Untitled Part 4

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Las visitas recurrentes de Zed a la isla de la soberana oscura se vuelven recurrentes, pero no tanto como las de Syndra a la orden de las sombras.

– Tu libro de la semana – Zed se sentó en la mesa mientras le daba el decimo sexto libro que Syndra le pidió prestado. – A este paso leerás mi biblioteca entera antes de que termine el año.

– Ajam. – Syndra tomó el libro sin siquiera mirarlo y bebió su té – ¿Ya te vas? – Zed la miró intrigado. Había venido a su isla en cuanto volvió de la Liga, no la había visto en los portales. Mujeres ¿qué le pasaba a Syndra? Durante su encuentro en la Grieta no estaba comportándose... Oh, claro.

– Es posible Syndra… ¿que todavía estés enfadada conmigo porque te gané – nuevamente – la línea en la Grieta? – La miró inquisitivo, y se dio cuenta de que su pensamiento era acertado cuanto las esferas comenzaron a temblar.

– SI MI INVOCADOR HUBIERA TENIDO MANOS EL PENTAKILL HUBIERA SIDO MIO, ZED. LA PRÓXIMA SERÁ DIFERENTE. EXIJO UNA REVANCHA. – Syndra enfureció golpeando la mesa. MUJERES.

La hechicera volvió a tomar asiento más calmada pero con su cara aun demostrando que estaba totalmente ofendida. Zed suspiró ¿Quién le mandó a ser aliado con la persona más alterable de toda Runaterra?

– Estoy seguro que en un 1vs1, valiéndonos de nosotros mismos, ganarías indudablemente Syndra. – Ella lo miro de reojo con cara de cachorro abandonado.

– ¿De verdad lo crees?

– Por supuesto que sí, eres realmente poderosa. – Syndra sonrió feliz.

– Aun así, te prometo que me vengaré – Zed suspiró. Realmente, necesitaba un libro sobre las mujeres. ¿Quién las entiende?

El silencio entre ellos duró unos segundos hasta que Syndra, sin ya estar ofendida, lo rompió.

– ¿No vas a beber el té? – Intentó sonar desinteresada, pero era fácil leerla. Ya le enseñaría a no dejarse leer tan fácilmente. Miró la taza delante de él, sí, no le vendría mal beber un poco y relajarse, pero. – Quítate la máscara. – Ordenó Syndra.

– No. – Respondió. – Te agradezco, pero no deseo tomar té.

– Quítate la máscara. –

– No. – Cruzaron sus miradas como rayos. Si cayera un alfiler se escucharía como una bomba atómica. Si alguien tuviera un chuchillo, podría cortar la tensión del ambiente. Desafiantes se mantuvieron como estatuas mirándose el uno al otro. – Tu rostro se oscurece cuando me quito mi máscara Syndra, como si te doliera a timi cicatriz. Sufres cada vez que me ordenas que me la quite. ¿Por qué lo sigues haciendo entonces? ¿Qué es lo que te vuelve tan insistente en tu afán de verme sin la máscara? – Syndra al verse descubierta bajó la cabeza. ¿Se estaba rindiendo? La mirada de Zed bajo la máscara se ablandó. Él tomó su mano por sobre la mesa. Ella esbozó una sonrisa leve aun con la cabeza gacha.

El maestro de las sombras, aun sin soltar su mano se levantó de la mesa.

– Es hora de irme Syndra. Ha sido un placer verte hoy. Espero mañana puedas hacerte un merecido pentakill. – Él bajo su máscara sonrió suavemente. Ella levantó la cabeza. No quería que se fuera. Aun era temprano, el sol todavía no había siquiera descendido un poco desde que llegó. Lo miró suplicante y el soltó sus manos.

Syndra se levantó de su asiento con la viva imagen de la tristeza en su rostro.

– Quítate la máscara Zed. – Syndra se plató delante de él. Iba a refutarla, pero no aceptaría un no por respuesta. – Hazlo.

Dudó, dudó por unos segundos. Él no dudaba. Se la quitó con la parsimonia que lo caracterizaba, pero estaba totalmente reacio a hacerlo. El rostro de Syndra palideció, los ojos de ella brillaron reflejándole las cicatrices que desfiguraban su rostro. El dolor se apoderó de la cara de la hechicera. Zed apretó su mandíbula, Syndra era una masoquista, y él lo era más por cumplir sus caprichos.

Los ojos de Syndra se inundaron pero no dejó que nada los abandonaran. Alzó sus manos pidiéndole permiso con sus ojos acuosos. Zed cerró los propios en señal de aceptación. Y ella acaricio el rostro contrario con sufrimiento, leyéndolo con sus manos como a un mapa tallado en piedra. La mayor parte de su rostro no tenía sensibilidad, y aun así podía sentir la calidez de sus manos. Ella estaba por llorar, él lo sabía, pero no sabía que hacer en esos casos. Los ninjas no tenían esas clases de reacciones, se suponía que no debían sentir. No estaba preparado para afrontar ese tipo de cosas.

Hizo lo primero que se le vino a la mente. Atrajo a Syndra hacia él. No era un abrazo, era algo parecido. Ella se apoyó en su pecho, el frio metal de su armadura contrastó con sus lágrimas cálidas. Zed acarició los cabellos albinos de ella con la mayor delicadeza que un ninja destructivo como él podía articular.

– Gracias Syndra – Su voz fue un susurro aplastado por su garganta.

Ella limpió sus lágrimas con el dorso de su mano y una sonrisa suave iluminó su rostro. Y se quedaron en esa posición por un largo tiempo. Entonces Syndra se dio cuenta que Zed no tenía el olor ácido y repugnante a sudor y sangre. Tenía olor a ascendencia. A supremacía. A fuerza. Tenía olor a todo lo poderoso. Tenía olor a Zed, y definitivamente podría acostumbrarse a ese olor.

N/A: No sé ustedes, pero yo soy un flan y lloré como una estúpida escribiendo el final de esta repugnante cosa. Me maldigo a mi misma. Deshonor a mi vaca.

Sus reviews son apreciados más que nada en el mundo 3 A más reviews, más rápido avanzara la historia(?) bueno no, la escritora es vaga, asi que no. Pero dejen reviews igual(?)

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