Capítulo 28

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Gabriel miró a su prometida.

-¿Estás segura, Beth?-preguntó dudoso.

-Sí, estoy segura. Ahora acuéstate junto a mí. Pero cierra los ojos- le dijo-Te diré cuando abrirlos.

Gabriel obedeció aunque con cierta aprensión.

Se recostó al lado de Beth y cerró los ojos, eso le permitió ser más consciente de las sensaciones, y de tenerla junto a él. Luego sintió un leve roce.

-Abre los ojos- dijo ella suavemente y él lo hizo.

Pudo observar una delicada llovizna de hojas suaves y amarillas que caían movidas por el viento, algunas caían sobre ellos que estaban sobre la hierba debajo de los árboles. Era algo común, la caída de hojas en el comienzo del otoño, pero era extraordinario al mismo tiempo, sublime.

-En verdad es una lluvia dorada – le dijo asombrado.

-¿Es hermoso, verdad? – preguntó Beth que lo había convencido de acompañarla en aquella tradición. Había insistido que era el momento correcto pues aquellos arboles que eran los primeros en cambiar de color en otoño, tenían hojas amarillas y suaves, lo que permitía admirar el paisaje.

-Lo es. Nunca lo habría imaginado, pero es hermoso- comentó y pensó que en su vida ordenada y práctica, Beth era quien ponía toques de maravilla.

-Y en primavera podremos observar la lluvia rosa- dijo ella y eso lo retrotrajo a la vez que la reencontró en Dorset, cubierta por una lluvia de pétalos de cerezo. Había parecido un sueño entonces, quizás lo era, quizás había regresado a un Dorset diferente del que había partido, un lugar donde una joven era cubierta por pétalos rosas y lo invitaba a él a ese mundo, sin que pudiera escapar. Sin que quisiera escapar.

Había pensado llevar a Beth de viaje en sus primeros meses de casados, quería mostrarle el mundo, pero sospechaba que ella le mostraría un mundo nuevo el resto de su vida aunque no se movieran de Dorset.

-¿En qué estás pensando? Porque sabes, la idea es disfrutar del instante, no que te distraigas en otra cosa- lo amonestó Beth al notarlo tan silencioso.

-Pensaba en ti, y que jamás hubiera imaginado que mi aire londinense y yo estaríamos ansiosos porque llegue la temporada de lluvias rosas y quedar cubierto de pétalos junto a ti.

-Ahhhh- expresó ella y Gabriel adivinó que la había sorprendido- Entonces es un buen pensamiento.

-Lo es- respondió él y buscó su mano a tientas para tomarla entre la suya, mientras hojas suaves y doradas seguían cayendo sobre ellos.

Josephine se burló de ella cuando descubrió alguna hoja en su cabello y en sus ropas.

-Si fuera madre, tendrías que dar muchas explicaciones- le dijo.

-Mi explicación es que mi hermana no quiso acompañarme en nuestra tradición de la lluvia dorada y debí reemplazarla pro un caballero con muy buena predisposición.

-Y yo le explicaría a madre que no te acompañé porque sabía que tu verdadero deseo era reemplazarme por ese caballero-

-¡No es verdad, sabes que me gusta ir contigo!- se defendió.

-Beth, en verdad estoy feliz que puedas compartir algo así con Gabriel Devereaux, no lo hubiera creído posible cuando lo conocí. ¿Quién lo hubiera imaginado recostándose despreocupado en el bosque para ver caer las hojas? Y me alegra que así sea, que haya alguien así para ti- dijo con sinceridad.

- Y me alegraría que también hubiera alguien así para ti, Jo. Alguien que pudiera acompañarte en tus pequeñas aventuras de libros, bosques y erizos domesticados.-Le dijo.

Donde tú caminas - Saga Dorsetshire 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora