Tragedy Eternity (II)

36 5 1
                                    


La mañana siguiente fue maravillosa, por no decir menos.

Atem y Mahad despertaron de buen humor y sentimiento.

El menor de ellos ayudando primeramente a la matriarca de la casa a hacer el desayuno para los invitados y demás miembros de la familia. Mientras el mayor se ocupaba al mismo tiempo de limpiar cualquier rastro revelador que haya quedado de sus actividades nocturnas. Dejando la habitación prestada tal cual como la habían recibido, quizá incluso un poco más ordenada de lo usual. Convirtiéndolo en un pequeño presente de Mahad a la madre de Yugi, quien no necesito más palabras para asentir con una sonrisa cómplice. Un tarareo viniendo de ella siendo suficiente para que Atem entendiera el mensaje, relajándose de no tener que dar explicaciones de más o detalles que, realmente no quería revelar.

Muy a pesar de las marcas evidentes que adornaban el inicio de su cuello. Las cuales trataba de ocultar perezosamente, consiguiendo su cometido justo cuando escucho pasos bajando las escaleras.

Su sonrisa ampliándose antes de esperar a que aparecieran sus amigos por la entrada de la cocina. Deteniendo sus acciones momentáneamente solo para saludar al primero que se asomara.

Extrañándose justo cuando al pasar al menos un minuto no se escuchó más.

Ni voces o movimientos.

Mucho menos los cuchicheos que las féminas del grupo siempre hacían cada vez que él y Mahad estaban cerca, o alguna pareja en específico. Como por ejemplo la extraña pero maravillosamente bien llevada relación de Kaiba y Jonouchi. O la bella pareja que hacían Yugi y Yusei. Quienes se veían cada fin de semana sin falta cuando uno de ellos se trasladaba para verse. Visitándose mutuamente y en turnos. En palabras de ambos, quedando de esa manera al menos hasta que los dos terminaran la Universidad y pudieran mudarse. Un buen plan si se lo preguntaban.

Él y Mahad habían vivido algo semejante, pero, quizá con un poco más de dramatismo. Después de todo no era un secreto que él y su padre jamás se llevaron bien. Sin embargo, eso ya había pasado. Ahora experimentaban otro momento.

Como el de ahora. Donde vivían plenamente y en armonía.

Aunque lo que ocurría en ese instante, quizá era lo más extraño que le había sucedido. Pues, al no ver a sus amigos. Fue entonces que se acercó a la entrada de la cocina para observar si es que estaban susurrando algún plan o una broma o algo similar.

Encontrándose solo con un vacío que le provoco mirar dos veces al pasillo antes de parpadear confundido. Ladeando su cabeza ligeramente antes de verificar sus propios oídos. Golpeándolos suavemente antes de volver a mirar con atención al pasillo, alcanzando a ver el inicio de las escaleras.

El silencio solo convenciéndolo de qué, quizá había sido su imaginación o falta de sueño. Tal vez más lo segundo. Mahad mismo lo había empujado a un límite del cual no se quejaba, así que lo más seguro es que era su cansancio actuando.

Vaya, hasta bien podría tratarse de los típicos sonidos de una casa. El eco atrapado sonando justamente en ese momento. Atrayendo su atención al no estar familiarizado con el mismo.

Su cabeza negando sirviendo como pauta para redirigirse de nueva cuenta al interior de la cocina. En donde volvió a entablar una conversación amena y tranquila con una de sus cómplices favoritas. El desayuno retomando su cocción antes de que grititos emocionados se escucharan esta vez con claridad, dejando ver segundos después a los invitados. Los cuales le saludaron sin más, ofreciéndose inmediatamente para que todo pudiera acomodarse para comenzar con la primera comida que a tantos gustaba.

Mahad siendo el último en llegar, su sonrisa siendo bien recibida por los presentes antes de otorgar un dulce beso a su amado. Provocando a las chicas que ya especulaban en voz baja. Iniciando así su mañana. En donde pudieron convivir sin ningún inconveniente y contándose más anécdotas que detonaron en chistes o temas interesantes. Retomando hasta después de un par de horas, las despedidas que habían quedado pendientes.

BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora