Se Cierra el telón.

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- Oiga, tenga cuidado, me piso el pie - se quejó un hombre entre la multitud, pues cierto rubio ceniza intentaba llegar a su respectivo asiento, pero en el proceso, debía de atravesar a la muchedumbre.

« Mierda ¿Quién diría que una maldita obra escolar traería a tanto pendejo? » Pensó a sus adentros, ignorando al chico para seguir caminando.

Visualizó a la persona que quería encontrar, pasando entre otros asientos para llegar a él.

Shoto y Katsuki, al ser los padres de Eri, una de los protagonistas de la obra, tenían asientos especiales, en primera fila, además de algunos otros padres que vinieron a ver actuar a sus hijos.

Al llegar por fin al frente, se sentó al lado de su esposo, quién hasta había comprado refrigerios.

- Que bueno que llegaste amor - comentó aliviado.

- ¿Por qué? ¿Ya comenzó? ¿Ya salió Eri? ¿De qué me perdí? - preguntó algo alterado, no quería perderse ningún detalle de la actuación, poco le importaba el resto, él solo vino a ver a su hija, y que los demás se vayan a la mierda.

Negó viéndole - No, nada de eso, llegaste justo a tiempo.

- Por poco y no alcanzas - Soltó un pelimorado al lado izquierdo del bicolor.

Katsuki se asomó para verle, al hacerlo frunció el ceño - ¿Y este idiota que hace aquí? ¿Quién lo invito?

Antes de siquiera poder responderle Shinso le interrumpió - Yo aporté a los fondos para esta obra, tengo preferencia, además, ni que tuviera que tener invitación para venir - refutó, acomodándose de nueva cuenta en su asiento e ignorando los berrinches del ojirubí.

- Cariño, no te preocupes, recuerda que solo vinimos por Eri, no permitas que esto se vea arruinado por tu enojo hacia Shinso. - suplicó el heterocromatico, tomando la mano izquierda de su amado y depositando un suave beso en ella.

- Tsk! Bién, que está mierda empiece pronto. - respondió un tanto avergonzada.

Y en cuanto artículó aquellas palabras, el telón subió, dando paso a un joven de castaños cabellos, usando una ropa negra, y lo que parecía ser una boina.

- Carajo, que estupidez - dijo Katsuki, tomando un pañuelo y secando una lágrima traicionera que calló por su mejilla, ya estaban en la parte en la que Romeo yacia muerto

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- Carajo, que estupidez - dijo Katsuki, tomando un pañuelo y secando una lágrima traicionera que calló por su mejilla, ya estaban en la parte en la que Romeo yacia muerto.

- ¿En serio estás llorando? Es sólo una tonta obra - habló el ojeroso, aguantando unos sollozos.

- Cállate, que tú también estás llorando a lo pendejo por esto, puto marica.

- ¿Marica yo? Ni modo que le vaya a creer a un estúpido sentimental.

- Tú, eres un estúpido sentimental.

- Por favor, no puedo escuchar nada.

- ¡Nadie está hablando contigo! - susurran en un tono más alzado, pues, aunque se odiarán a muerte, respetaban al resto de los espectadores. Por no decir que al más mínimo gritó los echarían del lugar.

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