Cursed Eternity

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¿Dónde es que se encontraba?

Sinceramente no sabría cómo responder a su misma pregunta. Pues aquel sitio era más como un paraíso escondido, que algo realmente inmerso en el mundo del hombre, como si aquel sitio por sí solo fuese un pedazo arrancado del mismo cielo descrito en aquellos pergaminos que su padre Mahad le mostro y enseño, de donde aprendió aquella extraña lengua en la cual fue instruido a hablar después de...

¿Después de qué?

No podía recordarlo, y aunque preguntara, aquella cuestión jamás se le era contestada. De hecho, podría afirmar que era libremente ignorado al menos hasta que dejaba de lado aquel tema, como si tan solo traerlo en sus labios ya manchara algún significado oculto en aquel santuario en el cual vivía, lleno de vegetación y hermosos pasillos en lo que podría ser un bello templo en medio de lo que podía distinguir más allá de la bruma, era el desierto. Ocultándose con la poderosa magia que su padre practicaba y su papá aprendía.

Los ojos de sus padres en colores brillantes siempre siguiéndolo con orgullo y cariño aun cuando no recordaba haber crecido con ellos.

Su espalda recorriéndole escalofríos cada cierto tiempo solo le hacía mirar atrás dos veces antes de entrar con alguno de ellos, observando ya sea el rojo en los iris de su papá o el violeta en las de su padre. Su sonrisa solo siendo un constante en sus sueños antes de despertar cada mañana, siendo atendido por los espectros que su padre conjuro para servirle especialmente a él.

Sus sombras oscuras, así como sus cabezas tapadas por un oscuro velo, solo demostrando cual poderoso era uno de sus progenitores, de alguna manera asombrándolo y aterrándolo por partes iguales, como si una voz dentro de él le dijera que aquello estaba mal de alguna forma, como si algo no coincidiera totalmente.

Pero ignorándolo cuando su papá iba por el cada día, llevándolo al comedor él mismo antes de que algún espectro lo hiciera o su padre se adelantara.

La capa de su bella ropa oscura, siendo lo suficientemente llamativa como para que Heba pudiera pensar más en el suceso de cómo es que su mente entraba en confusión cuando pensaba de más. Yéndose a sentar al lado de su padre como ya era su costumbre antes de comer y beber de aquella copa que era importante tomar.

El sabor a metal recorriendo su garganta, pasando a ser lo visiblemente molesto antes de que su papá Atem le extendiera una copa llena de vino tinto. Su sonrisa solo atemorizándolo poco antes de ceder y comenzar a reír junto a ellos y sus anécdotas sobre conquistas y como es que lograron su cometido de algo...

Algo que, solo le provocaba una enorme tristeza en su interior, y muchas más cuestiones. Las cuales, como siempre, las terminaba por ignorar hasta que la rutina volvía a iniciar. Dejando un enorme desasosiego en su interior, sentimiento que, un par de ojos miraron con malos ojos antes de proceder a terminar con el mismo.

Esperando más que nunca, jamás volver a tocar aquel tema una vez realizaran lo que se proponían. Les enfermaba solo pensar en el mundo en el cual ahora les tocaba renacer. Sus homólogos incluso llegaron a sentir su furia por ello, aun cuando a pesar de todo, aquel rompecabezas dentro de la caja del mileno se completó sin incidentes después de volver. Colocando al menor como el soberano absoluto una vez más.

Justo como fue predicho antes de caer milenios antes. Justo cuando murieron a manos de quienes consideraban sus aliados.

Pero, atraer el pasado ahora solo era arruinar su eternidad. No podían seguirse molestando en ocultarlo. Tenían que terminarlo, justo como antes.

[5 años después]

Yusei nunca fue de las personas que fácilmente creían de las historias populares o leyendas, de hecho, bien él podía considerarse una persona bastante racional y lógica. Sus deducciones siempre iban de los hechos más básicos hasta los más complicados en una explicación a sucesos que podrían considerarse paranormales.

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