Angstober [Bungou Stray Dogs]

× 6 ×

× Alternative Universe ×

"¿Por qué te vas?"

Sollozaba, con las lágrimas deslizándose una tras otra por sus mejillas. Aunque no se destacaba por ser un niño llorón, ahora parecía uno.

Era una hora cercana a la medianoche cuando cierto chico de cabello castaño, que había escapado de su casa, se coló por su habitación. Se trataba de su amigo, Osamu Dazai, quien lo visitaba a esas altas horas de la noche para charlar y darle unas cuantas noticias.

Aunque si Dazai hubiera sabido que Chuuya terminaría llorando, tal vez no le hubiera contado nada.

—Ah, en verdad, eres un bebé llorón, Chuuya...

—Dazai... ¿Por qué te vas?—hipó Chuuya limpiándose sus propias lágrimas con sus manos e ignorando por completo lo dicho por Dazai.

—Oye—habló Dazai con seriedad obteniendo la atención de Chuuya, pero sin lograr que dejase de llorar—, no lo digas como si yo quisiese eso. Sabes que preferiría quedarme aquí fastidiandote y compitiendo contigo solo para mostrarte mi superioridad, pero mi tío Ougai quiere irse de aquí. ¡No tengo otra opción!

La mamá de Dazai lo había abandonado apenas nació y su padre murió asesinado; dependía de su tío.

Chuuya siguió llorando, y Osamu ya no hallaba qué decirle para que se quedara tranquilo. Aunque a ambos les dolía a alejarse, Chuuya era el único que lloraba, pero no era extraño que Dazai no lo hiciera ya que tenía un buen manejo sobre sus emociones.

—Si sigues llorando, no crecerás—dijo Dazai colocando sus manos en las mejillas del contrario, este hipó nuevamente y sorbió su nariz aunque su cara fuera sujetada por Dazai—. Eres asqueroso, estás lleno de moco. Te iba a abrazar, pero ya no dan ganas de hacerlo.—Notó como las lágrimas en los ojos de Chuuya seguían presentes y como este quería seguir desahogándose. Dejó salir un cansado suspiro— Está bien, sí te abrazaré...

Y lo siguiente que se pudo apreciar en esa habitación fue al par de niños compartiendo un fuerte abrazo. En estos momentos, no se llevaban mucha diferencia de estatura, aunque igual Dazai era más alto.

—No hace falta que llores tanto, posiblemente vuelva...—No estaba seguro de lo que decía, ni siquiera tenía idea de a donde iría. Pero sí estaba seguro de que le gustaría permanecer al lado de Chuuya.

—¿Lo prometes?

—Si digo que sí, ¿ya no vas a llorar?

El pequeño Chuuya se separó de Dazai para comenzar a secar sus lágrimas mientras veía al de cabello castaño—Creo que sí...

—Entonces no—bromeó Dazai, recibiendo un suave golpe por parte de Chuuya—. Bueno, sí, lo prometo. Volveré cuando sea más grande...

—Y yo te esperaré, aún cuando sea más grande.

—¿De qué hablas, si quizás no seas más grande?

—Cállate, yo... sí voy a crecer, vas a ver, tomaré leche a diario.—Chuuya tenía su ceño fruncido mientras hablaba casi en un susurro— Tienes que volver para que me veas siendo más alto que tú...

—Bueno, no lo creeré hasta que vuelva y lo vea con mis propios ojos—sonrió Dazai antes de volverse a acercar al pelirrojo y darle otro abrazo.

×

Pasaron las estaciones y varios años, ambos niños crecieron, y sus caminos seguían separados.

Por un lado, la vida de Dazai fue de mal a peor desde que descubrió que su tío Ougai era el asesino a su padre, los problemas y maltratos iniciaron, y terminó por ir con malos pasos, detestaba todo y se había vuelto un joven cruel y sádico. Tomaba las peores decisiones. Hasta terminar por cometer un exitoso suicidio.

La última petición que Dazai le hizo al universo, cuando estaba a punto de abandonar este mundo, fue que hiciera que Chuuya lo olvidara. Conocía bien al pelirrojo, y sabía que este tal vez estuviera aún esperándolo, con un ceño fruncido y fingiendo que no era así para mantener su orgullo.

No quería que Chuuya siguiera pensando en él, y más si no le iba a poder cumplir la pequeña promesa que le hizo de niño.

Pero, como siempre, el universo ignoró lo único que Dazai pedía.

Porque, así hayan pasado muchos años, Chuuya nunca dejó de esperarlo. Intentó perder la esperanza, pero inconcientemente la mantenía, era como un impulso inevitable que había adquirido.

Cada vez que el pelirrojo llegaba a su casa, subía directo a su habitación, deseando que Dazai se hubiera colado a esta como lo hacía de niño. Pero claramente nunca sucedió.

Nunca lo volvió a ver.