Antojos - 1

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– Iwa-channn – un susurro en medio de la noche, el nombrado quería pensar que era parte de su imaginación y era uno de esas pesadillas en los cuales Oikawa podía infiltrarse para molestarlo.

Pero no, era verdad la pequeña idea que se formo en su cabeza, Tooru se había levantado a mitad de la noche a molestarlo. Antes de comenzar a gritar medio dormido para reclamar su merecido descanso, se acordó de un pequeño detalle, uno grande en realidad. El estado de su esposo, Oikawa pues.

Como buen esposo servicial que le tocaba ser, con su pareja embarazado, decidió juntar toca la paciencia que podía encontrar para casos extremos, y responder de la manera menos grosera posible.

– ¿Qué pasa? – respondió un poco molesto, bueno bastante, se notaba en la pregunta este detallito.

– Iwa- chan, ¿estás enojado? – el moreno se volteo a verlo, ante la pregunta obvia y se encontró con una imagen inesperada, por lo general no hubiera habido reacción ante una actitud de enojo de él, pero esta vez el ojimarrón estaba haciendo un puchero.

– N-No, ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal? – pregunto Hajime cambiando su tono de voz a una más suave y amable.

– Quiero fresas con mostaza –.

De todas las frutas que existen en el mundo tenian que ser fresas, no había fresas, no las había comprado en un descuido y ahora tendria que ir a por ellas.

– Mejor vamos mañana a comprarlas con mas calma ¿si? – intento persuadir a Tooru, pero este rechazo la oferta de inmediato. Así que se alisto para salir, fijándose que el reloj marcaba las 2:37 AM.

– Yo también voy – dijo sonriente el castaño. El pelinegro estaba a punto de decirle que se resfriaría si salía a esa hora, pero al ser verano no tenía excusas para negarse.

– Esta bien, pero no te demores –.

El ojicastaño se había puesto una camiseta ajena, ya que las suyas le comenzaba a quedar apretadas y él al ser más pequeño que Iwaizumi, le quedaba perfecta. Dejando notar su pequeña barriga pero al mismo tiempo quedarle floja, junto a pantalones y zapatos deportivos, estaba listo.

Claro, iwa-chan había reconocido su camiseta, pero no dijo nada, debe tener bastante sueño.

– Vamos, quiero dormir al menos dos horas más – sin más cogieron las llaves del coche y salieron rumbo a una búsqueda de fresas y mostaza.



La radio estaba encendida, para cubrir el tenso ambiente. Mas bien por parte de Iwaizumi, estaba cansado, había conducido más de veinte minutos y no aparecía ninguna tienda de veinticuatro horas de servicio.

Así que para aflojar la mala vibra y una posible pelea debido a su falta de sueño, decidió sintonizar una emisora de radio. Música, música de los 80s' era lo que se estaba transmitiendo a las tres de la madrugada de un verano inolvidable, porque se lo recordaría como reproché a ese castaño dormilón. Que en cuanto se sentó en la parte del copiloto decidió tomar un descanso.

– Tooru, bájate ya encontré una tienda abierta –.

El chico despertó e hizo caso al mayor. Entraron a la tienda y consiguieron lo que querían, ignoraron la cara de asombro del vendedor al ver a una pareja comprando a la madrugada, sin añadir el estado del uno, parecía que después de una rápida deducción de la situación entendió y embozó una disimulada mueca de burla al saber en lo que se había metido el chico moreno.

Suprimió las ganas de comenzar una discusión con el empleado y salieron, entraron al coche. Comenzó a abrir el paquete de fresas y se las dio a su esposo junto a un sachet de mostaza, el contrario dio una pequeña sonrisa al ver su pedido y empezó a echar un gran porción del aderezo, comió una fresa mientras le ofrecía a Iwaizumi un poco de su nuevo manjar.

– Noo, a mi si me basto con la cena – dijo de manera burlona al ver como Oikawa devora su comida con rapidez.

– Pues es la culpa de tu hijo, que tenga hambre ahora, y deja de poner esa cara de asco que esto si sabe bien –.

Tu hijo esas palabras hacían que Hajime, se sonrojada por la vergüenza, aunque era verdad, la razón por la que ahora estaba en esa situación era culpa del feto. Ya estaba dando lata sin haber nacido, decidió dejar de pensar en eso, ya rompería la burbuja de ilusión sobre la paternidad cuando tuviera que soportar las noches en vela.

Sin más rodeos encendió el auto rumbo al apartamento, las cosas nunca eran fáciles con un embarazado, el omega pensó que ir a un parque con lago era la mejor manera de gastar valiosas horas de sueño del alfa.

– No te parece lindo el lago en la madrugada – se detectaba un tono juguetón que parecía estar divirtiéndose de la falta de sueño del otro.

– Aja –. No pelearía con el castaño, no lo llevaría a nada y no pensaba caer en esas provocaciones tan directas.

Siguieron mirando el lago mientras continuaban con una conversación sin rumbo, después de un tiempo se volvió a crearse un silencio, tranquilo y relajado, hasta que Iwaizumi volteo a ver a su pequeño esposo, iba a decir algo romántico aprovechando el momento.

Grata sorpresa se llevo al observar a Tooru dormido, babeando y con restos de mostaza en su boca, su cabeza estaba apoyada en el hombro de Iwa-chan. Definitivamente se vengaría de ese mocoso maleducado, se la cobraría y caro.

Lo cargó hasta el auto y lo dejo en el puesto del copiloto, tomo un pañuelo y limpio su boca, reclino un poco el asiento y le quito los zapatos para que estuviera más cómodo.

Se sentó en su sitio y se restregó la cara con frustración y cansancio, había tenido un día bastante cansado y no había dormido más de un par de horas, por el exceso de trabajo.

De seguro estuvo loco cuando se le ocurrió ser padre y eso que no había ni comenzado su papel, ahora entendía a los padres que iban por cigarros, el no haría algo así no era ese tipo de persona y no le convenía hacerlo.

Lo único que conseguiría seria que su cuerpo sin vida terminara en algún callejón y lo pasaran por un canal de noticias, ya que si bien eran culpables sus adorados suegros o autoproclamados cuñados.

Volteo al asiento de al lado, dormía plácidamente, definitivamente ese tonto no podría con todo solo, así que más me vale sobrevivir hasta anciano o ese idiota morirá por cualquier estupidez.

Arranco el carro de vuelta a su hogar, sintonizando cualquier monitora de radio, 4:29 AM, ya se imaginaba el mal día que tendría por andar buscando fresas en la madrugada.

Al llegar al apartamento se tentó en arrastrar a Oikawa como una bolsa de basura o un cuerpo sin vida hasta la cama, pero no quedaría más que en sus fantasías, así que de mala gana lo cargo estilo princesa, le colocó su pijama y ahora a hacer el desayuno.

Eran las 4:53 AM, había dejado a ese idiota en la cama y ya no había tiempo para dormir, se demoraba más de una hora en llegar al trabajo y el entraba a las 7:00. Empezó a preparar el desayuno, sopa de miso y vegetales con carne.

Nueve meses de aventura // IwaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora