El matrimonio de JiMin no va bien; años al lado de su esposo le hicieron darse cuenta de que no eran compatibles, pero el sentimiento de terror que le provoca pensar que puede perderlo lo orilla a buscar una rápida solución.
⠀⠀Finalmente, termina...
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⠀⠀La noche del día siguiente se hallaba frente a él, presentándose agradable como una mezcla de melancolía y tranquilidad producida por el frío de la nevada. Aun cuando estaba fuera del alcance del rocío nocturno y se encontraba relativamente cálido dentro del local, el frío de su corazón era lo que le impedía encontrarse a gusto.
⠀⠀Durante el transcurso de ese día JiMin había seguido su nueva rutina, ayudando a SeokJin a limpiar las mesas y demás antes de abrir. Justo a las siete de la mañana, el ascensor se había abierto repentinamente, dejando ver al azabache por primera vez después de lo que se habían sentido como meses e incluso años. Había desayunado ahí, mas su charla fue increíblemente limitada a pesar de que se esforzó por parecer normal.
⠀⠀La tensión lo estaba volviendo loco, y podía notar que no era el único. JungKook parecía obligarse a apartar sus ojos de JiMin, y él hacía exactamente lo mismo. Eran como dos imanes dentro de su campo de atracción que eran orillados por una fuerza externa a mantenerse alejados el uno del otro.
⠀⠀Se había terminado por despedir de SeokJin una hora después con un cálido abrazo y un beso en el cachete como agradecimiento por la deliciosa comida, pero todo lo que él recibió fue un ademán de su parte.
⠀⠀Desde entonces, no lo había vuelto a ver.
⠀⠀—JiMin, querido —llamó Jin detrás suyo, provocando que diera un salto por la sorpresa.
⠀⠀—Sí, ¿dime? —preguntó parpadeando varias veces, dejando de lado sus pensamientos.
⠀⠀—¿Podrías llevarle la comida a JungKook? —inquirió, mientras se metía tras el mostrador y se ponía los guantes con los que manipulaba el dinero frenéticamente—. Lo haría yo mismo, pero estoy algo concentrado aquí y si se lo llevo más tarde no comerá. JungKook olvida que tiene que comer.
⠀⠀—¡Oh, claro! Seguro, seguro —se apresuró a aceptar. A pesar de su nerviosismo no quería implicar a Jin aún más en los problemas entre ellos dos, y no podía negarse a hacerle ese pequeño favor cuando él se hallaba tan ocupado—. ¿Cuál es su habitación?
⠀⠀—Recuerda que te dije que era la última. Solo aprieta el botón rojo si no quieres subir las escaleras.
⠀⠀—Ehm… ¿Dónde está exactamente el botón?
⠀⠀—Es el que está hasta arriba del todo en el ascensor, el que no tiene número —guio antes de expresar una maldición en voz baja. Alguien lo había llamado.
⠀⠀Por otro lado, JungKook permanecía recargado en la barandilla de la terraza, observando la iluminación parisina con fascinación y al mismo tiempo, frustración. El humo del vicio entre sus manos lo hizo estremecerse acusatoriamente, mas le dio una larga calada en un pobre intento de callar a su subconsciente.
⠀⠀Alzó su rostro inquisitivo para observar el enorme cielo nocturno cubierto de brillantes estrellas, esperando por una respuesta que sabía que no llegaría. Nunca se había sentido tan fuera de lugar. Y entre tantos objetos brillantes sentía que estaba comenzando a apagarse.