CAP. 3 Fiebre

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No supo porque había tenido la osadía de seguirla y mucho menos por qué había entrado a su casa. Su mente le decía que todo era para entretenerse para evitar el aburrimiento, pero su corazón se agito cuando la vio caerse. Afortunadamente, había llegado de prisa su lado y logró sujetarla antes de que cayera y se golpeara la cabeza con el frío piso.

Tomioka había estado esperando el momento para sorprenderla y hacer que se enojara un poco, había esperado pacientemente para entrar y cuando decidió sorprenderla ya era tarde porque la muchacha había entrado a darse un baño pero cuando entró en el departamento había desistido de esa estúpida idea.

El lugar donde la Kaichō vivía era muy pequeño y estaba apenas amoblado, tenía poca comodidad y por lo que pudo observar solo tenía los servicios básicos que eran: agua, calefacción, luz y gas. No tenía televisor ni teléfono. Había un solo sillón y una cama pequeña pero que a pesar del tamaño se veía cómoda; también había una mesa pequeña y un estante en donde estaban la mayoría de los libros que poseía. Separando la habitación de la cocina, Shinobu había colocado un biombo y ahí terminaba el apartamento sin contar con el baño. Estaba sobre un tercer piso y la vista que tenía era bastante buena. 

Se sorprendió mucho al enterarse que la chica vivía, aparentemente, sola. Esperaba encontrarse con su familia o por lo menos alguien más que lo golpeara por osarse a entrar a una casa ajena pero no hubo nadie que lo detuviera.

Repentinamente lo había invadido la culpa, sabía que había sido muy maleducado y entrometido, sin mencionar que estaba cometiendo un delito al entrar a su casa sin ser invitado pero no  había podido evitarlo. Su interés por la chica había superado su precaución y la curiosidad lo dominaba ya que no tenía nada mejor que hacer. 

Estaba a punto de marcharse tan sigilosamente como cuando había entrado pero la puerta del baño lo había alertado y lo había petrificado en el lugar, no sabía dónde meterse. Rápidamente y sin saber en qué otro lugar ocultarse corrió hacia el biombo en dónde rogo a todos los dioses que Shinobu no lo encontrará.

Al abrirse la puerta, Tomioka quedó  boquiabierto; Shinobu acababa de salir y solo estaba envuelta en una toalla. Su moral le exigía que quitará la vista de la chica, pero su masculinidad y con sus dieciocho años le prohibía desviar la mirada. Nunca lo hubiera imaginado que detrás de esa agresividad se encontrará semejante belleza porque eso era lo que sus ojos veían, una hermosa mujer de exuberantes curvas y rasgos muy finos. Al no poder quita la mirada comenzó a sentir mucho calor al mismo tiempo que su pantalón comenzaba a apretarle en cierta zona sensible. Debía salir de ahí...

Pero no pudo hacerlo... Shinobu se estaba desvaneciendo delante de sus ojos y no puedo hacer otra cosa más que (a riesgo de ser descubierto, mandando a presión y golpeado) salir de su escondite para salvarla de golpearse contra el suelo. La culpa lo invadió nuevamente, había estado presionándola durante toda la noche. Sabía que la presidenta se preocupaba por su imagen que había construido en la escuela y verlo ahí y sin dirigirle palabra de lo que planeaba hacer con esa información que había obtenido la había agotado, eso y contando la pequeña maratón que corrió para dejarlo atrás. Sin embargo, por más de que disfrutara molestarla y ponerla nerviosa, encontró ese café cosplay de casualidad.

*-*-*-*-*-Flash Back-*-*-*-*-*

Fue algo no planeado el ir a ese sitio. Había estado caminando sin rumbo pensando en lo aburrida que era su vida y lo desmotivado que estaba como para hacer algo en su departamento que había decidido ir a tomar aire fresco. Caminó varias calles hasta llegar al Maid Latte del que había oído mucho últimamente y solo por curiosidad decidió ingresar para comprobar si los postres y el servicio eran tan buenos como decían, pero lo que menos se espero fue ver a su presidenta vestida con uniforme de criada. Eso le causó tanta gracia que por solo verla hacer las diferentes expresiones que pasaban por su rostro antes de atenderlo fue que decidió finalmente quedarse solo para fastidiarla. Estaba tan seguro que le gritaría y le diría "estúpido tomioka, vete de aquí." que cuando cambio por completo su expresión a una alegre y servicial no pudo evitar estallar en una carcajada porque era demasiado cómico y no daba con su violento carácter, simplemente le parecía mentira. 

El secreto de ShinobuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora