Vacaciones 1.2- 9

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09

Despertar a tu esposo a las cuatro de la madrugada no parece buena idea, pero desde luego para Oikawa si. Un chico romántico, valla que si, lo más romántico que se le ocurrió fue ver el amanecer juntos, y lo logró, pero a que costo.

* * *

– Oyee – susurró un castaño despeinado, a oscuras y con el pijama aún puesto. – iwa-chan, levántate, tengo una idea increíble – la sonrisa estaba tallada en su rostro, de travesura y simpatía.

– ¿Qué quieres? – la amabilidad no lo acompañaba, molesto seguro por el sueño.

– Vamos a ver el amanecer – tanto entusiasmo en la frase, que parecía haber encontrado lo más preciado del mundo.

– Maldición, ya va, solo déjame cinco minutos más – dijo.

– Pero mejor ahora, después no te levantas – intento persuadirlo, pero antes de terminar se volteó dándole la espalda.

Viendo la circunstancia en la que se encontraba no tuvo mas que hacer lo que consideraba su mejor plan. Claro esta, el más pequeño le arrebato las sábanas y a correr por su vida.

El moreno recuperaba la respiración en la sala, había corrido para alcanzarle al otro, la mirada asesina dejo relucir una sonrisa nerviosa de Tooru, en su mente pensó que se había pasado un poquito la raya.

Ya sin sueño el mayor decide hacerle caso a las peticiones de castaño, salen al balcón y una fuerte ráfaga de viento los sorprende, apenas eran las 4:37 AM, la luna se mantenía alta y servía para iluminar la escena, era claro lo mucho que faltaba para poder ver el amanecer.

Oikawa para intentar evitar que el moreno se enoje por levantarle en vano, se ofrece a preparar el desayuno, prendieron una lámpara a gas y el chico comenzó a cocinar.

Preparaba un té, al menos no quemó las ollas, después intento hacer panqueques, el mayor miraba con gracia y cariño como su esposo quemaba la mescla, echaba mucha azúcar o regaba algunas gotitas al lado del sartén. Un café muy cargado y amargo es lo que saboreo Iwaizumi en cuanto probó el desayuno especial preparado por el menor, parece que ni azúcar tenía, pero se lo tomo sin quejarse.

A fin de cuentas, sabia el amor y aprecio que puso en hacerlo, aunque no tuviera la mejor pinta o le causa un leve indigestión, se comió aquel desayuno especial.

Cuando terminaban de comer Tooru se fijo en el reloj y se percato que faltaban poco para las seis, apuro a Hajime para que terminara pronto su comida y se dirigieron a la terraza, que a más de unas plantas secas y una mesita para tomar el té era un poco desolador. Llegaron justo a tiempo, ya que casi después se vio un color mostaza entre las montañas, no tardo mucho en nublarse, pero se escuchaba como toda la naturaleza alrededor sentía la señal y comenzaban a despertarse, soniditos de todo tipo, tan alegres y conversones que podían ser algunas especies, un lenguaje que nadie comprendía a más que los suyos, ver como las montañas dejan atrás su telón de oscuridad y comienzan a iluminarse, la luna esconderse tras el horizonte, en fin, cosas hermosas que eran poco apreciadas

– Hace mucho frío, mejor vallamos adentro – comentó ya aburrido iwa-chan, era lindo ver el amanecer, los pájaros cantar y ver los primeros rayos del sol, pero cuando el clima esta nublado y hace un frío que pela ya no es lo mismo. Sobretodo después de verlo durante mas de una hora, ya no había nada impresionante que ver.

Se sentaron en el sofá, la temperatura era baja así que prendieron la chimenea y se acurrucaron uno junto al otro cubiertos por una manta, debían ser las 8:30 AM pero el frío y haberse despertado a la madrugada causo sueño en el mayor.

– Oye... que te parece si hoy vam...– iba a seguir con lo que decía pero cayó en cuenta que el chico a su costado ya estaba dormido, apoyaba su cabeza y parte de la mejilla en el hombro de Oikawa, el chico solo se acomodo mejor y le rodeo con sus brazos, extrañamente no tenía sueño, así que estaría en esa posición hasta que se le durmiera el brazo, ya de hay mandaría por lejos al moreno gruñón.

* * *

– Levántate imbécil – le pellizco los cachetes para que se despertara más rápido.

– Mi brazo se durmió por tu culpa, te toca lavar los platos yo ya hice el desayuno – dijo como si su voz trasmitiera la máxima autoridad, todos saben que no es en absoluto.

– Ayy, porque me despiertas a la madrugada entonces – replicó acomodándose de nuevo hecho bolita. – Dame cinco minutos y voy – dicho esto se tapo con la manta y según el dormiría un poco más.

Pero antes de dormirse siente como le arrebatan la colcha y escuchar correr a un chico malcriado. Tal parecía que no volvería a pegar ojo hasta el anochecer.

Nueve meses de aventura // IwaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora