6. Dom - Sub

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Steve Rogers y Bucky Barnes tienen fama de ser uno de los dúos más estrictos y famosos en la milicia estadounidense. Las facciones de hierro, las miradas gélidas y el característico caminar tan intimidante son algunos de los detalles más relevantes que poseen. Los mismos altos mandos tienen cierto temor cuando deben reunirse con el dúo. Juntos, son el terror del enemigo.

Durante años, infinidad de personas han buscado el punto débil de Bucky y Steve. No es su familia, no son sus amigos, no es su trabajo, ni sus pasatiempos. No puede ser una pareja porque todo el mundo sabe que ellos no son más que un par de lobos solitarios, para ellos, el tema del amor no es de su interés.

O eso es lo que han hecho creer. Nadie se imaginaría que el punto débil sí existe y tiene nombre y apellido: Anthony Edward Stark. El famoso primogénito del admirable Howard Stark. Nadie se imagina que Steve Rogers y Bucky Barnes comparten un intenso y obsesivo amor por aquel joven hombre.




Tony se encuentra en el suelo, desnudo, sentado sobre sus rodillas y con la mirada fija en los pulcros zapatos militares frente a él. Unas esposas adornan sus muñecas magulladas y sus tobillos doloridos.

—Bienvenidos sean, mis amos.

Su cuerpo tiembla, tiene prohibido moverse y hacer ruido. Bucky alza un pie directo a su mentón y le obliga a subir la cabeza pero no despega la mirada del suelo. Un ligero matiz rojo presente en sus mejillas les informa que está nervioso y avergonzado.

—Míranos —Ordena Steve.

Tony, obediente, alza la vista sólo para encontrarse con dos pares de miradas azules intensas y oscuras. Sus labios tiemblan en espera de una orden, de un movimiento, de algo que pueda calmarlo. Necesita moverse, necesita gemir y jadear.

—Siéntate con las piernas cruzadas.

Tony suelta un gemido al hacerlo, el tintineo de las esposas es lo único que se escucha en aquella silenciosa mansión.

—Separa las piernas y tócate.
—Bucky, no...

Un fuerte pisotón en el suelo con el zapato hace brincar a Tony. Cometió una falta al decir su nombre. Él no tiene permitido hablarles por su nombre. Él no es más que un simple esclavo.

—¿Cómo me dijiste?
—Perdón, amo.
—Arrodíllate y besa mi zapato. Veré si puedo perdonar o no tu falta.

Tony se inclina hasta el suelo, con manos temblorosas toma uno de los zapatos de Bucky y lo besa. Sus labios temblando, luchando por no soltar sonido alguno. Se mantiene en esa posición, esperando la respuesta de su amo.

—Vuelve a tu posición anterior.
—Sí, amo Barnes.

Steve se sienta en la cama, observando lo frágil que se ve Tony. Una sonrisa maliciosa nace en su cara y chasquea los dedos.

—Vamos, ábrete de piernas y comienza a tocarte.
—Como diga, amo Rogers.

Tony titubeia un poco antes de cerrar los ojos y abrir a medias las piernas. Sus manos buscan cubrir su hombría de la vergüenza, sus movimientos son torpes y temblorosos.

—¡OBEDECE!

El grito de Steve le hace sollozar, abre sus piernas de golpe y deja a la vista el pene aún flácido que comienza a tocar con recelo. Sigue sin abrir los ojos pero su cuerpo reacciona al sentir ese par de miradas penetrantes. Tony siente que le han desnudando hasta el alma, está a completa merced de ellos pero no se arrepiente. Él quería esto.

—Deja de fingir que no sabes cómo hacerlo —el gélido tono con el que Bucky habla le provoca apretar los ojos y morderse los labios—. Vamos Tony, o-be-de-ce.

Sube una de sus temblorosas manos a través de su vientre y su abdomen hasta llegar a su pecho. Las caricias son sencillas y suaves, sus pequeños pezones se erizan de inmediato mientras que la otra mano toca su creciente erección.

Steve y Bucky observan complacidos los movimientos forzados y obedientes de Tony. Esas pequeñas manos palpando su pecho y haciendo énfasis en sus pezones, el abdomen contrayéndose al comenzar a mastubarse con más confianza. El sonido de las esposas tintineando es hermoso. La vista es espectacular: ese pequeño y bien formado cuerpo moreno a la vista total de ellos es hipnótica. Las caderas redondeadas danzando en un pequeño vaivén, el pecho subiendo y bajando con el aumento de la respiración, los testículos comenzando a subir...

—Alto.

Tony jadea al escuchar la orden en voz de ambos. Sus manos se detienen en el momento dejando un inestable cosquilleo por todas partes pero especialmente en su ano que palpita sin cesar aún cuando Tony está intentando mantener la calma. No quiere ser castigado, aún.

—Abre los ojos, Tony.

Dos hombres con las erecciones erguidas fuera de los pantalones de gala es lo primero que Tony puede ver. Sin pensar, se relame los labios y traga saliva. Quiere chuparlos con vehemencia, quiere tragar aquella cremosa y blancuzca esencia que producen.

—Date la vuelta, inclínate y para el culo hacia nosotros.

Con movimientos cadenciosos se da la vuelta sólo para lloriquear por la sensación en su ano, los tintineos paran de golpe cuando Tony de encuentra con el gran espejo frente a él. Steve y Bucky no despegan la vista de su reflejo y Tony, entonces siente un jalón en su miembro. Con cuidado, se empina de tal forma que con las piernas lo más abiertas que las esposas le permiten, deja su terso, redondo y gran culo a la vista.

—No despegues la vista del espejo y continúa masturbándote.

Tony mantiene su preciosa e inocente mirada café sobre sus amos, su mano recorriendo su pene de arriba-abajo, acariciando el glande con sus dedos, tocando y apretando sus testículos. Todo ante la vista de aquel par, Tony boquea y jadea sin despegar la vista del espejo, contemplando las dos gloriosas erecciones con las venas bien marcadas y las puntas rojizas, húmedas y brillantes.

Su pequeño agujero se contrae con fuerza, provocando a Steve y a Bucky. Es ahí cuando Steve saca el pequeño control y el dildo de bolitas comienza a vibrar dentro de Tony. Sus gemidos son incontrolables, las bolas dentro de él se mueven muy rápido y sus caderas se agitan con ganas de más.

—Sácalas.

Tony con la cara sobre el suelo y con los hombros un poco sentidos, intenta guiar sus manos hacia su trasero pero no puede, las esposas no le dan suficiente movilidad.

—¡Sin usar las manos! ¡Y responde cuando te dé órdenes!
—S-sí, amo Barnes.

Tony no puede con las vibraciones dentro suyo, su pene se sacude y su agujero cada vez se vuelve más lascivo. Lloriqueando y respirando muy agitado, comienza a pujar despacio.

Dteve y Bucky están casi babeando mientras observan ese lindo culito glotón abrirse y cerrarse, dejando a la vista el dildo en su interior. Sus penes, duros como rocas, dando movimientos vulgares y chorreando presemen deseando internarse en Tony. Las pupilas se les dilatan cuando la primer bola es expulsada. Tony jadea y ruega con palabras incomprensibles.

Steve le pasa el control a Bucky y Tony lanza un pequeño grito al sentir que las vibraciones son más intensas y las bolas comienzan a calentarse. Sabe que no puede despegar la vista del espejo así que lucha hasta las lágrimas por no cerrar los ojos. El calor sube por todo su cuerpo y vuelve a concentrarse en sus testículos y su pene. Sus caderas moviéndose sin control, anhelando ser llenado no por un dildo sino con un pene real, grueso, largo y duro como los que noche tras noche lo llenan.

Con ese pensamiento, hace presión para ir sacando las bolas que una vez fuera de su ano, pueden ser escuchadas al vibrar. El cuerpo de Tony tiembla al sentir las miradas sobre su culo hambriento.

—Córrete.
—Ahora.

Tony no necesitó más que las voces de Steve y Bucky para dejarse caer al suelo con el cuerpo lánguido, su pene chorreando y su agujero palpitando hasta que la última bola es expulsada.

Kinktober 2021 - StuckonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora