CAP. 2 Estrés

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Maldición! De todas las personas en este mundo tuvo que ser él... ¿estaré maldita?' Pensaba desesperada, verlo ahí parado delante suyo era algo que la había dejado sin palabras. No podía creer su mala suerte, ese trabajo en particular estaba alejado de todos, fue por eso que había aceptado ¿Pero... entonces como era posible que Tomioka Giyuu estuviera delante de ella y con esa cara de póker característica suya? Desde luego ella no estaba al tanto de todas las direcciones de sus compañeros, pero por esa zona era bastante difícil que pudiera encontrarse con alguno de ellos ya que era una zona bastante exclusiva. 

-Oye kaichō... ¿Qué estás haciendo aquí?-

-Eso mismo debería preguntarte ¿no lo crees?- Trató a duras penas de disimular su nerviosismo actuando como siempre pero aparentemente no estaba dando resultado por la forma en que el joven comenzaba a reír.-¿De qué te estás riendo?-

-No es nada-. Trato de componerse un poco, ver a la presidenta en ese estado era demasiado para él; demasiado cómico. 

-Entonces deja ya de reírte-. 

-No sabía que estaba prohibido reírse Kaichō...- le dijo algo serio acercándose más a la chica, logrando ponerle aún más nerviosa. 

Shinobu se habían sonrojado; la forma en la que la había hablado fue muy desconcertante y la había tomado desprevenida ¿acaso estaba coqueteando con ella? Según los rumores, tenía entendido que Tomioka Giyuu no estaba interesado en las mujeres de su escuela y como ella no se define como una chica interesante hacia el sexo masculino, la dejó pensando. Aunque rápidamente comenzó a reír mentalmente, esa idea sí que era estúpida. 

Decidió dejar de lado esa conversación, no le convenía andar perdiendo el tiempo con cosas sin sentido y aunque estaba realmente preocupada por lo que Tomioka haría con lo que acababa de enterarse, debía cumplir con su trabajo. Así que sin más y para sorpresa del pelinegro, con una sonrisa radiante y de muy buenos modales lo guio hasta una mesa.

-Disculpe las molestias, amo. Tome asiento y enseguida será atendido-. Hizo una reverencia y fue en busca de una carta para que de una vez eligiera que consumir y la dejara en paz. 

El cambio de actitud de la chica al darse vuelta no pasó desapercibido por el Trío de Idiotas que de inmediato se pusieron de pie e interceptaron a Shinobu antes de que llegara a la barra.

-¿Está todo bien Shino-chan?- Preguntó Douma un joven rubio bastante alto y según Shinobu, algo maleducado 

-Está todo bien amo, ¿ahora puede el San-baka-sama regresar a su mesa?- respondió irritada, ya demasiado tenía con Tomioka como para soportar una escena de celos de parte de esos tres universitarios ante el comando se fueron felices a sentarse en su mesa, no sin antes fulminar con la mirada a ese nuevo cliente que había hecho que su querida Shino-chan se pusiera de mal humor. 

Tomioka en tanto había observado y escuchado todo con mucha curiosidad, le pareció sumamente interesante el hecho de que una niña, por así decirlo, había insultado, amenazado y a la vez convencido a los jóvenes universitarios a que tomarán asiento (todo encubierto con mucha dulzura). Y cada vez que pensaba en las actitudes de la chica le daba cada vez más curiosidad, por un lado en la escuela era una fiera temperamental y sin pizca de sentimientos hacia su sexo opuesto y por otro, trabajaba en ese sitio hablándoles a los hombres como si estar ahí fuera lo mejor que le pasara en la vida, aunque el sabía que era todo lo contrario. Pensar en eso le daba otro color a su aburrida vida ya que era muy monótona pero con lo que acababa de descubrir de la Kaichō pensaba divertirse, por lo menos lo suficiente como para no morir de aburrimiento.

Pasado unos momentos, Shinobu regresó con la carta y como el café estaba casi vacío, decidió esperar a que Tomioka decidiera que consumir. Pero su paciencia se estaba agotando al ver que el chico no se decidía por nada y un pequeño tic en su ojo izquierdo comenzaba a notarse. 

-Disculpe amo ¿piensa tardar mucho más? Verá, el café no está abierto las veinticuatro horas-. Sonrió forzosamente y eso hizo que a la gerente le diera un extraño frio en su espina dorsal, estaba segura que perdería a ese lindo nuevo cliente. Pero se sorprendió cuando vio que el chico se estaba conteniendo la risa. 

Tomioka tuvo que ahogarse con su risa, no quería que el temperamento de la chica se desatara más porque estaba seguro que lo golpearía y sería regañada por su culpa, así que pidió una copa de helado y se dispuso a degustarlo... lentamente. Así que para cuando había consumido el postre, Shinobu y el resto del personal habían dejado todo el local reluciente. 

-Bien, es suficiente 'amo'. Tenemos que cerrar-. 

-De acuerdo Shino-chan. Dime cuanto es y me iré-. Shinobu sintió deseos de estrangularlo cuando la llamó su apodo pero se mantuvo serena porque había sido ella quién había pedido que no la llamaran por su nombre completo, aunque ese ser extraño no lo sabía.  

Finalmente, el molesto último cliente se había ido y el café había cerrado sus puertas. Shinobu estaba exhausta y le costaba hasta sacarse su uniforme, el simple hecho de levantar los brazos para cambiarse de ropa la cansaba tanto que no tenía deseos de hacerlo, sin embargo, no podía andar por las calles en esas fachas, podría sucederle cualquier cosa con tanto pervertido suelto. 

Después de terminar de vestirse, salió del café murmurando maldiciones, se habían hecho demasiado tarde y no podría hacer ninguno de sus deberes de la escuela a menos que se pasara la noche en vela. -Estúpido Tomioka-, maldijo pasando por un parque casi llegando a su departamento, había tardado más o menos cuarenta y cinco minutos en llegar hasta allí. Todo era su culpa, sus nervios, su paranoia, su cansancio y ahora sus deberes sin hacer.

-Ahh kaichō... No está bien que siempre estés insultándome-.

El corazón de Shinobu subió hasta su garganta y volvió a su lugar dolorosamente. La chica estaba tan concentrada con sus pensamientos que no sintió que Tomioka la estaba siguiendo.

-¡¿Acaso quieres matarme?! - Grito todavía apretándose el pecho.

-No es para tanto - Suspiró - Solo quería ver que no te sucediera nada, estas zona es muy peligrosa de noche-.

-Eso no es de tu incumbencia ¿Qué se supone que haces por aquí? ¿Acaso me estas siguiendo? Eres un pervertido y además un acosador-.

-Bueno, es solo que Shino-chan me parece una persona muy interesante. En cuanto a que hago aquí... pues ya te lo dije, te estaba cuidando y si, te estaba siguiendo-. Le respondió como si todo lo que estuvo haciendo fuera absolutamente normal y propio de un joven de dieciocho años.

-Deja de decirme así y lárgate de aquí no necesito de tus cuidados. Eres muy extraño Tomioka...-

-Solo un poco-. Shinobu no podía creer el descaro de ese hombre. No quería involucrarse con él... pero dado que había descubierto su secreto no le quedaba otra opción que tratar de ser amable y rogar porque no esparciera por toda la escuela donde estaba trabajando.

-Bien, puedes dejar de preocuparte porque ya estoy a punto de llegar a mi casa. Así que puedes irte que mañana hay escuela ¡ponte a estudiar, en vez de seguirme!- Y así Shinobu corrió lo más rápido que pudo dejándolo lejos y más que sorprendido. Su velocidad era impresionante y no había forma de que la alcanzará.

Finalmente lo había dejado atrás, agotada entró a su modesto apartamento de un ambiente. Dejó  todas sus pertenencias en el único sillón que tenía y cruzó la habitación para tirarse a su cama. Tenía mucho que hacer, mucho que pensar pero sobre todo quería tomar un baño, estaba transpirada a causa de la maratón que corrió para alejarse de Tomioka y su olfato se lo exigía, apestada. Buscó una toalla, ropa interior y fue al baño.

Luego de alrededor de veinte minutos, Shinobu salió más relajada y con la mente más despejada. Se sentía mejor, así que decidió que lo primero que haría era tomar una abundante taza de café y pasaría la noche estudiando y adelantando cosas del consejo estudiantil, no podía dejar de lado sus obligaciones con la escuela porque eso le restaría muchos puntos.

Envuelta aun en la toalla estaba a punto de pasar por el biombo que dividió la habitación con la cocina pero de lo cansada que estaba sintió un fuerte mareo que hizo que perdiera el equilibrio y cayera sin conocimiento. Su cuerpo no había resistido tanta presión por las horas de trabajo y por el estrés de estar pendiente de que su secreto no fuera descubriendo. Eso hacía que cierto acosador se sintiera con algo de culpa.

-Lo siento Shinobu-chan, creo que... se me fue un poco la mano... -

Continuará...

El secreto de ShinobuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora