Tragedy Eternity (V)

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Lo último que recuerda Mahad, fue sentir el horrible peso de una mano con largas uñas estrangularlo hasta llevarlo a la inconciencia.

El roce de los vidrios desprendidos y clavados en su cuerpo, solo apresurando el proceso para terminar en aquel mundo oscuro y vacío.

Magullando su piel y sus músculos, dañando los huesos que se rompieron por el impacto. Dejando salir mucha más sangre de la que en un principio se había derramado. Combinándose con las otras esencias perdidas del escenario junto a la de su más fiel servidor.

Aun la imagen de su asistente perdiendo la cabeza en un limpio corte, le persigue como una horrible pesadilla. Como un hecho que solo lo colocaba a él como el único culpable de esa muerte injusta y terrible. Llenando sus manos de sangre inocente que no tenía nada que ver con lo que padecía, y que, por ignorar, ahora mismo sufría las consecuencias de muchas maneras. Su vida misma estando en un riesgo tan elevado que incluso pensó que jamás volvería a ver a su amado Atem.

Aquel hombre que siempre estuvo junto a él en las buenas y en las malas, aun cuando su camino pudo considerarlo oscuro y perverso. Aun a pesar de que sabia todos sus pecados, decidió estar por voluntad propia junto a él como una muestra de amor infinito y puro. Aquel hombre que, sin dudar, una vez compro un anillo de compromiso, le dijo que sí, aun cuando sus miedos eran más. Ese hombre que creyó en él por ser lo que es y no por lo que aparentaba. Al amor de su vida quien le esperaba en casa.

A ese hombre que amaba con locura, y que, por su necedad, nunca volvería a ver. Estaba tan seguro de eso, que apenas noto como es que una luz dentro de su mundo, surgió como la nada misma, cambiando su escenario a uno mucho más variante y diferente a lo que él podría mencionar era lo que recordaba antes de llegar a la muerte.

Presentándose entonces ante él, un pueblo de años atrás. Tantos como era posible, su mente inmediatamente reconociéndolo como el antiguo Egipto ante las claras evidencias de las personas moviéndose debajo de él, así como el enorme palacio a lo lejos. Uno hecho con tanta belleza y oro, que gritaba la prosperidad de aquellas tierras.

El blanco como sus intrincados diseños, siendo realmente exquisitos y maravillosos. Combinando a la perfección con las sonrisas y muestras de afecto que podían verse en sus habitantes. La felicidad reinando como nunca lo daban a conocer los libros de historia o los escritos descubiertos.

Casi pareciendo un paraíso, uno que incluso hizo dudar a Mahad por un momento al preguntarse si es que no estaba muerto ya. Solo negando con su cabeza fuertemente antes de aferrarse al fantasma de sus heridas y experiencia.

Negándose a dejar solo a su amado, a quien aún deseaba y anhelaba ver, aunque sea para despedirse correctamente. Jurándole amor eterno aun después de su partida.

Un par de lágrimas bajando por sus mejillas siendo suficiente como para hacerle saber que aquello era muy distinto a lo que se supone era la muerte.

Una voz muy parecida a la suya, comenzando a hablar en un extraño idioma que podía entender a pesar de no saber que era exactamente lo que decía. El eco extendiéndose en el lugar a pesar de que se mostraba infinito, escuchándose con claridad. El peso de las palabras calando fuertemente en su mente antes de poder distinguir como es que el escenario cambiaba, y una figura negra aparecía al lado de él en silencio.

Las largas uñas siendo lo primero que distinguió antes de notar como es que las sombras que cubrían aquel ser, pasaban a alejarse de él.

Dejando ver una momia hecha y derecha, la piel y músculos secos, así como las vendas que retenían la frágil estructura, comenzando a desprender un extraño olor a incienso, para luego ser transfiguradas a polvo que formaron poco a poco la silueta de un hombre esbelto y alto.

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