12 [You keep me safe] Diluc

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En su vida, pocas veces había podido disfrutar de la felicidad que todos a su alrededor describían.  Tras la muerte de su padre, nunca había sido capaz de perdonar la traición de Kaeya, y muchas veces su resentimiento se manifestaba en cada uno de los intentos de conversa que realizaba el contrario con él. Otras veces, trataba con gran desinterés y desprecio a los Caballeros de Favonius, rememorando aquellos últimos momentos de vida de Crepus y preguntándose qué sería de su vida ahora mismo si aquellos sucesos no hubiesen ocurrido.

¿Qué hubiese pasado si su padre no hubiese acogido a Kaeya? ¿Seguiría ahora mismo a su lado? ¿Kaeya lo habría matado con sus propias manos a pesar de no tener ninguna manera de acercarse a él? Aquellas dudas carcomían su cabeza cada noche, y sus sonrisas eran cada vez menos frecuentes, convirtiendo su rostro en una expresión impenetrable de neutralidad eterna.

O al menos, así fue Diluc por muchos años antes de que una persona bastante peculiar ingresara a su vida, cuando finalmente las cosas comenzaron a marchar bien para él, y esa persona eras tú. Proveniente de Inazuma, una región de la que no muchas personas podían escapar del decreto de captura de visiones, habías decidido viajar alrededor del mundo, disfrutando de tu recién adquirida libertad.

Así pues, comenzaste tu travesía yendo a Mondstadt. Habías oído hablar muy bien de la nación de la libertad, y querías ver con tus propios ojos todo aquello que los extranjeros alababan sobre la gran ciudad amurallada. Los populares y renombrados vinos, los talentosos bardos que otorgaban vida a la plaza principal, la suave y agradable brisa que soplaba ahí donde ibas... Todo ahí era impresionante y acogedor, un ambiente completamente opuesto al de tu región natal.

Sin embargo, lo más notable de aquella nación era el principal dueño de la industria del vino, Diluc Ragnvindr. Conocerlo no fue sencillo, y aquel encuentro en realidad había sido producto de un simple azar del destino. Apenas habías oído hablar de él, y antes de verle en persona, creías que se trataba de un hombre inaccesible. Sus fortunas llegaban a oídos de los habitantes de Inazuma, y tú no fuiste la excepción.

Por eso, cuando en una casual noche de relajación ingresaste en la Taberna Obsequio del Ángel y una larga cabellera rojiza captó tu atención, no tardaste en comprender de quién era el hombre tras la barra del local. En vez de hallarse el habitual camarero, Charles, aquella noche el propietario en persona se encontraba sirviendo a sus clientes, entre ellos uno de los bardos más reconocidos de la nación, Venti, y un aventurero rubio que parecía estar cuidando de él.

Al principio, no le prestaste gran atención al chico de cabello rojizo, creyendo que a él no le interesarías en lo más mínimo... Pero te estabas equivocando.

Diluc, al verte, supo inmediatamente que no eras de Mondstadt. Reconocería a uno de los suyos casi al instante, y tú emanabas un aura bastante extraña. El aura de alguien que había escapado de una prisión en búsqueda de saborear la libertad que le ofrecería aquella nación.

Por eso mismo, Diluc se te acercó personalmente a servirte antes de que pudieses escoger qué bebida deseabas aquella noche, y aquel acercamiento junto a un par de amables palabras provenientes del hombre te hicieron saber que no era tan desagradable como lo describían. Y aquella noche no tan solo no encontraste un lugar idóneo al que ir para beber cuando lo requirieses, sino que iniciaste una amistad bastante agradable con Diluc.

En realidad, no sabías si llamar a tu relación con el hombre una amistad, pero siempre que asistías a la taberna, él se encontraba ahí para servirte, con su cabello recogido en una coleta alta y una pequeña pero genuina sonrisa pintada en su rostro. Tú le comentabas sobre tu nación, explicándole tus motivas para abandonarla y hablándole de tu pasado en Inazuma, y él, a cambio, te servía todas las bebidas que deseabas y escuchaba con suma atención cada una de tus anécdotas.

Lo que no sabías es que tu presencia ahí era más valiosa de lo que imaginabas. Diluc no solo te consideraba una persona más con la que charlar en jornada laboral, sino que había empezado a mirarte con otros ojos. Notaba un carisma intenso impregnado en ti, uno que le acercaba involuntariamente a tu lado y que le forzaba a hablarte siempre que podía. Sus noches tras cada turno de trabajo se volvían ligeras, y no podía evitar rememorar la visión de tus labios saboreando las bebidas que él te servía cuidadosamente, o recordar cada una de las experiencias que le habías comentado en el fragor de la velada.

Antes de poderse dar cuenta, Diluc había caído rendido ante ti. Se dio cuenta de que, cada día, anhelaba que llegase la tarde para ir a la taberna y encontrarse con tu rostro una vez más. Se percató de que su rendimiento nocturno a la hora de proteger Mondstadt había mejorado muchísimo, y que podía conversar con Kaeya por más de cinco minutos seguidos sin desear sacar su mandoble y terminar con él en su lugar. Proveniente de Inazuma, le habías sacado de aquel torbellino incesante de pensamientos oscuros, habías convertido su personalidad arisca en una mucho más accesible y habías conseguido que sus propias ambiciones resurgieran de su corazón solitario.

Incluso si no comprendía muy bien sus sentimientos y temía arruinar vuestra floreciente amistad con ellos, Diluc solo podía confesar una cosa: tú le mantenías a salvo, y, en el futuro, él se aseguraría de mantenerte a salvo a ti.


Fictober 2021  [Genshin Impact x lector/a]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora