La oscuridad absoluta es el aire que respira. Meditaba, con su parsimoniosa respiración chocando contra la máscara. Los incesantes golpes para llamar su atención eran ignorados. Era su momento de meditación al día, en cuanto terminara, arrancaría la cabeza del súbdito que estuviera intentando perturbarlo.
– Maestro, soy Kaoru – Le había facilitado su tarea de búsqueda, le haría la muerte un poco, solo un poco, menos dolorosa – Maestro. La encontramos. – Su meditación y el asesinato de su súbdito podrían esperar. Con una sombra salió de la habitación, y se posicionó detrás de su alumno.
– Tráeme un equipo de expedición, salimos ahora. – Sentenció y se retiró.
Zed se encontraba admirando la isla flotante dónde habitaba Syndra. La magia que debía ella poseer para poder mantener, incluso dormida, tanta magnitud en el aire. Aunque la pregunta importante era ¿Cómo subir?
– Extiende tu brazo. – Zed le indicó a uno de sus alumnos y le arrancó un pedazo de la tela blanca de su ropa. Ató el trozo de tela a uno de sus kunais y lo lanzó por sobre la fortaleza de la soberana. Se sentó en suelo a meditar hasta esperar alguna señal, que cayó al instante, como forma de esfera. Zed se levantó para acercarse a ella y mirar hacia la fortaleza nuevamente. ¿Qué esperaba ella que el hiciera? Meditó que podría hacer durante unos segundos sin encontrar una respuesta clara y la esfera se elevó sobre él y volvió a colocarse a sus pies. Él la miró dubitativo, pero no tenía nada que perder. Subió sus pies sobre la esfera y ésta se elevó con él encima hasta llegar al jardín de la fortaleza que ocupaba Syndra.
El maestro de las sombras siguió a la hechicera hacia el interior de su hogar. Tuvo cuidado en no pisar ninguno de los muchos libros que se encontraban distribuidos en desorden por el piso. Syndra se acomodó en su sofá.
– Una muestra de gratitud – Dijo Zed tendiéndole un libro – De mi biblioteca privada. Es posible que seas la persona más inteligente del planeta con todo lo que has leído, pero nunca viene mal un conocimiento extra, además, de que debes estar harta de los mismos libros siempre. – Syndra sonrió.
– Gracias, pero basta de formalidades. – Contestó seria – Lo que buscas es una alianza. ¿No es así?
– Sí, la academia de – Comenzó a hablar pero fue interrumpido por la mano de Syndra indicándole en un gesto que se detenga.
– Quítate la máscara – Ordenó ella – no escuchare tus demandas con ella puesta – Sentenció.
– ¿Por qué? – Inquirió Zed levantando una ceja sin que ella pudiera verlo.
– Es una muestra de confianza. – Él la miró por unos minutos en silencio, sopesando.
– No. – Respondió finalmente.
Syndra, con su magia abrió la puerta detrás del maestro de las sombras.
– Entonces puedes retirarte. – ¿Sería tan reacio a mostrar su rostro? Internamente ella no quería que él se fuera, pero era curiosa y a la vez desconfiada, pero no mostraría debilidad. ¿Sería capaz de seguirlo si él se fuera?
Zed se sentó frente a Syndra, y con la lentitud de un niño que no quiere irse a la cama y quiere alargar el momento lo más posible se quitó la máscara con la más parsimoniosa calma.
–La paz no será eterna, la academia de guerra caerá algún día, y la guerra comenzará. Jonia nos cazará, a ti y a mí, y todos mis discípulos. Puedo hacerle frente con mi ejército, pero no será una victoria asegurada, podría incluso decir, que podríamos caer derrotados. Pero, juntos, tu y yo, podemos estar preparados para derrotar a Jonia cuando ese día caiga. Tu presencia le dará más seguridad a mis discípulos, y atraerá nuevos. Podríamos no solo entrenarlos en el arte de las sombras, ni no también, con tus conocimientos, en la poderosa hechicería. Y cuando la guerra estalle, Jonia caerá a nuestros pies. – Zed con su máscara en sus manos aun, esperó una respuesta por parte de la soberana.
– Zed… – Los ojos de Syndra se cristalizaron. No escuchó ni una palabra de lo que él le dijo. Alzó su mano para tocar su rostro y él se alejó. Levantandose de su asiento comenzó a ponerse su máscara.
– Acepto. –Contestó Syndra – Lo que sea, acepto. Pero por favor, retírate Zed. – Nuevamente, con su magia abrió la puerta, y comenzó a flotar, pero no pudo ocultar su temblor.
Zed la tomó de la mano y la llevo al jardín, obligándola a mirar hacia el oeste.
– Entre esas dos montañas, hay un rio, detrás de ese rio, hay una caverna, dentro, está la orden de las sombras. Serás bien recibida cuando lo necesites. Zed hizo una reverencia, y se marchó saltando fuera de la fortaleza.
Pasaron unos segundos en los que su magia la mantuvo flotando, pero su voluntad se quebró y cayó al suelo, comenzando a llorar. Había sido una artimaña sucia, obligarlo a quitarse su máscara solo por su curiosidad. Syndra sintió el dolor en su rostro al ver la cicatriz de Zed, y jamás las palabras podrían pedir el perdón suficiente, ni explicar la culpa que sentía.
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Alianza
FanfictionSe conocen en midlane. Sus poderes son devastadores. A penas se dan cuenta de eso, saben lo que deben hacer. Jonia arderá. ¿Sus corazones también? Inspirado en el juego online "League of Legends" Pareja: Zed y Syndra