- 9 - Final -

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Pasó alrededor de una semana luego de su pequeño paseo en los bosques, semana en la que Yoongi se llenó de trabajo, dirigiendo a los agricultores para poder terminar con la colecta de alimentos para estar preparados para el invierno. Semana que Jimin estaba de los nervios y que cada que escuchaba pasos su corazón se volvía loco.

En las noches solía quedarse despierto hasta tarde repasando cada momento con el duque, sonriéndo como tonto y pataleando cuando recordaba los: Te ves hermoso hoy o los me encanta tu voz. Pero tampoco él se quedaba atrás, buscaba cualquier oportunidad para poder abrazar a su mayor, reírse de él y terminar recostado en el hombro de él inhalando el aroma de su colonia.

Justo esa noche en la que sentía que su corazón estallaba por todo lo que sentía escuchó las notas de un piano. Curioso se levantó y salió de su habitación y bajó descalzo hasta el salón de baile donde se recordaba estaba aquél piano de cola negra.

No se sorprendió al ver al duque con los ojos cerrados concentrado en tocar una melodía, teniendo como compañía una botella de vino y una copa que sabía debía estar rondando por la tercera pasada.

Se acercó cuidadoso y se recargó sobre sus antebrazos deleitándose con los gestos del pálido, de ver sus manos grandes y con algunas venas recorrer las teclas sin titubear, eso definitivamente lo cautivó, y lo fue aún más cuando el mayor abrió los ojos y siguió tocando con su mirada puesta en él, serio y grave como solo él podía serlo.

— Creí que estabas dormido — dijo mientras dejaba de tocar con fuerza y continuaba con una suave melodía.

— Te escuché y quise venir a verte — le dio una sonrisa.

— Lamento si te molestó no quería...

—No por favor, sigue... es... relajante ver al duque de Peterborough de esta forma.

— ¿Es así?

— Se te ve muy serio o callado, listo para dar órdenes, que yo pueda verte así... complace a mi corazón.

— Te lo agradezco — dijo y tomó una mano del menor que la llevó hasta sus labios y dejó un tímido beso en ella.

— A todo esto ¿cómo llegaste a ser el duque de Peterborough? se supone que heredarías el título de tu padre.

El mayor se lo pensó pero respondió.

— El rey Hoseok me tiene en buena estima, presenté para él un nuevo plan de siembras que resultó exitoso para la capital, su manera de corresponder mi favor fue el de darme mi propio título, le estoy agradecido, a él y a la reina Jisoo.

— Vaya... ahora resulta que estoy casado con un hombre inteligente — sonrió juguetón.

— Así es, que afortunado es mi lord — le siguió el juego.

Al no tener otra excusa el menor dio a conocer su deseo de volver a su habitación.

— Espera Jimin... — se levantó y tomó de la mano al rubio.

— ¿Sucede algo mi lord? — preguntó extrañado.

— Debo... confesarle algo

— ¿Es muy grande?

— Como no te imaginas — le dio una sonrisa cansada.

¿Por qué el momento se siente así? se preguntaba Jimin. Ver el rostro apenado y lleno de ese temor que los ojos no podían ocultar en las facciones del duque lo asustaron.

— Dígamelo por favor — rogó afligido.

— Es mejor si se lo demuestro

Jimin quiso preguntar pero sus labios se vieron cubiertos por los del pálido.

Se quedó quieto, con un grito ahogado por su anhelo y sintiendo la calidez que envolvía su boca y su corazón, supo que no podría calmarlas con nada más que con sus propios deseos de dejarse llevar.

Yoongi lo atrapó entre su cuerpo y el piano, el rubio cruzó sus brazos por la nuca del duque y tomó un puño de los cabellos de él.

Chasquidos y respiraciones pesadas.

El conde delineó con su lengua los pomposos labios de su esposo y pidió permiso para entrar, algo que no se le fue negado.

Lo levantó haciendo que el menor tomara asiento en el piano y abriera las piernas para dejar que el pálido siguiera con su asalto

Jimin lo sostenía del rostro y de un momento a otro los labios de Yoongi se dirigieron a su cuello y clavículas, esas que estaba deseoso de morder desde hace una semana, las perfiló con su lengua y dejó claros chupones en los hombros del rubio, mientras el otro se dejaba en suspiros y respiraciones fuertes.

Se separaron y sonrieron, Jimin dejó un pequeño beso en la comisura de los labios del pálido.

— Siéntase correspondido mi señor...

Desde entonces todo empezó a mejorar en la vida de ambos, se les notaba más felices y enamorados. Claro está que para ninguno de los sirvientes fue una sorpresa verlos más juntos que de costumbre, robándose besos o simplemente admirando al otro con una devoción en la que se veía recompensada con palabras cálidas.

Mejor no pudieron sentirse después de cortar toda comunicación con sus interesados padres, después de todo ellos mantenían un título que dependía solo de su ingenio y astucia.

Jimin fue aceptado en la corte, más valorado después de darse cuenta que en él residían muchas ideas productivas en cuanto al manejo de las siembras y cómo estas sustentaban a los poblados de Peterborough y se le veía contento porque a sus oídos llegó la noticia que la esposa de un coronel tuvo que dejar su estatus a pedido del rey, quien claramente dio su voto a favor de Jimin luego de ser informado por un duque de las crueles y poco civilizadas acciones de la mujer.

En cuanto a ellos, solo queda decir que su matrimonio estaba siendo bendecido por un embarazo recién anunciado, luego de meses descubriendo el afecto que se tenían en suaves caricias y propuestas que terminaban con desastres de cabellos y respiraciones. Definitivamente Jimin conoció lo suaves y fuertes que podían ser las manos de su esposo, en como lo tocaba y besaba, creando una sinfonía de su voz repitiendo su nombre una y otra vez, terminar con un dulce beso y sus cuerpos enredados en la calidez de su cama.

Un matrimonio conveniente, un amor así solo los había llevado a una historia...

De época.

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2021 ⏰

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