Stay with you | FLUFFTOBER 2021

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Todo dentro de la vida de Min Yoongi eran peleas y pleitos, tanto en su hogar, en la escuela y en la calle. Aquello generó una clase de depresión que ni siquiera sabía cómo identificar, hubo un punto en el que realmente estaba harto de todo y de todos, lo único que pensaba era en terminar con su vida, claro, hasta que una luz llegó a iluminar sus días.

"Hola, me llamo Hoseok, ¿Podrías prestarme un lápiz? Olvidé el mío"

Eso es lo primero que le dijo y con eso, sus miserables días comenzaron a cambiar.

Lo primero que notó diferente, fue esa misma mañana, cuando era la hora del almuerzo, como todos los días siempre almorzaba solo en una de las mesas más retiradas de la cafetería, era como si no estuviese ahí; todo hasta que el mismo chico pelirrojo que le pidió un lápiz horas atrás, se sentó frente a él con una sonrisa enorme decorando su rostro.

— ¡Hola de nuevo! Parecías estar muy solo, así que vine a hacerte compañía — sin esperar una respuesta en concreto del rubio frente a él, comenzó a comer como si nada, mientras que compartí datos graciosos que había tenido a lo largo de la semana.

Si bien, Yoongi solo estaba escuchándolo sin prestarle mucha atención, ya que, el pelirrojo hablaba mucho y muy rápido, algo dentro suyo comenzaba a dejar de lado aquellos pensamientos negativos que siempre mantenía en esos minutos muertos del almuerzo.

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Ya habían pasado algunos días desde que Yoongi estaba rodeado de la compañía de Hoseok en el instituto, los días comenzaban a tener un poco de color para él, pero claro, todo se fue a la mierda cuando al regresar a su hogar, encontró a sus padres discutiendo otra vez por las deudas y problemas económicos que tenían desde hace unos años.

— Joder, MinAh, ¿¡No entiendes que estoy harto!? — gritó el señor Min y cuando vio a Yoongi atravesar la puerta, de inmediato lo señaló — es su culpa, es una maldita carga para nosotros.

Ahora, su padre se encontraba insultándolo y su madre gritándole que se defendiera y que su padre dejara de decirle esas cosas. 

— ¿¡A dónde vas, desgraciado!? ¡TE ESTOY DICIENDO QUE VENGAS AQUÍ AHORA MISMO! — su padre le gritó de nuevo cuando él solo se dio la vuelta y salió de la casa.

Yoongi no quería estar ahí. Estaría bien si iba a su lugar seguro.

Caminó por las frías calles, era invierno pero no tenía ninguna prenda que abrigara lo suficiente en ese momento y ya estaba por anochecer, cuando llegó finalmente a su destino, aventó por algún lugar su mochila y sacó entre los arbustos un balón de basketball que consiguió años atrás y era la única cosa que le gustaba y lo mantenía aún cuerdo.

No muy lejos del lugar, iba saliendo cierto pelirrojo de sus clases extras de gastronomía que eran vespertinas, era un hobby secreto que tenía y que amaba, para reducir el camino a su casa, decidió ir por el camino del parque, pero lo que detuvo su camino fue un sonido peculiar por la cancha que había en el lugar, logró distinguir cierta silueta encestando la canasta, sonrió a lo grande, era su compañero al cuál no había podido devolverle su lápiz -porque lo olvidó-, así que, era el momento exacto para poder dárselo.

— Uhm, hola, soy yo de nuevo — interrumpió Hoseok al rubio que estaba por lanzar el balón otra vez, hasta que se volteó a verlo — te vi a lo lejos y quería devolverte esto — extendió su mano en la cual tenía el lápiz negro de Yoongi.

— ¿Es en serio? — preguntó con ironía y el más alto se sonrojó un poco por ello — pero muchas gracias, Hoba.

Hoseok abrió sus ojos como platos, era la primera vez que el contrario le respondía y es más, hasta le puso un apodo. 

Desde ese momento, los dos se volvieron inseparables. 

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Yoongi se encontraba en un partido de baloncesto, era la final en la cual su equipo ganó el campeonato, se acercó a su pareja rápidamente y ambos se abrazaron con fuerza.

— Muy bien hecho Yoonie, sabía que lo lograrías.

— Gracias, Hoba — sonrió mostrando sus dientes, rebosante de felicidad — la verdad, nunca te lo he dicho, pero creo que hoy es momento de hacerlo — Hoseok lo miró sin entender. 

— ¿El qué, Gigi? — rió un poco, mientras ambos se iban a sentar a las gradas.

— Desde que te conocí, todo en mi vida ha mejorado, gracias a ti, pude conseguir un empleo y salir de la tortura de mis padres — sonrió un poco, recordar su pasado no era tan gratificante — pude terminar el instituto con tranquilidad y llegar hasta la universidad — suspiró un poco pero siguió — ahora, estoy en una de las mejores selecciones de basketball de toda Corea...lo que quiero decir es... — tomó un poco de tiempo y prosiguió — es que tú, me haces una mejor persona cada día y momento que pasamos juntos, gracias, Hoseok.

A ese punto, el pelirrojo era un mar de lágrimas, pero no importó, ambos se abrazaron y se besaron. Todo estaba bien mientras estuviesen juntos.