19 [I feel strange] Fischl

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—Me siento extraña —pensó Fischl en una fresca mañana primaveral, aunque aquellas palabras no eran suficientes para poder describir lo que sentía en su corazón.

Nada era suficiente para poder dar una explicación de la amalgama de sensaciones que rondaban por su pecho desde hacía ya bastante tiempo. Ni siquiera Oz, su inseparable compañero, era capaz de ayudarla a enlazar sus pensamientos.

"Me siento extraña" eran palabras débiles con las que tratar de expresarse.

En realidad, esa sensación cálida en sus mejillas mientras sus labios se alzaban en sonrisas ansiosas y el latido nervioso de su corazón era algo que ya había sentido con anterioridad, solo que no se había percatado hasta que Bennett le preguntó si se encontraba bien.

Ese día, mientras Fischl escuchaba cómo su mejor amigo le describía su actual actitud despistada y su comportamiento intranquilo, sus ojos se cruzaron con los tuyos. Y, en ese exacto momento, la chica comprendió a qué se refería Bennett con el rubor de sus mejillas y su forma de evitar conversaciones demasiado largas contigo, como si te odiase.

Sin embargo, lo que sentía por ti no era nada similar al odio ni mucho menos. La chica te tenía gran aprecio, y tú le tenías gran aprecio a ella, apoyándola en sus sueños y deseos de ser considerada la Princesa del Juicio por el resto de Mondstadt. Te gustaba ir de aventuras con ella, cuidar a Oz y formar equipos completos con Bennett, Razor y ella.

Pero, desde el momento en que Bennett se percató de la extraña actitud de la fantasiosa joven de cabello rubio, vuestra relación se tornó bastante rara. Fischl había empezado a ignorarte cada vez que le hablabas en privado, dándote excusas para irse corriendo (aunque en público no le costaba mantener su carácter excéntrico, como si utilizase la gente como testigos para aquellas conversas) y evitando mirarte a la cara, como si tu rostro le pareciese algo horripilante.

Al principio, no entendías muy bien cuál era el problema de Fischl contigo, y si ella quería ser honesta contigo, entonces necesitaba admitir que tampoco lo sabía. 

Tu rostro le parecía una creación divina, capaz de maravillar incluso a los propios arcontes. Podría pasar horas enteras observándolo en silencio, disfrutando del color de tus ojos, del brillo de éstos cuando veías algo que te interesaba o de la forma en que tus labios se entreabrían al tratar de recomponer tu oxígeno después de una de vuestras aventuras por los campos abiertos de Mondstadt.

Tu voz era capaz de relajarla incluso cuando el mundo parecía estar a punto de caerse sobre ella. Siempre lograbas tranquilizarla en los momentos más duros y llenarla de optimismo en caso de que algo saliese mal en vuestras expediciones. Lo que más deseaba era escucharte decir su nombre con la cándida alegría que tanto le gustaba.

Y, si quería hablar de las grandes sonrisas que se esbozaban en su rostro al estar cerca de ti, ya ni siquiera era capaz de describir correctamente lo feliz que le hacía tu forma de ser. Separarse de tu lado sería como buscar la muerte por voluntad propia, e incluso Oz parecía encantado de tu presencia cerca de su querida señorita.

Así que, a pesar de no saber bien lo que le ocurría, Fischl sabía que no te evitaba por haber comenzado a odiarte o repelerte. Había comenzado a evitarte porque tu presencia hacía que su corazón deseara estallar y que sus pensamientos se revolviesen tanto que fuera incapaz de pensar por su cuenta, necesitando de la asistencia de su querido compañero Oz con tal de no quedarse en blanco si le llegabas a preguntar algo.

Cada vez se le dificultaba más mantener su personalidad de Fischl, y la verdadera Amy quería tirarse a tus brazos para pedirte que siempre estuvieses junto a ella. Sus ojos se iluminaban al cruzarse con tu mirada, su cuerpo se relajaba y la hacía sentir débil, y su mente se llenaba de deseos, todos relacionados con un futuro en el que tú continuases siendo una parte primordial de su vida.

—Me siento extraña —se había dicho a sí misma entonces, tomando una pluma y un papel en el que poder escribir todos sus pensamientos y expresar sus sentimientos en torno a ti. 

No podía aguantar más el mantenerse lejos de ti por no saber bien lo que le ocurría a su propio corazón, y deseaba conseguir una respuesta lo más rápido posible. Así que, con una expresión concentrada, el corazón acelerado y una sonrisa ligera llena de afecto, pensó en ti durante unos instantes y su mano se movió de manera automáticamente, plasmando todo lo que pensaba de ti, escribiendo acerca de vuestros momentos más felices y divinizando cada uno de tus rasgos, convencida de que solo así podría apaciguar sus pensamientos.

Fue entonces que, al llenar el papel por ambos lados, Oz se posó en su hombro y una expresión de realización surcó el rostro de la rubia. Aquella no era una simple descripción de su amistad contigo: era una descripción de cómo, con el tiempo, había comenzado a enamorarse, y ahora tenía la respuesta cierta de qué le ocurría en realidad. El porqué de sus mejillas cálidas, el porqué de sus deseos de estar cada momento posible a tu lado, el porqué de su necesidad de hacerte reír y de saber que tú también te lo pasabas bien cuando estabas con ella.

La respuesta siempre había estado frente a sus ojos, pero solo ahora se daba cuenta de sus verdaderos sentimientos. Y, ahora que sabía sobre ellos, no planeaba desperdiciar mucho más tiempo: iba a entregarte esa carta y, de ese modo, podría saber si sentías lo mismo por ella.



Fictober 2021  [Genshin Impact x lector/a]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora