en el pie por haberse lastimado bailando.

-Cielos, Beth, baja la falda y cúbrete. Son pocas las ocasiones que tenemos de conocer a gente fuera de Dorsetshire.

-¿Quieres decir que iremos recorriendo todos los condados hasta que encuentres un candidato adecuado para mí?

-Empiezo a pensar que tendremos que recorrer toda Europa para encontrar alguien que tolere a alguien como tú- retrucó su madre y luego ambas callaron pues un grupo de jóvenes se les acercó.

-¿Te gustaría practicar al arco con nosotras? – la invitó Julia William y algo chispeó en la mirada de la joven Lawrence.

-Beth- advirtió su madre que la conocía demasiado bien.

-Con su permiso, iré a divertirme, madre - respondió ella haciendo una leve reverencia y se retiró.

Claro que media hora después, cuando ya había ganado a todas dejándolas boquiabiertas al acertar a la diana una y otra vez, volvió a aburrirse, perdió a propósito, pues sabía que no era conveniente destacar tanto y luego se escabulló .Pudo notar el alivio en las otras jóvenes que terminaron atribuyendo sus victorias a la suerte y no a su excepcional talento, pero no era algo que le importara. Se puso a vagar por los alrededores hasta llegar al linde del bosque. Quizás si empezaba a parecerse a Jo.

Se adentró un poco , fascinada por la luz solar que jugaba entre el follaje, hasta que su mirada se detuvo en un pequeño ciervo que se había detenido en el claro. Se quedó contemplándolo hasta que percibió la presencia de dos hombres. Entonces, como si de pronto el tiempo se hubiera acelerado, la acción se desató y los hechos se superpusieron.

Beth notó al cervatillo, a los hombres mirándolo y que uno de ellos levantaba su arco hacia él, por suerte no llevaban armas de fuego. Recordó que ella misma aún llevaba el arco, y lo levantó. Algo alertó al ciervo que echó a correr, pero la joven había lanzado su flecha, y ya no podía volver atrás.

Gabriel Devereaux había acompañado a Robert Thorpe más por aburrimiento que por otra cosa, eran conocidos pero no amigos, tampoco era afecto a la cacería, pero su acompañante no tenía grandes dotes para la caza, así que habían deambulado un rato por el bosque y eso lo había mantenido alejado del bullicio y de las jóvenes casaderas. Sin embargo, cuando regresaban se habían topado inesperadamente con el cervatillo, el animalito le había dado pena, y cuando vio que Robert le hacía señales para poder atraparlo, se puso a pensar en cómo detenerlo sin hacer mucho escándalo. Prefería actuar con discreción y hacer uso de su inteligencia en lugar de ser arrebatado o emocional. Así que , disimuladamente, recogió una piedra para espantar al animal, eso serviría. Hasta que levantó la vista y vio a la joven que estaba enfrente.

Aún a la distancia , la mirada de ella captó su atención, había algo feroz y pensó que era una pena que en lugar de lidiar con un cazador, tuviera que lidiar con dos. Actuó con rapidez y lanzó la piedra en el mismo instante que Robert levantaba el arco y que la mucha tensaba la cuerda para disparar.

La piedra y el disparo se superpusieron, pero se llevó una sorpresa cuando la flecha de la joven no dio en el cervatillo sino que golpeó el arco de Robert haciendo caer.

-¡Oh no, lo siento mucho!¡No fue mi intención! – les llegó el grito de ella mientras se cubría la boca con una mano y se acercaba torpemente, como si estuviera realmente turbada. Robert murmuró indignado y él tuvo que disimular la sonrisa ante la actuación de la chica.

No había sido ningún error, la mirada de ella ahora había cambiado, pero él sabía que había querido salvar al ciervo tanto como él.

Supo que era también alguien muy particular, y que tenía una puntería perfecta.

Por primera vez en mucho tiempo, una mujer le dio curiosidad.

Donde tú caminas - Saga Dorsetshire 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora