De época - YM

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El viaje en carruaje fue de lo más cansado y aburrido, sumándole el hecho que el señor Min no había dicho ni una palabra en todo el viaje ¿la razón? decidió ir a caballo en lugar de la compañía de su esposo dentro del carruaje.

El único momento en el que disfrutaba y podía estirar las piernas era cuando se detenían para pasar la noche en algún hotel de lujo, comer un poco o disfrutar de la vista y cada que Jimin intentaba acercarse al duque este parecía evitarlo, el menor cansado del mismo trato por dos días seguidos decidió hablar un poco más con el mayordomo quien los acompañaba hasta Peterborough.

— Mi señor, hemos llegado, le presento el castillo de Peterborough.

Jimin bajó del carruaje en ayuda de Min Yoongi, quien milagrosamente tuvo el detalle de mantenerse a su lado mientras saludaban al personal de servicio.

— Jimin te presento a la señora Umney, el ama de llaves.

La mujer hizo una reverencia pronunciada.

— Mis señores, el almuerzo ya está listo y si el duque Park Jimin me lo permite, sería un gusto enseñarle los terrenos después de tomar el té.

Jimin sonrió y asintió.

Ambos caminaron tomados de los brazos. Pasada la gran puerta Jimin inhaló muy fuertemente al ver el enorme castillo que sus ojos veían.

El pequeño hall tenía piso de mármol blanco con rombos negros, sillones con gamuza roja, una enorme chimenea y tanto las paredes como el techo estaban decoradas por las pinturas más hermosas que sus ojos hayan visto.

Estaba en su mundo hasta que sintió una mano posarse en su hombro.

— Querido, por favor continuemos, estoy seguro que la señora Umney te lo mostrará todo más despacio.

Jimin asintió y se dejó guiar por la enorme escalera con pasamanos dorados y alfombrada, simplemente no se había dado cuenta de hasta dónde su matrimonio era beneficioso como hasta ahora.

Luego del almuerzo y responder algunas preguntas sobre el viaje, acompañó a la señora Umney para ver el resto del castillo.

Sus ojos se maravillaron con el salón de las estatuas y pinturas, la cocina, caballerizas, los extensos jardínes, el salón de baile, su habitación, la biblioteca y estudio de Min, la sala de música y el comedor.

Todo lo maravillaba y le aturdía, le daba miedo cometer algún error, porque como era bien conocido, él también debía hacer su entrada a la corte y eso era a lo que más le temía.