6 [Didn't we already have this conversation?] Zhongli

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[Modern!AU]

Tu cerebro y tu mente funcionaban de maneras misteriosas. A veces, mientras descansabas o tratabas de relajarte en tu habitación, un olor a roca inundaba tus fosas nasales. Otras veces, un perfume suave y delicado reemplazaba la aspereza mineral del otro olor. Incluso, en algunas situaciones, lograbas escuchar la voz reconfortante de un hombre, contándote historias que te permitían descansar lo suficiente para energizarte por completo.

A pesar de lo confusas que aquellas sensaciones resultaban ser, jamás les tuviste miedo: ni siquiera a aquella extraña voz que arrullaba todos tus sentidos. Te sonaba familiar, y tenías la certeza de que, en el pasado, debías haber conocido al hombre que poseía aquel timbre grave tan peculiar.

Otras veces, cuando cerrabas tus ojos para dormir, podías vislumbrar dos orbes dorados que apaciguaban tu alma, tan bellos y tan imponentes que tu corazón se agitaba al discernirlos.

Por ese entonces, no lograbas encajar las piezas de lo que parecía ser un rompecabezas hecho especialmente para ti. Un misterio que tan solo serías capaz de resolver una vez hubieses obtenido todos sus fragmentos. Lo único que sabías es que, algún día, ibas a conocer al dueño de esa mirada inquebrantable y de serena voz.

El destino parecía estar tratando de llevarte a él, y tú no ibas a interponerte en los planes de tu propio hado. Solo necesitabas ser paciente y entonces serías capaz de conocerlo. Afortunadamente, ese encuentro parecía haber sido prescrito en las propias estrellas, y tu paciencia fue capaz de recompensarte como era debido, como si se tratase de tu karma más positivo. 

Ese tan esperado hallazgo sucedió en horas crepusculares. Las calles bulliciosas anticipaban una Navidad bastante próspera, y los niños correteaban por los parques infantiles mientras disfrutaban de los primeros copos de nieve que cayeron aquel año. El cielo ya estaba teñido de tonalidades anaranjadas que complementaban los largos edificios del distrito residencial.

Después de un exhaustivo día, habías decidido pasarte por una de las cafeterías más relajantes de la zona, queriendo disfrutar de una bebida caliente y del primer aperitivo, ya fuese dulce o salado, que te pareciese apetecible. El frío había comenzado a calar ya tus huesos, y llevabas un par de capas de abrigo que parecían insuficientes para mantenerte a salvo de aquel gélido día de diciembre. 

Sin embargo, te llevaste una gran decepción al llegar a la cafetería: al parecer, los propietarios se habían tomado unos días de descanso. Así pues, habías hecho un largo recorrido bajo la nieve para nada, y regresar a casa ahora sería una terrible odisea. Pero, en el momento en que comenzaste a entrar en desesperación, un hombre se te acercó, colocando su mano en tu hombro y llamando inmediatamente tu atención.

Al girarte, tu corazón se encogió y se llenó de una emoción inefable. Un hombre de ojos dorados, cabello castaño con reflejos ámbares atado en una larga coleta y de gran altura estaba frente a ti. Te contemplaba con tranquilidad, pero podías notar cómo las comisuras de sus labios iban alzándose poco a poco, como si no pudiese evitar sonreír al verte. 

Entonces, comenzó a hablarte, y como si se tratase de un sueño, pudiste adivinar cada una de las palabras que surgían de su boca. Era tal como si ya le hubieses escuchado dirigirte a ti, y ya habías oído antes esa voz grave pero serena que tan amenamente estaba abandonando los labios del hombre.

—Debes haber venido a por algo de beber, ¿verdad? —De esa manera había empezado la conversación, sosteniendo un vaso humeante en su mano libre. En él, reconociste tu bebida favorita, y no pudiste evitar tragar saliva ante la coincidencia que aquello supuso—. Conozco a los dueños de la cafetería, y no volverán hasta pasado mañana. Pero debes haber recorrido un largo camino hasta aquí. ¿Qué te parece si te quedas con mi bebida? 

No sabías cómo era posible que ese hombre supiese que ibas a aparecer justamente en la cafetería, y mucho menos eras capaz de entender por qué llevaba un vaso con tu bebida preferida. Parecía haber estado esperando ese momento desde hacía tiempo... Y tu corazón también parecía anhelar a ese misterioso joven de mirada de oro. 

Y, como si una chispa se encendiese en tu interior, una sonrisa enorme se pintó en tu rostro mientras tomabas el vaso, haciendo que tus dedos rozasen los suyos a propósito.

—Gracias, me estaba congelando —murmuraste, y él correspondió tu sonrisa con una expresión relajada y una postura reconfortante.

—De nada —correspondió él, y tu piel se erizó cuando tu nombre fue pronunciado por sus labios. No recordabas haberlo visto antes, y aún así, sabías que te habías encontrado con él. Ya fuese en un sueño o en el pasado, ese encuentro estaba escrito en tu destino, y él también parecía ser consciente de ello.

—¿Cómo... sabes mi nombre? —preguntaste, pero ya sabías a la perfección su respuesta: le habías oído decirla miles de veces antes de ir a dormir, antes de cerrar los ojos para reposar o en tus propios sueños más profundos. Aún así, no podías simplemente limitar tu propia curiosidad, y escuchar su voz de nuevo no le haría daño a nadie: no con una voz tan hermosa como aquella.

—Quizás tú no lo recuerdes —comenzó el hombre, juntando su mirada con la tuya. La nieve caía espesa sobre su cabello, y su rostro se había sonrosado por el frío. Cada vez se veía más hermoso, y tuviste que reprimir las ganas de abalanzarte sobre él para abrazarlo. Una añoranza melancólica se había teñido en tu corazón, y no paraba de incrementar a medida que te hablaba o que vuestras miradas se combinaban en un profundo contraste—, pero...

—¿No hemos tenido ya esta conversación?

Su sonrisa fue suficiente para hacerte saber que, quizás en un pasado muy lejano, él y tú os habíais conocido... Y habíais compartido lazos más profundos que una simple amistad.


Fictober 2021  [Genshin Impact x lector/a]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora