109. presa localizada

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Alex se disolvió entre la cantidad desmesurada de gente que había en el bar cual aguja en un pajar. El sonido de los parlantes era abrumador, como en todos los recitales, pero el hecho de que sean personas que no le caían exactamente bien las que estaban dando el show hacía todo peor. Buceando entre la gente, se abrió paso a la barra con la idea de encontrar a su amigo; no sabía bien qué iba a decirle cuando lo tuviera en frente, pero la mezcla entre sorpresa y rabia que se le formó cuando los vió fue un impulso directo y automático a buscar una excusa para gritarle a alguien.
Desafortunadamente cuando llegó a destino, no divisó al rubio conocido, lo que por alguna razón hizo aumentar su odio.
—EY –dijo gritando casi al aire, esperando que alguno de los compañeros de Damon que estaban sirviendo cervezas le preste atención. —¿ALGUNO SABE DONDE ESTÁ DAMON? –Las tres personas que estaban cerca suyo se sobresaltaron un poco por escucharlo tratar de sonar más fuerte que la banda. Un chico pelinegro, del otro lado de la barra, se dio cuenta que alguien hablaba en tonos distintos a la canción que sonaba en el momento, y se le acercó.
—¿QUIÉN? –dijo acercando el oído.
—DAMON –repitió Alex. —MEDIO RUBIO, OJOS VERDES, MIDE LO MISMO QUE YO –empezó a describirlo como si lo hubiesen raptado y la policía le hiciera un cuestionario.
—CREO QUE ESTÁ REPARTIENDO ENTRE LAS MESAS –confesó el extraño. Alex se dio cuenta que tenía una porción de la cabeza rapada, y teñida de rojo. Le quedaba bastante bien.
Alex le hizo una seña de agradecimiento con las manos y la cabeza mientras se alejaba de él. Volviendo, sin prestar atención con quién se cruzaba en el camino, escuchó esa voz familiar diciéndole "perdón" después de chocarle un hombro. El chico miró hacia arriba una brevedad de segundo mientras se disculpaba, y por pocos segundos de contacto visual no se le palideció la cara. Para cuando Alex se dio vuelta y trató de agarrarle el brazo, Damon ya se había metido entre el resto de la gente que los rodeaba.

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