— Gracias por colaborar —la directora vaciló un instante— Prometo que nadie sabrá que me hablaste sobre... el incidente.
— No prometa cosas que sabe que no podrá cumplir —dije con un tono tan serio que hasta a mi me sorprendió— Hice esto porque no es justo que mis compañeras de cuarto se mueran de hambre.
— He vivido tantas cosas en esta escuela —dijo con diversión— pero es primera vez que la hija de un jefe de mafia me habla de justicia.
Sonrió con ironía. La sangre hirvió en mis venas. Me levanté del asiento y dejé caer mis manos en su escritorio haciendo un sonido brusco.
— No te confundas, aunque seas la directora de esta escuela recuerda que no das las órdenes aquí.
Su cara estaba indescifrable, no se esperaba esta reacción.
— Puedes irte.
— Gracias —dije sonriendo.
Caminé por el gran estudio hasta llegar a la puerta.
— Cuida tu espalda —sus palabras sonaban a amenaza.
Salí por fin de ese lugar. Sabía que tenía razón en lo último: debía cuidar mi espalda. No tenía miedo, al contrario, estaba lista para todo. Pero en un lugar así nunca sabías de que manera te podrían atacar.
Las chicas me estaban esperando cerca de allí, cosa que agradecí mentalmente, sentía que escuchar sus penas había creado un fuerte vínculo.
— ¿Estás bien? —Antonella preguntó con preocupación
— Salvo por el hambre atroz me encuentro perfectamente —mentí, tenía la impresión de que en cualquier momento me atacarían
— Este..—habló Valeria con indecisión— No han abierto la cafetería —vaciló y lanzó una mirada cómplice a la chica— Pero el grupo México dejó en el cuarto algunos aperitivos como muestra de agradecimiento.
Ambas me miraron sonriendo
— Vale, pues es hora de desayunar como Dios manda —sonreí con sinceridad
— ¿Que no eras atea? —
— Lo soy, pero en estos momentos tengo un hambre del demonio.
Las tres reímos.
Al llegar al cuarto me sorprendió la cantidad de comida que había: manzanas, chocolates, papitas, galletas, jugos... todo eso sobre la cama. Mi sentido de supervivencia se activó: si antes de que saliese del estudio de la señora Messina los amigos de la chica sabían que yo había decidido hablar, pues lo más probable era que la noticia recorriera ya por todo el lugar, y Asia sabría que yo había delatado a su compañera. Supuse que no se quedarían de brazos cruzados, tendrían una reputación que mantener, y no permitirían que una novata sin grupo burlara su "reglamento".
— ¿No tienes hambre? —preguntó Valeria
— Tengo tanta hambre que podía deborar a un elefante, pero esta podía ser la oportunidad perfecta para que alguien llevara a cabo su venganza.
— Buen punto —dijo Antonella— ¿Qué debemos hacer?.
— No comer nada que venga expuesto, cualquier empaque abierto puede ser una señal de algo, ahora más que nunca debemos tener cuidado...
— Miren esto —
Valeria sostenía un paquete de fideos, japoneses obviamente, estaba abierto y en su interior tenía... cuchillas. Las tres nos miramos con horror.
***
La semana había transcurrido con total tranquilidad,como castigo teníamos prohibido reunirnos grandes cantidades de personas, por lo que las salidas al comedor o a las instalaciones educativas se habían suspendido, y las clases eran impartidas por horarios a chicos del mismo país, al igual que las idas al baño.
ESTÁS LEYENDO
Génesis
FantasyLilith D'angelo es una chica que ha sido enviada a un internado en las afueras de Roma tras un gran conflicto de mafias por un enemigo de su padre. Tras dos días de encierro y miradas burlonas por parte de los demás alumnos, se siente sola, salvo p...